COMPETENCIA Y COOPERACIÓN

 Columna de El Colegio de Economistas de Coahuila, A.C.

 Trayectoria de México y lecciones para el futuro II

 Por: Ana Isabel Gaytán García

 Vicepresidenta Ejecutiva de Programas de Género

 Es difícil tratar de resumir estos siguientes años, pero concentrémonos en lo más destacado. Para 1970 la economía de México cambió, después de ser una economía dinámica, afronta su primera crisis, siendo la causa un deterioro en su modelo económico denominado desarrollo estabilizador. El 5 de julio de 1970, se llevaron a cabo las elecciones presidenciales, en las que resultó ganador Luis Echeverría Álvarez. En esa década México vivió una revolución, en la mente de millones de personas surgieron cuestiones como ¿en qué trabajar? ¿cuántos hijos se puede tener? ¿cómo debe ser la educación y la cultura? ¿qué tipo de organización política se necesita? Este proceso era necesario ya que el comportamiento demográfico se caracterizó por un incremento en la población total, un aumento en las personas que vivían en la ciudad y un descenso relativo de la población rural. Lo anterior tuvo una influencia en el desempeño político y económico, lo que a su vez se convirtió en un problema de gobierno al ejercer una presión por el control de los recursos y degradación del medio ambiente. Cuestiones que hoy en día siguen vigentes.

Pasamos de tener una población de 25 millones en 1950 a 81 millones en 1990. En 1974 el promedio de hijos por mujer era de 7 en zonas rurales y 5 en zonas urbanas. El incremento del producto interno bruto (PIB) para el periodo 1961-1981 alcanzó un promedio anual de 6.7%, la creación de riqueza en ese tiempo pudo asimilar el crecimiento de la población, uno de los más altos del mundo. Pero para el periodo siguiente de 1982 a 1988 se revierte esta tendencia: la economía no crece.

Un punto importante en el que hay que enfocarnos es que, en 1970, los productos agropecuarios representaban un 48% del valor total de las exportaciones, en 1980 contribuían con menos del 10% y para 1990 con menos del 5%.

En cambio, con la industria manufacturera es distinto, nunca aportó al producto nacional menos de 20%, y hubo momentos, como en 1970 en que su participación llegó a 23%, luego bajó a 19% en 1980 y repuntó en 1990 a casi 80%. La industrialización es el proceso más característico de todo el periodo y su impacto no puede ser sólo en términos de su peso en la economía.

La política de industrialización por sustitución de importaciones fue la estrategia que se siguió para acceder al desarrollo del país en los años posteriores a la revolución, es decir con estabilidad política, años 40, 50 y 60’s, en tiempos en que se consideraba que las características estructurales de las economías de los países definían su nivel de desarrollo y los países avanzados tenían precisamente como característica el mostrar una fuerte incidencia del sector industrial en el crecimiento económico y la vinculación con la economía mundial.

Sin embargo, esta perspectiva de acceder al desarrollo mediante la industrialización llevó a sacrificar y/o descuidar el impulso al sector agropecuario, ya que los recursos financieros y las políticas de fomento se enfocaron en la industria.

A partir de los años 80 con el modelo de apertura económica, el sector agropecuario se descapitalizó y perdió presencia tanto en la estructura económica del país como en la capacidad de generar divisas mediante la exportación. “No hay riqueza sin producción” menciona el economista Ludwig von Mises, además, la característica distintiva de una buena política económica racional es establecer como primer objetivo un sistema sostenible que resulte en una mejora continua del bienestar de la nación, pero ¿será eso posible?, una política económica que promueva el ahorro y la inversión, mejorando los métodos de educación.

La riqueza principal de un país es, sin duda, el carácter, los valores y las cualidades de sus ciudadanos. Aunque existan aun cambios que tenemos que hacer, es posible superar las crisis, la historia nos ha demostrado que es posible superar los atrasos económicos. El futuro de México permanece promisorio, siempre que el país siga implementando políticas económicas adecuadas que atiendan las necesidades de sus ciudadanos.

 

 

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El Heraldo de Saltillo
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