El nuevo capítulo que abrió la supuesta carta del Mayo Zambada, afirmando que fue secuestrado al asistir a una reunión donde serviría de mediador entre el gobernador de Sinaloa Rubén Rocha Moya y el ex rector de y diputado federal electo Héctor Melesio Cuén Ojeda, complica gravemente a López Obrador, su familia, colaboradores y cómplices.
Se dice que no debe creerse en declaraciones de criminales, pero todos los mencionados lo son.
Y como AMLO miente a diario y lleva seis años alardeando que sabe todo lo que sucede en el país, para ahora dar una marometa y afirmar que ignora todo sobre la detención gringa de El Mayo y el Chapito Guzmán, algo hay que creerle a Zambada.
Su declaración en EU fue difundida por el periodista Alan Feuer del NYT y en ella asegura que citado por el hijo del Chapo para servir de mediador entre el gobernador Rocha y el exrector Cuén, enemistados por el control de la Universidad Autónoma de Sinaloa, acudió el 25 de julio a una reunión en el restaurante Huertos del Pedregal de Culiacán.
Que entró al lugar con el comandante de la Policía Judicial de Sinaloa, que le servía de escolta y su guardaespaldas de años, Rodolfo Chaidez, ambos desaparecidos desde entonces y saludó ahí a Cuén “mi amigo de larga data”.
Que el Chapito lo invitó a pasar a otra habitación, donde fue emboscado por hombres vestidos con uniforme militar y armados, que supuso eran pistoleros de los Guzmán; quienes lo golpearon, encapucharon y obligaron a subir a una camioneta y luego a un avión en el que sólo iban él, el piloto y Joaquín Guzmán.
Y tres horas después, llegaron al aeropuerto de El Paso y en la misma pista, fueron aprehendidos por agentes federales estadounidenses que los esperaban.
Sin explicar por qué lo sabe, advierte en su carta-declaración, que Cuén fue asesinado ahí mismo.
Y no menciona haber visto al gobernador Rocha.
Cosa curiosa, esto es a lo único que el gobernador ha respondido; asegurando que no estaba en Sinaloa y mostrando comprobante de un viaje hecho por él y su familia en una avioneta prestada a Los Ángeles California, por un día; precisamente ese día.
Un día que no era festivo ni él estaba de vacaciones, pero que quiere hacer pasar como motivo suficiente para desvincularse de nexos con el Cártel de Sinaloa.
Nadie que piense un poco puede tomar como algo normal, ese viaje familiar en avioneta como de narcos y el hecho que a un capo conocido mundialmente le sirva de escolta un comandante que debiera estar ejecutando órdenes de aprehensión.
Pero como acá nos sobran locos o cómplices, AMLO y la presidenta electa Claudia Sheinbaum, felicitaron y abrazaron a Rocha “por dar la cara y aclarar rápidamente su situación”.
La Fiscalía de Sinaloa dijo desconocer que el comandante Heras López tuviera nexos con Zambada y el gobernador aseguró que nadie le informó que el narcotraficante tenía protección oficial y prometió tomar medidas al respecto.
Solo Dios sabe qué medidas tomará a estas alturas el señor gobernador, porque el comandante está desaparecido y su escoltado preso en EU.
Para no quedarse atrás en este juego de horrores, la Fiscalía General de la República (FGR) cuyo objetivo investigar los delitos y aclarar las cosas, pidió datos a Rocha sobre su relación con Zambada y anunció que formalizará por traición a la patria “a Joaquín Guzmán López y otros”, por los delitos de vuelo ilícito, uso ilícito de instalaciones aéreas, violación a la legislación migratoria y aduanera y secuestro por haber plagiado y entregado a Zambada a EU, violando el artículo 123 del Código Penal Federal.
Pero, no es Rocha esa blanca palomita que AMLO y compañía nos quieren hacer creer.
Este lunes 12 en El Universal, el periodista Salvador García Soto en columna que tituló No nos hagamos pendejos, relata que Rocha le confío que pidió ayuda a las diferentes facciones del Cártel de Sinaloa para poder ser candidato a gobernador y ganar la elección.
Es indignante y triste, comprobar que vivimos en un país donde los narcos dan pormenores de lo que el gobierno oculta.
Tienen amistad con políticos que los llaman como intermediarios en sus pleitos; deciden rectores; son escoltados por altos jefes policíacos; guían a madres buscadoras para encontrar a sus desaparecidos y liberan o entregan antiguos compañeros.
Y resulta increíble que en la parte final de su declaración, el narco que pasó su vida sembrando terror y destruyendo familias, demande a los gobiernos de México y EU informar con “transparencia y verdad”, sobre las muertes de Cuén, Heras y cualquier otra persona asesinada ese día.
Y que pida a las distintas facciones del Cártel de Sinaloa, que haya paz “porque la violencia a todos perjudica”.
El juicio gringo contra él ni siquiera ha comenzado, pero por lo que estamos viendo él ya empezó a negociar y ha puesto a temblar a mentirosos y coludidos.
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