COMPETENCIA Y COOPERACIÓN

 Columna de El Colegio de Economistas de Coahuila, A.C.

 Remesas y Desarrollo Humano: Contrastes Regionales

 Por: Jonathan Flores Pérez

 Vicepresidente de Enlace Universitario

En las últimas décadas, la economía mexicana ha recibido importantes flujos de remesas enviadas por sus ciudadanos en el extranjero. Esto ha convertido a México en uno de los principales receptores de estos flujos financieros, con una tendencia creciente que ha llegado a superar los ingresos provenientes de otras fuentes, como la Inversión Extranjera Directa (IED). Por ejemplo, en 2006, los ingresos por remesas fueron de 6 mil millones de dólares, mientras que la IED se reportó en 21 mil millones de dólares. Para 2020, las remesas alcanzaron un monto de 41 mil millones de dólares y la IED fue de 28 mil millones de dólares. En 2023, México recibió 63 mil millones de dólares en remesas y 36 mil millones de dólares en IED.

Esto subraya, además de la magnitud de estos flujos, el potencial de las remesas para influir en cada una de las dimensiones del desarrollo humano (salud, educación e ingreso). Por ejemplo, al aumentar los ingresos de los hogares, las remesas pueden mejorar la capacidad de las familias para acceder a servicios de salud y educación, así como invertir en mejores condiciones de vida.

Sin embargo, los efectos son ambiguos dado que las regiones mexicanas receptoras son muy diversas y tienen características económicas, sociales y culturales muy exclusivas, lo que implica que el impacto de las remesas no sea el esperado y varíe considerablemente entre las diferentes regiones del país.

Con información del Banco de México (Banxico) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de las variables remesas (flujos de dinero que los emigrantes de origen mexicano envían a México), ingreso (ingreso promedio de los hogares), educación (años promedio de escolaridad), salud (valoración de la persona de su propia situación de salud) y pobreza (porcentaje de la población en situación de pobreza) realicé un análisis estadístico multivariado para examinar esta relación.

Los principales hallazgos evidencian que los estados de las regiones noreste (Coahuila y Nuevo León), noroeste (Baja California, BCS, Chihuahua, Sonora y Sinaloa),  y centro-noroeste (Aguascalientes, Colima, Nayarit y Querétaro) obtienen los menores ingresos por remesas al tiempo que tienen un ingreso promedio de los hogares más alto que otras regiones. Además, en general, cuentan con los niveles de escolaridad más altos, mejores indicadores de salud y aún más importante, tienen los menores porcentajes de población en situación de pobreza.

En cambio, las regiones suroeste (Chiapas, Guerrero y Oaxaca) y oriente (Puebla y Veracruz) reciben más ingresos por remesas, pero la escolaridad está por debajo del promedio nacional, el acceso a los servicios de salud es muy limitado con infraestructura médica deficiente y comparten los porcentajes más altos de la población en situación de pobreza en comparación con las otras regiones.

La región centro-occidente, integrada por Guanajuato, Jalisco, México y Michoacán, destaca como el grupo que mejor aprovecha los ingresos por remesas, reflejándose en puntajes positivos en los indicadores que conforman en desarrollo humano. Guanajuato y Jalisco se ha destacado por su crecimiento industrial, especialmente en el sector automotriz y tecnológico respectivamente, lo que ha impulsado los ingresos en la región y contribuyendo a un bienestar económico relativamente alto en comparación con el estado de México y Michoacán, que presentan contrastes más marcados, el primero beneficiándose de su ubicación estratégica, aunque también enfrenta desafíos relacionados con la urbanización y la desigualdad y el segundo luchando contra obstáculos estructurales más profundos como la inseguridad y el desarrollo.

Lo anterior hace evidente que los ingresos por remesas tienen un impacto diferenciado en el desarrollo humano de las regiones mexicanas. Mientras que algunos estados logran aprovechar estos recursos para mejorar sus indicadores, otros enfrentan barreras significativas que limitan su efectividad. Por lo que es necesario recalcar en la importancia de las políticas públicas y estructuras económicas locales para optimizar los beneficios de las remesas, sugiriendo que una estrategia integral que aborde tanto las remesas como los factores estructurales subyacentes es esencial para promover un desarrollo humano equitativo y sostenible en las regiones de México.