Es una costumbre inveterada que quienes se dedican a determinada ocupación, oficio o profesión escojen a alguno de los santos para que sea su protector y modelo de vida cristiana. El nombramiento de “Santo Patrono” se lleva a cabo en un acto paralitúrgico, de tal manera que, como ejemplo de lo anterior, se tiene que el gremio de los choferes tiene como patrono a “San Cristóbal”; los músicos a “Santa Cecilia”; en tanto que los hombres de campo, es decir los agricultores, tienen como santo patrono a “San Isidro Labrador”; la nación de España al “Santo Santiago”; los estudiantes, filósofos y educadores a “Santa Catalina de Alejandría”.
De igual manera las órdenes religiosas tiene su patrono, ejemplo de ello lo tenemos en los franciscanos, benedictinos y los predicadores, pues sus santos patronos son: “San Francisco de Asís”, “San Benito” y “Santo Domingo de Guzmán” respectivamente. Pues bien, los abogados de igual manera contamos con un santo patrono, quien fue abogado y religioso, habiendo el mismo trabajado en Bretaña. En consecuencia procederemos a dar una breve semblanza del mismo para que se tenga conocimiento del porqué se le reconoce como el santo patrono de los abogados.
Originario de kermantin de Bretaña, nuestro personaje fue conocido como “San Ivo” o “Ives de Kermantin” de familias feudales. Sus estudios los realizó en París, Francia, obteniendo el título en filosofía, teología y derecho canónico. Siendo designado al inicio de su carrera profesional como juez en el Tribunal Eucarístico, distinguiéndose por su protección a los huérfanos y la imparcialidad y bondad con la que impartió justicia, procurando siempre reconciliar a las partes en conflicto pra que no fueran a juicio, siendo reconocido por la gran bondad que siempre manifestaba por las partes y sus fallos imparciales, llegando a ser conocido como “El abogado de los pobres”.
Después de haber sido ordenado sacerdote en el año de 1284, renunció al cargo de juez y se consagró a la vida religiosa, y aun dentro de sus ocupaciones sacerdotales, la gente acudió al arbitraje en los litigios que ante las cortes tenían, por reconocer en él fallos imparciales y llenos de misericordia que durante su actuación como juez tuvo, continuando durante toda su vida como religioso, asesorando y defendiendo a la gente que acudía ante él, por lo que fue ampliamente reconocido como ya se asentó como “Abogado de los pobres”.
Cuando nuestro personaje cumplió cincuenta años en 1303, el diecinueve de mayo, fallece el reconocido como “Patrono de los abogados”, siendo canonizado por sus virtudes en el año de 1347, siendo famosos los versos que le dedicaron al mismo con los que concluimos esta colaboración:
“San Ivón era bretón,
abogado y no ladrón,
entonces la admiración”.
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