PLAZA CÍVICA

La rebelión contra las élites

El ascenso de López Obrador representa, de manera más general, una sublevación contra el statu quo y las élites nacionales. Sin embargo, esa misma sublevación también la vemos hoy en día en los partidos políticos de oposición, donde sus dirigentes nacionales han roto reglas largamente establecidas. Estas rebeliones parecen ser el espíritu de los tiempos, y auguran algunos buenos años de incertidumbre política.

Permanecer o cambiar ha sido una cuestión humana central a lo largo de la historia. Enarbolando esas respectivas posturas filosóficas se encuentran las corrientes políticas de derecha e izquierda, o conservadores y liberales. En México, parece haber una rebelión contra la permanencia, observada tanto en cuestiones de forma como de fondo: de forma, con la violación a las reglas no escritas de la civilidad política, y de fondo, con el quebrantamiento de las reglas escritas propias de nuestra democracia-constitucional. Las fuerzas centrípetas, aquellas que tienden al centro y que son indispensables para que funcione un régimen democrático, están cediendo terreno a las fuerzas centrífugas, aquellas que se alejan del centro porque no tienen un sistema de referencia rotatorio. Y, precisamente, son los sistemas de referencia política los que están siendo destruidos.

Morena es el partido político que ha servido como vehículo de rebelión popular. Una rebelión con alcances nacionales que ha consistido básicamente en el castigo a los partidos políticos tradicionales y sus élites políticas. Sin embargo, aunque existe un claro intento de restauración autoritaria, este hijo del priismo de antaño salió más viciado que su padre político. Porque anteriormente, los presidentes priistas no confrontaban innecesariamente y tendían a resaltar la unidad nacional, mientras que el morenismo de hoy polariza incansablemente y vive de atizar la fractura social. Y si el viejo priismo tenía vocación de Estado y estaba abierto a la negociación política, el actual morenismo tiene una propensión a la destrucción institucional y a la cerrazón política. Morena tiene mucho de PRI, pero con peores formas y más soberbia política.

No obstante, en los partidos políticos de oposición también sucede una rebelión contra las élites tradicionales. En el priismo, “Alito” Moreno amenaza con expulsar a antiguos cuadros políticos que fueron esenciales para su llegada al poder, como Manlio Fabio Beltrones. En el panismo, Marko Cortés entra en trifulca abierta con Javier Lozano y el expresidente Felipe Calderón (quien ya no es militante). En ambos casos, los dirigentes partidistas rompen reglas largamente establecidas: se reeligen constantemente a pesar de los desastres electorales continuos y, por si fuera poco, se apuntan en los primeros lugares de las listas plurinominales para obtener un escaño legislativo. El mínimo decoro político se arroja por la borda.

La estabilidad política de las últimas décadas parece llegar a su fin. Los modos relativamente corteses y la existencia de un piso político común (p. ej., un Poder Judicial independiente y meritocrático) están desapareciendo. Nuestra democracia-constitucional está viviendo una severa prueba de estrés, y ciertamente nada augura que las nuevas élites serán mejores que las de antaño.

 

fnge1@hotmail.com        @FernandoNGE

 

Autor

Fernando Nùñez de la Garza Evia
Fernando Nùñez de la Garza Evia
Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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