SOMOS LO QUE CREEMOS; Y LO QUE CREEMOS, LO CREAMOS

Según piensas, sientes. Según sientes, actúas. Y según actúas, vas dirigiendo tus acciones a crear tu futuro.

Uno de los aprendizajes más potenciadores que me ha proporcionado el coaching, y que en este día me gustaría compartir contigo, es el siguiente: ante cualquier situación, tu mente es experta en proporcionarle un significado.

De persona a persona, ese significado varía, ya que cada uno proyecta ese significado desde su posición, desde el lugar donde observa la misma situación. Ese significado es personal. Y de acuerdo con el significado que le otorgas, vas a elegir, ya sea reaccionando o haciéndolo con consciencia, de qué manera actuarás, siempre bajo el color de las gafas con las que lo estés interpretando. Si tu interpretación le otorga un significado como “conveniente”, actuarás de una manera diferente a cuando interpretes que no lo es.

Es por eso por lo que, como ejemplo, dos gemelos idénticos, quienes hayan vivido las mismas situaciones y se han desarrollado en las mismas circunstancias, reaccionan de manera distinta ante un mismo acontecimiento.

Los seres humanos tenemos un gran maestro que, a cada momento, nos muestra los juicios y creencias que nos hacen reaccionar de manera automática ante una situación: nuestra mente. Y ésta, los proyecta a través del diálogo interno que antecede a cada acción. Es esa voz interior, que actúa como el angelito o el diablito que nos aconseja qué hacer a cada momento. También nos susurra sigilosamente si algo o alguien es “bueno” o “malo” en relación con nuestra propia historia de vida.

¿Cómo es la calidad de tu diálogo interno? ¿Una prisión mental, que anula, condena y se centra en proyectar un futuro desesperanzador? O un “maestro interior”, que te ayuda a encontrar oportunidades, te anima, te apoya y te ayuda a construir.

Generalmente, llegamos a pensar que somos prisioneros de nuestra programación, y se nos olvida que nosotros somos los programadores: somos quienes estamos a cargo de qué cosa integramos a nuestro programa. Esto sucede porque no filtramos ni elegimos en qué o cómo queremos interpretar las cosas.

Para poder volver a estar a cargo de nuestras acciones con conciencia, requerimos gestionar nuestro programa interno, ese programa que nos hace interpretar cada circunstancia. La Programación Neurolingüística nos recomienda, para esto, conocer cómo funciona el mecanismo de interpretación y de emisión de juicios de valor, que nos provocan reaccionar de manera inconsciente frente a los estímulos externos. Este mecanismo actúa de esta manera:

Primero, genera un significado de acuerdo con nuestros propios marcos de referencia, es decir, a través de nuestro sistema de valores personales y de nuestro sistema de creencias.

Segundo: proporciona un diagnóstico de acuerdo con resultados anteriores en situaciones similares o de las creencias de otras personas que se han quedado en nuestra mente.

Y tercero: dicta un veredicto, bueno o malo, que va de acuerdo con el diagnóstico que nuestra mente generó. Eso, por consiguiente, proyectará un resultado imaginario a futuro dentro de nuestra mente, el cual condicionará nuestras emociones y nuestras acciones a “cumplir el diagnóstico”, de manera inconsciente, cuando no estamos acostumbrados a ir a nuestro interior, tomar conciencia y cuestionarnos. Entonces, nos convertimos en el dictaminador y en quien cumple la sentencia.

En este día te invito a que pongas atención a tu diálogo interno, para que puedas darte cuenta de cuál es tu programación: cuáles son tus creencias dominantes, cuáles son tus juicios predominantes y puedas empezar a tener claridad si te sirven o no. Tal vez te darás cuenta de por qué tu vida ha generado los resultados que has estado obteniendo. Y si quieres ir más allá, también puedo ayudarte, a través del poder del coaching, a hacer una nueva reprogramación que te conduzca hacia el éxito y el futuro brillante que ya está para ti, esperando sólo a que cambies el color de los cristales con los que observas.

 

coachteylealg@gmail.com

 

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El Heraldo de Saltillo
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