NI EN CUENTA

Cada país tiene sus rarezas.

Siguiendo una tradición medieval, Inglaterra cuenta durante cinco días del mes de julio los cisnes que viven en el río Támesis y este año espera que hayan nacido los suficientes para reponer la mitad de los que murieron en 2023, por la gripe aviar.

Y mientras allá cada año cuentan cisnes, nosotros contamos cada seis otro presidente insensible ante la pobreza y la desigualdad.

Pero ninguno le llega al actual, poco respetado internacionalmente.

Y lo será menos, cuando se conozca lo que despepiten Ismael El Mayo Zambada y Joaquín El Chapito Güero Guzmán López, aprehendidos este jueves 25 en el aeropuerto texano de Santa Teresa, al que llegaron no se sabe bien a bien cómo, en un avión Beachcraft salido de territorio mexicano.

Con eso queda claro, lo descuidados que están los aeropuertos; la complicidad hacía los narcos y la desconfianza Biden a AMLO, quien se enteró de la detención horas después de ocurrida.

El gobierno gringo no ha dado detalles; el de México ignora todo y hay dos versiones contradictorias.

Una afirma, que ambos criminales se entregaron a agentes de EU con los que llevaban años negociando.

La otra, que el Chapito pactó la suya y de paso entregó a El Mayo.

Pero es poco creíble que Zambada que no había pisado la cárcel en sus 50 años de narcotraficante, se haya dejado engañar por uno de sus enemigos.

Según testigos, los agentes los recibieron en Texas con amabilidad y apretones de manos; luego los capturaron y llevaron a diferentes cárceles.

A Zambada a El Paso y a Guzmán a Chicago, donde enfrentarán cargos por conducta criminal continua, narcotráfico, lavado de dinero, posesión de armas, crímenes violentos y envíos de fentanilo a EU.

Ambos se declararon no culpables.

Frank Pérez, abogado de Zambada, aseguró a Los Ángeles Times que su cliente fue timado por el Chapito y secuestrado en México por un comando militar que tras esposarlo lo amarró, le puso una capucha negra y lo subió al avión.

Jeffrey Lichtman, abogado del Chapito, negó secuestro y pacto de entrega.

Expertos mexicanos advierten que el comportamiento de los cárteles indicará la verdad:

“Si hay violencia extrema, se fortalecerá la hipótesis de la traición; si hay calma, la rendición”.

En fin, haiga sido como haiga sido están presos, sin balazos y no se sabe si con abrazos y si el Chapito cobrará los 15 millones de dólares ofrecidos de recompensa por El Mayo y los 5 por él mismo.

AMLO y su secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, debieron admitir en las conferencias mañaneras del 26, 27, 29 y 30 de julio, su total desconocimiento sobre lo sucedido.

Recalcaron una y otra vez, como para quedar bien con el Cártel de Sinaloa al que López Obrador pidió mesura por la posible traición, que el gobierno de México “no tuvo participación en esa detención o entrega”.

Según Rosa Icela, se enteraron por una llamada de la embajada el jueves 25 en la tarde; ella receló y solicitó fotografía comprobatoria y al tenerla, se comunicó con los secretarios de Marina y Defensa, para corroborar si habían sido informados.

Lo que indica que todos estaban pasmados; porque es insólito que ellos no le hubieran hablado al ser enterados.

Añadió, que los dos narcos habían viajado en una Cessna piloteada por un señor Parker; “salió uno de México y llegaron tres a Texas”, dijo como si de un milagro se tratara.

Parker la desmintió y aseguró que un Beachcraft estaba estacionado junto a su avioneta cuando salió de Hermosillo.

Y como además de ignorantes son lentos, AMLO anunció cinco días después de lo ocurrido, que se investigará de dónde, con quiénes, y en qué condiciones, salió el avión.

Increíble desconocimiento, sobre un acontecimiento que ha cimbrado al país que gobierna.

Extraña que la foto de Zambada, con playera azul y bigote recortadito que presentó Rosa Icela sobre el momento de la detención, sea diferente a la publicada por EU, donde aparece con bigote tupido, camisa de manga larga a cuadros y un vendaje quirúrgico en el lado derecho del pecho.

Todo es ya rarísimo y puede complicarse; porque este lunes 29, un comunicado del gobierno de Biden negó la presencia de agentes estadounidenses en territorio mexicano y al día siguiente, Reforma reprodujo datos del sitio CrashOut que sostiene había militares estadounidenses en la casa de Culiacán, donde Zambada fue secuestrado.

Que cuatro de sus escoltas desaparecieron y el asesinato esa noche del ex rector de la Universidad de Sinaloa, Héctor Melesio Cuén, está relacionado con su detención.

Relata CrashOut, que una semana antes Zambada habría bajado a la capital sinaloense desde su escondite de la sierra de Durango, para atender su cáncer y que el Chapito aprovechó, para invitarlo a desayunar con Cuén.

Lo único cierto, es que en México no se sabe qué es cierto.

Y mientras los no implicados esperamos con interés, no exento de morbosidad, lo que dirán los capos sobre la complicidad y corrupción de militares y funcionarios mexicanos de los últimos gobiernos, los implicados tiemblan porque Zambada es una enciclopedia en el asunto.

En la frontera sur la semana fue también mala, para López Obrador.

Narcos que operan en Chiapas dieron a seiscientos vecinos, dos horas para abandonar sus pueblos; aterrados cruzaron a Guatemala, pero en lugar de defenderlos y mandar por ellos, les ofreció ayuda consular.

 

Autor

Teresa Gurza
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