CUANDO AMAR DUELE

En la mayoría de las ocasiones, los mayores logros en la historia son motivados por el amor. Ya sea por amor a una persona, a un país, a un resultado, a un ideal o a uno mismo, la más grande inspiración y motor de acción es el amor. El amor eleva los estándares y nos permite fortalecer y sacar la mejor parte de nosotros mismos.

La esencia de la creación es el amor. Y, como en una respiración, el amor implica un equilibrio entre dar y recibir, entre cada inhalación y exhalación. Este balance genera la gran fuerza que permite que toda la creación se sostenga bajo un orden, ese orden que nos permite evitar el caos y que, a su vez, la vida se genere y se perpetúe en la eternidad.

Pero, en diversas ocasiones, amar duele, incluso más que odiar. Amar cuesta, cuesta tanto que, al sentir que se nos niega, nos perdemos en laberintos oscuros de los cuales no sabemos cómo salir, o si requerimos salir, o cambiar, perdiéndonos en un torbellino de ideas, sentimientos y sueños no cumplidos.

Vamos marchitándonos mientras somos testigos de cómo, poco a poco, los pedazos de nuestro corazón van cayendo inertes en el suelo de la desesperanza y el vacío, y duele… duele profundamente la pérdida del objeto de nuestra inspiración, de la ausencia del aroma de los sueños no alcanzados, y de la muerte de una parte de nuestra esencia, sepultada bajo la etiqueta de que no fuimos suficientes, que no fuimos merecedores, y de la entrega banal de una parte de nosotros, sin siquiera haber sido valorada o reconocida… y nos perdemos.

¿Por qué duele amar? Bajo mi punto de vista, amar puede doler, más no provocar vivir hundidos en el sufrimiento. Si hay sufrimiento, no es amor. Es cierto que el amor requiere compromiso, un compromiso que se reafirma día con día, y requiere voluntad, esfuerzo y consciencia. El esfuerzo implica dolor: el dolor de crecer, que es muy diferente al sufrimiento de asfixiarnos por permanecer.

Es muy diferente sufrir por amor que esforzarse en fortalecer el amor, en decidir amar sin perdernos a nosotros mismos, que la muerte que implica renunciar a la totalidad de nosotros mismos. Y como amar significa aportar valor al otro y recibir valor a cambio, para permanecer en el balance y el equilibrio, al perderme, esa parte que agrega valor al otro se va también: perdemos la moneda de intercambio que permite que una sana relación tenga sentido.

Es muy importante entender que amar no significa buscar afuera algo que me haga “completo”, dejando de lado la responsabilidad de convertirme en un ser humano completo. Y caminar con una persona que, con sus fortalezas, me permita desarrollar las mías, uniendo esfuerzos, estableciendo roles, acuerdos y dividiendo las cargas, para que podamos desarrollar una visión en conjunto, en la cual, ambos podamos alcanzar esa visión, a la vez que, vamos creciendo y desarrollándonos individualmente.

¿El amor lo puede todo? Mi respuesta es: NO. Más bien, requerimos cambiar el significado de la pregunta a la siguiente frase: “Yo puedo alcanzarlo todo si tengo amor, pero ese todo  abarca sólamente lo que se encuentra en mi territorio, no en las tierras del otro”. Puedo cambiar cualquier cosa en mí, con mi voluntad, pero no puedo obligar al otro a que haga lo que a mí me conviene más. Porque, si pretendo forzar la voluntad del otro, estaría cayendo en las peligrosas aguas de la manipulación. Es por esto que es muy importante generar acuerdos, conciliar diferencias y tener la valentía de entrar en conversaciones incómodas cuando los acuerdos no se cumplen. Y, sobre todo, tener el valor de retirarme cuando no existe la voluntad de cumplirlos. Eso es realmente el amor, no sólo el sentimiento de afinidad con alguien más. Amar es un trabajo de día a día, una decisión diaria de cumplir, de permanecer y de ver por el bien del otro.

Existen muchas personas que realmente sienten que te aman, pero no saben amar: no saben realizar el trabajo que amar implica. Y ante esta encrucijada quisiera dejarte las siguientes preguntas:

¿Cuáles son los costos de permanecer así? Atado a esos sueños, a esas personas, a esos objetivos…

¿Vale no sólo la pena, sino también la alegría, la paz, la salud y la vida, seguir esforzándote?

Recuerda que, lo maravilloso de los sueños construidos sobre los cimientos del amor, es que siempre pueden alcanzarse, pero existen diversas maneras, diferentes personas y muchas formas de alcanzarlos. No renuncies a tus sueños, sólo checa si estás en el lugar correcto y con las personas adecuadas para poderlos alcanzar.

 

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Autor

El Heraldo de Saltillo
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