DESDE MI ESCRITORIO

Las reglas cambian en la Casa de los Famosos

Uno de los primeros antecedentes de un reality de este tipo es el formato creado por MTV bajo el título The Real World en 1992. Ahí jóvenes vivían en una casa y la pregunta central que servía de tagline era: ¿Qué pasa cuando la gente deja de ser amable y comienza a ser real? Una década después, en 2002, llegaría Big Brother a México, de la mano del productor saltillense Pedro Torres y la empresa Endemol.

La expectativa en torno al reality era muy alta porque era la versión en España y si, se trataba de  escandalizar, porque había una invasión a la intimidad, por medio de un circo mediático, cuyo objetivo era vender sin mayor propósito social. En suma, el contexto era efectivo.

Desde que se estrenó Big Brother en 2002, los escándalos dentro de las cuatro paredes de aquella casa eran casi tantos como los que ocurrían fuera. Escuchar a alguien decir ‘güey’ en una televisora donde las buenas costumbres y las novelas rosas eran la norma resultaba escandaloso y ni qué decir de ver a alguien orinando frente a cámara. La llegada de Big Brother estremeció el mundo de la televisión y creó una nueva generación de famosos estridentes, como La Mapacha o el Pato Zambrano, que ha utilizado su fama para meterse a la política en Nuevo León, aunque le han dado una arrastrada, nunca gana, pero bueno, esa es otra historia.

El álbum de Molotov ¿Dónde jugarán las niñas? iba en gran medida a eso: usar groserías en las canciones por el simple hecho de que era algo que no se podía hacer. Big Brother en 2002 seguía esa misma línea y provocó que la Iglesia Católica, la Unión Nacional de Padres de Familia y hasta diversas empresas, encabezadas por Bimbo, emprendieran varios boicots. Pero nada de eso sirvió para frenar el éxito.

Cuando se estrenó el programa arrancó con sólo seis anunciantes y cerró con más de 100. En los periódicos de aquellos años, los artículos de negocios consignaban que Televisa en 106 días generó 20 millones de dólares en publicidad, es decir, el doble de ingresos de lo que costó producirlo y todo en una época donde no había redes sociales y, por tanto, el impacto de lo que aparecía en la tele estaba mucho más contenido que ahora.

Muchas cosas en esta versión de Big Brother, llamada La casa de los famosos, y producida nuevamente por Endemol, son un déjá vû: los rumores de que la producción tiene favoritos, las peleas a gritos  entre los participantes, los juicios televisivos a los expulsados y hasta la especulación de que patrocinadores amenazan a la producción si el reality no sigue un cierto rumbo. Misma receta, distinto sazón.

Sin embargo, pensar esa fórmula utilizada por 20 años no es suficiente para conseguir un éxito mediático y el paso sin pena ni gloria del Big Brother de 2015 da muestra de ello. Esos cambios sólo se entienden en clave de redes sociales. 

 

Las reglas cambian en La Casa de los Famosos

Pero no sólo es económico el origen del éxito en la Casa de los Famosos, también por qué tienen la capacidad para generar (mediante ideas y guiones preestablecidos, según se comenta) un diálogo en redes sociales.

Una de las peleas más discutidas de La casa de los famosos es la ocurrida entre Adrián Marcelo y Gala Montes. El video subido a YouTube supera el millón y medio de vistas y en él se aprecia como él le dice a Montes que está usando sus problemas de salud mental para ganar votos. Esto provocó un sin número de reacciones, de muchos lados.

Hoy Adrián Marcelo es acusado de misoginia, de denostar la salud mental y en la red social X, exigen que le retiren su cédula profesional de psicólogo, ¡A dónde vamos a parar!

Para algunos jóvenes adultos de hoy (nacidos entre los ochenta y la primera mitad de los noventa), la casa de los famosos es una oportunidad de recordar cuando veían Big Brother, pero, también las nuevas generaciones están al pendiente… todo por un morbo que persigue por naturaleza el ser humano, según especialistas en televisión. ¿Usted, amable lector de qué equipo es Mar o Tierra?

Buen fin de semana, la frase: “No tomes una decisión permanente por una emoción temporal”. ¡Ánimo!

 

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
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