PERMITE QUE TU PASIÓN TE ENCUENTRE

Cuando descubrimos que tenemos una habilidad o algo que contribuye con valor a los demás o a nosotros mismos, nos invade una fuerza poderosa: una energía que recorre cada átomo de nuestro ser, haciendo que nada ni nadie nos pueda detener, que nos lleva a que nos esforcemos en perfeccionarlo al máximo. Esa fuerza motora es conocida como PASIÓN, esa pasión que nos vuelve imparables.

En diferentes ocasiones en nuestras vidas, encontramos algo que nos apasiona y nos genera mucho entusiasmo hacer. Tal vez un nuevo negocio, un objetivo personal o familiar, comenzar una relación de pareja, o generar algo nuevo para nuestra familia. A cada momento, nos encontramos en la puerta del camino del emprendimiento. Entonces, tomamos la decisión de darle para adelante, pare donde pare y tope donde tope, y le ponemos toda el alma para lograrlo con éxito.

Recuerda que, para tener éxito en ese nuevo emprendimiento, ya sea un nuevo trabajo, un negocio o una nueva relación, existe un factor que hará toda la diferencia: nuestra pasión. Y ésta, a su vez, se encuentra determinada por el grado de desarrollo de nuestra mentalidad y de nuestros recursos internos, que influyen mucho más que los recursos económicos o las habilidades para lograrlo.

Generalmente, cuando comenzamos un proyecto nuevo, cometemos un error: nuestra principal motivación se enfoca más en la emoción que nos produce lo que vamos a obtener a cambio, que en el valor que vamos a ofrecer a los demás y en los factores internos que necesitaremos desarrollar no sólo para alcanzarlo, sino para poderlo sostener. Y entonces, cuando toca el tiempo de enfocarnos en ellos, ese tiempo de trabajar en nosotros mismos, sentimos que la pasión disminuye.

Hemos aprendido que cuando arrancamos un nuevo objetivo, primero requerimos medir cuáles van a ser las ganancias y los beneficios, luego compararlos con lo que vamos a invertir, ya sea tiempo, dinero y esfuerzo, y según el resultado de esa comparación, tomaremos la decisión de si vale la pena o no hacerlo.  Si la inversión es mayor que la ganancia, no conviene invertir, y a la inversa. Eso es lógico. Pero se nos olvida incluir, tanto en las ganancias como en las inversiones, algo que es sumamente importante: la inversión y la ganancia del aprendizaje y del crecimiento. Al dejarlos de lado, no nos damos cuenta de que, sin ser conscientes, apartamos nuestra capacidad de sostenerlo en el tiempo; es decir, si no invierto en ellos no estaré a la altura de alcanzar mi objetivo y, más allá, de poder sostenerlo durante el tiempo.

Lo explico: si comienzo a correr, tal vez pueda correr 5 o 10 km la primera vez que lo intente, pero eso no quiere decir que, como ya corrí los 10 km una vez, TODAS las veces que vaya a correr nuevamente lo voy a lograr, o en cualquier tipo de terreno, o con cualquier clima. Para poder hacerlo, necesito entrenar, PREPARARME y estar a la altura de un corredor de 10 km, es decir, requiero desarrollar las habilidades y cualidades internas que me permitan sostener todos los días una carrera de 10 km.

Lo mismo pasa con mis objetivos, si sólo pienso en cómo llegar y no en cómo PERMANECER, no lo voy a poder sostener aunque tenga mucha pasión y una intención fuerte.

Para poder permanecer, necesito enfocarme primero en desarrollar mi interior, y después, alcanzar en el VALOR de contribución, que es aquello que voy a ofrecer a los demás al alcanzar mi objetivo, y que permitirá que mi proyecto guste, prospere, permanezca y que me permita que me elijan a mí antes que a mi competencia. Ya que lo tengo, requiero también desarrollar las habilidades y las actitudes necesarias para perfeccionarlo al paso del tiempo.

Te recomiendo entonces que proyectes esa pasión también al crecimiento y al valor de contribución, para que tu motivación y tu empeño también perduren. Haz cada día pequeñas acciones que generen grandes diferencias, y entonces, seas elegible siempre. Y te darás cuenta de que tu pasión te habrá encontrado a ti…

 

coachteylealg@gmail.com