COMPETENCIA Y COOPERACIÓN

 Columna de El Colegio de Economistas de Coahuila, A.C.

 Inclusión Financiera en la Era Digital 

Por: M.C. Jonathan Flores Pérez

De acuerdo con el Banco Mundial, la inclusión financiera es el acceso que tienen las personas y empresas a diversos productos y servicios financieros como transacciones, pagos, ahorro, crédito y seguros. Su importancia radica en el hecho de ser un mecanismo que puede reducir la pobreza extrema y promover la prosperidad de las personas.

Adicionalmente, la inclusión financiera brinda seguridad y estabilidad económica. Por ejemplo, los servicios bancarios formales permiten que las personas estén menos propensas a guardar grandes sumas de dinero en efectivo, lo que reduce el riesgo de robo o pérdida, al mismo tiempo, facilita las transacciones electrónicas a través de plataformas seguras, disminuyendo el riesgo de ser víctima de fraude o estafa que a menudo ocurren con las transacciones en efectivo. Por otro lado, tener acceso a servicios financieros permite a las personas construir un historial crediticio, fundamental para acceder a préstamos en el futuro y hacer frente a situaciones de emergencia.

Por fortuna, en la última década se ha incrementado el uso de los productos y servicios financieros, particularmente, las cuentas de transacciones donde las personas guardan dinero envían y reciben pagos. A escala global, la tenencia de estas cuentas en adultos tuvo un crecimiento significativo, al pasar de 51% en 2011 al 76% en 2022. Por otra parte, en las economías en desarrollo la proporción de adultos que hacen pagos digitales o los reciben, aumentó de 35% al 57% en el mismo periodo. En las economías desarrolladas, el 95% de los adultos actualmente realizan pagos digitales o los reciben. Estas tendencias son importantes porque es un paso importante hacia una mayor inclusión financiera.

En el contexto mexicano se ha observado un notorio incremento en la tenencia de tarjetas de débito. Aunque ha sido lento, este aumento ha marcado un cambio significativo en los hábitos financieros de la población, reflejando una creciente confianza en las instituciones bancarias y una mayor conciencia sobre la seguridad y conveniencia que ofrecen las transacciones electrónicas. En 2011, el 22% de los adultos tenía una tarjeta de débito en México, este porcentaje se incrementó en 2022 y pasó al 35%. Sin embargo, no sucedió de la misma manera con el uso de las tarjetas de crédito. Datos de la encuesta Global Findex muestran que el país ha experimentado una marcada disminución en el uso de tarjetas de crédito entre los adultos mexicanos, pasando del 18% en 2014 al 11% en 2022.

Las estadísticas sugieren que los mexicanos prefieren las tarjetas de débito. Las razones pueden variar, pero en general se opta por estas porque limitan el gasto al saldo disponible en la cuenta, lo que ayuda a mantener un control más estricto sobre las finanzas personales y evitar la acumulación de deudas. Además, las transacciones con tarjetas de débito suelen estar respaldadas por sistemas de seguridad robustos, lo que proporciona a los usuarios una mayor sensación de protección contra fraudes y actividades no autorizadas.

Adicionalmente, el acceso a efectivo a través de cajeros automáticos con tarjetas de débito es conveniente y ampliamente disponible, lo que contribuye a su popularidad entre los mexicanos. Estos factores combinados han llevado a una mayor confianza en las tarjetas de débito como una forma segura y conveniente de gestionar transacciones financieras. Por otro lado, los pagos digitales han abierto las puertas a la inclusión financiera para personas que anteriormente no tenían acceso a servicios bancarios. A través de teléfonos móviles y aplicaciones de pagos, incluso aquellos sin cuentas bancarias pueden realizar transacciones, recibir pagos y acceder a servicios financieros básicos. Esto no solo empodera a las personas, sino que también estimula el crecimiento económico al integrarlas a la economía formal.

Aunque esta práctica está por debajo del potencial del país ha tenido un crecimiento importante en los últimos años, sobre todo entre las personas que realizan pagos digitales. En 2014 solamente el 25% de los adultos en México realizó pagos de manera electrónica, mientras que en 2022 este porcentaje pasó al 37%. Para quienes reciben pagos digitales prácticamente no hubo cambio significativo en la última década, este porcentaje es aún muy bajo y se ubicó en 28% en este segmento poblacional.

La inclusión financiera en México no solo debería ser un objetivo, sino un requisito fundamental para el progreso económico y social del país. Al facilitar el acceso a servicios financieros para todos, se empodera a las comunidades marginadas, se estimula el emprendimiento y se reduce la desigualdad. Además, con la tecnología como aliada, las soluciones Fintech pueden llegar a lugares remotos, transformando vidas y fortaleciendo la economía en su conjunto.

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
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