MARIE-DOMINIQUE CHENU, OP, EL TEÓLOGO DE LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

 

Marcel Léon Émile Chenu nació en 1895 en Soisy-sur-Seine, Francia. Hijo de un pequeño industrial, sus abuelos y profesores tuvieron influencia en su educación. Le recomendaron ingresar al colegio católico de Grandchamp, donde realiza sus estudios secundarios.

En 1912 entra al seminario mayor y en 1913 a la Orden de Predicadores, tenía 18 años. Asume esta decisión después de que un amigo lo invita a la toma de hábito en el convento dominico de Le Saulchoir en Bélgica. Al profesar como dominico, adopta el nombre de Marie-Dominique.

Al terminar el primer año de noviciado, sus superiores lo envían a estudiar filosofía, teología, historia y exégesis en el Angelicum de Roma. En 1919 se ordena sacerdote. Bajo la dirección de Garrigou-Lagrange, prepara su tesis doctoral sobre la doctrina de la contemplación en santo Tomás de Aquino, que defiende en 1920. Esta contiene en esencia los ejes principales de su futuro pensamiento. Fue docente de teología medieval por más de veinte años y director de la Universidad de Le Saulchoir, Bélgica (1932-1942), hasta que el Vaticano lo puso de patitas en la calle.

A mediados de la década de 1950, el temible Santo Oficio lo sanciona e incluye dos de sus obras en el Índice, entre ellas Le Saulchoir, una escuela de teología (1937). Junto con Yves Congar, apoya el movimiento de los sacerdotes obreros en Francia. Sus obras más importantes son La fe en la inteligencia y El Evangelio en la historia (1964).

Una de las mayores aportaciones de Marie-Dominique Chenu es su teología: Los signos de los tiempos. En el concilio Vaticano II será pieza fundamental para emprender la construcción de la nueva Iglesia.

En palabras de Martín Gelaberc Ballester: “La obra de Chenu es un punto de referencia para todo el que quiera estudiar hoy la historia de la teología medieval, especialmente a Tomás de Aquino… situándolo en su propio contexto. Y, a partir de ahí, comprendió que hacer teología no es repetir el pasado, sino comprender el presente para iluminarlo con la luz del Evangelio”.

El papa Juan XXIII lo invita, para que, junto con otros rebeldes, se sume como perito en el Concilio Vaticano II. Sus aportaciones teológicas influyeron de manera particular en la redacción del documento Gaudium et spes (Alegría y esperanza). La desconfianza del Santo Oficio quedó atrás.

Chenu aplicó el método sociológico al análisis eclesial en textos como La doctrina social de la Iglesia como ideología (1979). En 1980 reconoció la Teología de la Liberación, y en particular la obra del también dominico Gustavo Gutiérrez.

Falleció en 1990 en París. En esa ocasión, entre otros muchos reconocimientos, tuvo el de L`Humanité, el periódico del Partido Comunista Francés (PCF). Se le reconocía como a un hombre comprometido con una transformación de la realidad y, sobre todo, la justicia social.

La Iglesia, en su dimensión de cuerpo de Cristo y pueblo de Dios, debe entender El signo de los tiempos.

Autor

El Heraldo de Saltillo
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