Quieren que Andy sea presidente en 2030
“Que nunca se permita el amiguismo, el influyentismo y nepotismo, ninguna de esas lacras de la política. MORENA debe ser faro de moralidad”, escribió López Obrador en 2015. Nueve años después, Andy López Beltrán, el hijo del presidente, será el siguiente secretario general de Morena, encaminándose hacia la presidencia en 2030. Jamás había sucedido en la historia moderna de México, y probablemente en toda la historia del país: que un presidente saliente intentara plancharle el camino a su hijo para llegar al poder.
En el panismo estuvo al frente Manuel Gómez Morín los primeros diez años, pero nunca puso a sus familiares para sucederlo. El panismo tiene familias fundadoras, pero no familia fundadora. En el priismo (PNR) estuvo el general Manuel Pérez Treviño liderando el partido los primeros cuatro años de su fundación, y nunca los hijos de los jerarcas partidistas lo manejaron. El priismo tenía al presidente en turno como máxima autoridad, y solo seis años. Ni el perredismo se atrevió a tanto: Cuauhtémoc Cárdenas, a pesar de su caciquismo, jamás colocó a su hijo Lázaro Cárdenas a cargo del partido. Pero con Morena es distinto, reflejando su descomposición el profundo malestar con la política en el país.
El morenismo presume ser un movimiento y no un partido político. Como movimiento nacional es tremendamente heterogéneo en sus miembros, carece de una ideología definida, y necesita estar liderado por un cacique para mantener la cohesión interior. Morena tiene mucho de mafioso: porque es una organización que defiende sus intereses sin demasiados escrúpulos, porque usa la coacción política para alcanzar sus fines, porque el cacique se apoya –y mucho– en su familia. Y sin duda, porque el cacique exige lealtad absoluta y sus allegados –especialmente su familia– obtienen innumerables beneficios políticos y económicos. Todo eso jamás se había visto entre los principales partidos políticos de México. Y Andy López Beltrán es un síntoma perfecto de esa descomposición.
El periodista Carlos Loret de Mola ha documentado cómo el hijo de López Obrador ha colocado en puestos claves del gobierno federal a sus amigos, chavo-rucos con poca experiencia gubernamental. También, ha demostrado cómo han hecho negocios y robado a manos llenas durante seis años. Por ejemplo: Juan Pablo De Bottom Falcón es un íntimo amigo de “Andy”, es el subsecretario de Egresos en Hacienda, y ahora pasará a dirigir la secretaría de Finanzas de la Cd. de México. López Obrador pondrá a su hijo en la secretaría general del partido para manejar dineros, cargos públicos y asegurar, finalmente, su llegada al poder en 2030. Sheinbaum está acorralada, no tendrá controles políticos. Y está feliz.
Morena no solo está destruyendo la República, sino está convirtiendo al país en una república bananera. El presidente quiere pasar de fundar y manejar su propio partido político, a fundar su propio régimen político y manejar el país a su antojo. Es cinismo, nepotismo e inmoralidad llevados a otro nivel, y me pregunto cuánta más indignidad soportarán millones de mexicanos.
@FernandoNGE
Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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