EL VERDADERO LÍDER

El verdadero líder pasó de ser “aquel que se encuentra a cargo”, a ser “aquel que se responsabiliza de aquellos a quienes tiene a su cargo”.

En este tiempo de cambios, de prisas y de un ambiente lleno de opiniones contrastadas, es importante reconocer que las maneras de manejarnos antes pueden resultar obsoletas e inservibles.

El liderazgo ha cambiado. Especialmente desde la transición mundial en la que nos vimos inmersos con la pandemia, y pasó de ser un liderazgo dominante, que cultiva miedo o sentimientos de inseguridad o desvalorización hacia los miembros del equipo, a ser el aglutinante que necesita detonar las habilidades y las capacidades de sus colaboradores y de los miembros a su cargo.

Es decir, pasó de ser un Liderazgo Lineal, en el que el líder estaba sólo un escalón debajo de Dios, inalcanzable e incuestionable, a ser un Liderazgo Matrixial, en el que el líder es parte, es el motor y es quien cuida al equipo. Y esta transformación del liderazgo no sólo se dio en las empresas, sino también en las familias y en las relaciones trascendentales en las que nos vimos inmersos.

El verdadero líder pasó de ser “aquel que se encuentra a cargo”, a ser “aquel que se responsabiliza de aquellos a quienes tiene a su cargo”. La transición requirió pasar de ser “el responsable de que se cumplan los objetivos”, a ser “el responsable de las personas que ahora se encuentran trabajando para lograr los objetivos”.

Tanto en las empresas como en la familia, se tomó consciencia del valor que tienen las personas que nos rodean, de nuestras propias necesidades, de nuestras aspiraciones y de las de los otros que están en conjunto.

En los trabajos, de esta manera, se impulsó la productividad, el buen ambiente de trabajo y la cultura de la empresa. De igual manera, reflejándose el nivel familiar, los padres necesitaron transformar su liderazgo y generar conexiones trascendentales con sus hijos y con su pareja. Esto aseguró la salud emocional, el sentido de pertenencia y la promoción de los valores dentro de la familia, que se verían reflejados en la sociedad. También ayudó a generar una alta autoestima y la prevención de adicciones.

Ahora, unos años después, al parecer se nos olvidó la lección, y comenzamos a usar las herramientas desgastadas y volvimos a los hábitos de antes, contrastándolos con quienes creyeron en la transición y siguen aplicando los mismos principios. ¿Cómo proceder ante este nuevo reto a nivel social?

Lo primero que te recomiendo, es que te enfoques en la visión que tienes acerca del propósito de tu empresa, llámese empresa al tu negocio o la tu familia. Y luego, lo conectes con el valor de trascendencia, es decir, con el legado, el recuerdo o la semilla que quieres dejar en el futuro. Ya con este objetivo, alinea tus valores personales a esa empresa. De esta manera comenzarás a trazar la ruta de acción enfocada en la visión, y podrás armar un plan de acción.

En segundo lugar, algo muy fácil y a la vez retador, es cuidar la calidad de tus palabras a la hora de establecer un diálogo. Para esto me gustaría lanzarte la siguiente pregunta: ¿Cómo estableces tu retroalimentación? Y más allá, pregúntate: si tuvieras que comerte las palabras que le dices a tu equipo o a tu familia, ¿te nutrirían o te intoxicarían?

Recordemos que todos los seres humanos somos buenos en esencia, todos buscamos el bien. Y que, si estamos en una posición de liderazgo, es porque tenemos la capacidad de responsabilizarnos por el entorno que nos rodea. Eso hacen los grandes líderes; si no lo crees, observa a Jesucristo, a Gandhi, a Mandela… Las personas exitosas nos muestran el camino para realizar aquello que queremos, nos lo hacen más fácil y se preocupan por el bienestar de cada miembro a su cargo. Tomemos su ejemplo y seamos líderes constructivos, de esos que dejan huella, no cicatrices.

 

coachteylealg@gmail.com

 

 

 

 

 

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
El Heraldo de Saltillo
El periódico con mayor tradición en Saltillo.