LA PÍLDORA MÁGICA

Imagina que un día, durante tu vida cotidiana, haciendo las cosas rutinarias, ya acostumbrado a ese dolor de cabeza o estómago, de pronto te desvaneces. Al pasar ese momento, te recuperas y vuelves a tus quehaceres. Y sucede otra vez… y comienzas a cuestionarte, te respondes diciéndote que no es nada, o que es cansancio, o la edad, o lo que comiste ayer, ya que siempre has “estado bien”, y concluyes que no te pasa nada. Pero te quedas con la duda: ya pasó en varias ocasiones.

Entonces, te realizas un check up general, cosa que no hacías hace varios años. Al acudir a la cita, esperando que el médico te recete suplementos o algún cambio de dieta, recibes una noticia inesperada: una enfermedad muy avanzada cuyo desenlace es la fatalidad… entonces, justo después del shock profundo, te sientes inmerso en la profundidad del miedo y la incertidumbre que, como espiral descendente, te obliga a hacer un alto total y preguntarte qué va a ser de ti en el tiempo que te queda…

Te preguntas: ¿Por qué, si todo estaba normal, bien, de pronto estoy tan mal? ¿Cómo, si seguía haciendo las mismas cosas, llegué a todo ésto? ¿Cómo no me di cuenta antes?

¿Cuál sería la respuesta a estas preguntas? Pienso que, cada resultado que obtenemos, viene siendo el acumulativo de las acciones que realizamos o dejamos de realizar en el pasado. En las diferentes dimensiones de la vida, ya sea en la relación de pareja, la familia, el trabajo, la salud, las finanzas y las amistades, muchas veces asumimos que, porque las cosas siguen prácticamente iguales día con día, las cosas están “bien”; y que porque hay cosas más importantes a las que ponerles atención las damos por sentadas. Han habido señales de alarma… pero todavía seguimos juntos, todavía continuamos con el mismo trabajo o el mismo estilo de vida y, si tomáramos una fotografía de hace 5, 10 o 20 años, las cosas están igual.

Y, aunque en apariencia las cosas siguen siendo como antes, las cosas no están igual: pasó el tiempo, pero no hubo crecimiento, no hubo cambios ni transformaciones. Y dejamos pasar las señales…

Un automóvil puede seguir funcionando aunque la señal de realizar el chequeo del motor esté encendida. Será hasta que el carro se quede tirado y descompuesto, cuando nos diremos: “¡pero si todavía funcionaba!, ¿por qué ahora ya no funciona?” La respuesta lógica sería: “porque no tomaste acción ante la señal de alerta, aunque la hayas visto, ya que estabas cómodo u ocupado con otras cosas”..

¿Cuántas veces nuestro cuerpo, o las personas, o nuestras finanzas, nos mandan señales de alerta y las omitimos? Pensamos que, porque lo pudimos platicar, las cosas quedaron resueltas, pero no realizamos ningún cambio. Y pasamos el momento, y seguimos con las mismas conductas, las mismas acciones, sin tener en cuenta que las mismas acciones generarán los mismos resultados. Y la gente se cansa, tu cuerpo se cansa, tus cuentas bancarias se agotan… y llega la demanda de divorcio, el amigo o el hijo que se va, o el embargo, la enfermedad, y queremos una píldora mágica que nos solucione de manera instantánea la situación.

Ante los fuegos que, de pronto, comienzan a arder en tu vida, lo único que puedes hacer es tomar acción para apagarlos. Y si dejamos pasar el tiempo, el fuego será destructor. Ante un síntoma, tomamos placebos en vez de la píldora que sana, y que no van directo a la causa, porque nos da flojera, porque pensamos que no es tan importante o que se va a pasar solo, y la explosión llega, producto del conjunto de todas las acciones sin atender que, como una bola de nieve en bajada, va haciéndose cada vez más grande.

NO es verdad que el tiempo lo cura todo. Más bien, el tiempo te da perspectiva, para poder generar soluciones que sean las más adecuadas. Así que, utiliza el tiempo de manera sabia, ya que lo que guardas, esperando que el tiempo lo componga, se va a pudrir; y se juntará con más putrefacción acumulada si no tomas acción y responsabilidad.

En este día te invito a que aprendas a reconocer los síntomas, a estar alerta en las diferentes dimensiones de tu vida, y a atender las cosas que son realmente importantes para ti. No esperes a que el tiempo las resuelva: toma acción; esa píldora mágica que te ayudará a resolverlas antes de que no haya vuelta atrás.

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