COMO DECIA MI ABUELA

Que nunca nos falte…

Ya casi se cumplen dos años desde que mi muy querido amigo Paco De la Peña me dio la oportunidad de escribir en el periódico El Heraldo de Saltillo. En aquel momento no me imaginaba cuánto podía durar ni alcanzaba a dimensionar la complejidad de los temas en los que me quería enfocar, feminismo y salud mental. A medida que me fui sumergiendo en el activismo y en el autoconocimiento me di cuenta que la salud mental de las mujeres muchas veces se ve afectada por cuestiones estructurales e institucionales marcadas por una violencia machista y una discriminación sistemática en contra de las mujeres. Por esta razón decidí ahondar en el conocimiento con otras mujeres que también estaban compartiendo historias, memorias, estudios científicos y el trabajo de su vida, acerca de la violencia machista y todo lo que puede conllevar. “Que nunca nos falte la digna rabia”, sentencian las compas del colectivo Furia Coahuila, y en verdad que nunca nos falte.

Declarar una alerta de género en el estado de Coahuila implica, para el gobernador Manolo Jiménez, que tendría que estar en alerta todo el país. No puedo estar más de acuerdo con esa aseveración, y no solamente todo el país, hace mucho que tendríamos que contar con una alerta de género mundial porque las mujeres a ambos lados de los hemisferios, al norte o al sur del Ecuador, vivimos y padecemos la discriminación en razón  de nuestro sexo.

Pero como diría mi abuela “el buen juez por su casa empieza”, habríamos de empezar por Coahuila, la casa de hombres y mujeres valientes que se han caracterizado por cambiar las estructuras sociales y políticas del país cuando estas ya no funcionan.

Porque no se trata de un gobierno, no se trata de una institución, no se trata de un número más o una figura más en las protestas feministas frente al Palacio de Gobierno, se trata de establecer mecanismos reales que verdaderamente funcionen para brindar la protección a la mujer.

Pero es largo el camino, ya que, es difícil para muchos reconocer dentro de nuestros actos la violencia machista inmersa, arraigada desde lo más profundo del esquema social como lo conocemos. Porque por más que intentemos incorporar a las mujeres al ramo laboral de nada sirve si ellas ganan menos que un hombre que realiza la misma actividad, y tampoco sirve si luego son ellas mismas las que se encargan de las labores domésticas realizando una doble o hasta una tercera jornada sin recibir un salario por ello.

Si esto no nos parece machista, si no entendemos por qué una mujer después de trabajar arduamente a la par que su pareja no puede llegar a descansar de la misma forma que el varón o no puede solicitar cuidados de la misma forma en la que el varón lo hace, hay que preguntarnos ¿por qué? y más aún preguntarnos ¿cómo podemos cambiarlo?

Los cambios comienzan con acciones pequeñas pero concretas como las del colectivo Furia Coahuila cuando solicitan mediante una rueda de prensa que se decrete la alerta de género y cuando las compañeras de Mujeres que Luchan por Mujeres extienden al InMujeres un documento donde se señalan todas las violaciones a los derechos humanos de las mujeres en las cuales se ha incurrido y todas las causas por las que se acredita la necesidad de declarar la alerta de género en Coahuila.

Y todo esto sucedía mientras que en Francisco I Madero Coahuila, Cecilia perdía la vida a manos de su agresor, convirtiéndose en un número más para las estadísticas de feminicidio en nuestro estado y en una mujer más que perdió la lucha de todas por acceder a nuestro derecho a vivir una vida libre de violencia.

Desgraciadamente la violencia machista no afecta solamente a las mujeres sino a todos los sectores de la población desde el niño más pequeño hasta el adulto más mayor, porque la ausencia de una mujer en casa implica la orfandad de los hijos y muchas veces perder al principal cuidador de los adultos mayores que conforman esa familia.

Implica perder un patrimonio emocional que permita a esa familia salir adelante en un entorno sano física emocional y mentalmente. Porque esa familia quedará siempre marcada por la consiguiente violencia institucional donde ahora los actores encargados de esclarecer los hechos, servidores públicos del ramo judicial o administrativo, ejercen en contra de estas familias re victimización y violencia institucional, al negarse a esclarecer los hechos, al simplificarlos, al no realizar un protocolo adecuado para llevar al feminicida frente a la justicia.

Y no solo el feminicida, cuando el feminicidio lo entendemos como la máxima expresión de la violencia contra la mujer, como la punta del iceberg de todo lo que hay debajo de las pequeñas violencias que sufrimos constantemente las mujeres. Decía no solo al feminicida, también al acosador, al violador, al deudor alimentista, al golpeador, al padre de familia que ejerce violencia económica en contra de su mujer, al que juega con su mente desestabilizando su salud emocional.

A todos esos protege el Estado porque está compuesto en su mayoría por hombres en puestos de poder, hombres que ejercen estas mismas violencias y que no entienden que eso es violencia y por lo tanto desechan e ignoran todo aquello que tienen normalizado.

Es necesario escuchar la voz de las expertas, para nuestra fortuna el InMujeres admitió la solicitud para declarar la alerta de género en el estado de Coahuila.

Aún falta un largo trayecto por recorrer, expertas de mujeres visitarán Coahuila para revisar si, los protocolos de acción frente a la denuncia de violencia contra las mujeres existen, son viables y se llevan a cabo de la manera correcta.

Declarar la alerta de género en Coahuila sería como lo señaló el Gobernador de nuestro estado, el primer paso, antes de declarar una alerta de género a nivel nacional.

Llamamos a todas las mujeres “que nunca nos falte la digna rabia”, #NiUnaMás.

Autor

Leonor Rangel
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