Ciudad de México.- Dicen por ahí que en París todo es posible, pues la ciudad cuenta con una magia inexplicable que puede provocar que los sueños “inalcanzables” se conviertan en realidad. Así fue para Delia Santibáñez, una atleta amateur que pisó suelo francés desde hace 15 años y, pese a un accidente que sufrió durante su juventud en el que perdió la mitad de su pierna derecha, ha logrado conquistar la capital más bella del mundo con su energía y su entusiasmo.
Primero con una maestría, luego un matrimonio, después un trabajo y finalmente su hija Andrea han sido los factores que continúan empujando a Delia a vivir una aventura parisina que le ha permitido ser feliz durante estos años, a la que ahora se suma la oportunidad de sostener la antorcha olímpica.
Luego de la convocatoria lanzada por Coca Cola para participar como portador de la llama olímpica, la atleta de 40 años fue una de las 146 seleccionadas y el próximo ocho de julio correrá con este símbolo en la ciudad de Blois, al oeste de Francia, famosa por albergar numerosos castillos a su alrededor.
Originaria de Guerrero, Delia llegó por primera vez a Francia como niñera de una familia que la acogió como a uno más de ellos y, más allá de tratarla diferente, la cuidaron y buscaron la manera de proporcionarle la atención necesaria para que tuviera una vida normal, como ha sido hasta el momento gracias a su prótesis.
Su proceso para llegar a ser una atleta amateur comenzó junto a su rehabilitación y proceso de entrenamiento para poder llevar una prótesis, debido a que los mismos médicos le recomendaron que musculando su pierna sería más fácil acostumbrarse, pero sobre todo para no lastimarse.
En este camino, una de sus inspiraciones fue la chihuahuense Perla Bustamante, una medallista paralímpica que compitió en Atenas y China, en 2004 y 2008, respectivamente, a quien conoció en el consultorio de un famoso protesista para atletas cuando solo tenía 19 años.
“Ella también perdió la pierna y estaba ahí Ella me dio muchos ánimos, porque yo pensaba que feo es esto y ella me decía ‘tú vas a volver a caminar bien, tú vas a estar muy bien’”.
“(Perla) me dio mucha motivación porque yo decía si ella puede, yo también voy a poder”, contó Delia.
A pesar de ello, el trabajo psicológico que la guerrerense tuvo que atravesar para aceptarse no fue fácil, pues durante varios años ocultó su discapacidad y se limitó a salir, incluso a la playa, con pantalón o faldas largas en un intento de evitar las miradas de las personas.
“Me escondía. Me compré unas botas negras y mi mamá me hizo una tipo prótesis para cuando íbamos a los centros comerciales, yo iba en silla de ruedas y yo no quería que la gente se me quedara viendo porque, pensaba, la gente se te queda viendo cuando no tienes un miembro”. “Me escondí mucho tiempo, me escondí años, siempre escondí mi prótesis, siempre me ponía pantalones hasta que nació (mi hija) Andrea, dije ¡ya basta!”, destacó.
Cuando Delia aceptó su discapacidad y se dio cuenta de que no era un impedimento para hacer las cosas que le gustaban, los retos comenzaron y se propuso varios que la llevaron a enfrentarse a sí misma, pero también a descubrir que sus ganas por comerse al mundo nunca desaparecieron.
“Sí, soy diferente, pero hago las cosas como una persona normal, incluso la gente, mi familia, ni siquiera se acuerdan que tengo una prótesis y yo decía, una día haré una carrera y me empecé a entrenar, aunque me lastimé porque no sabía correr con prótesis, conocí a una señora y nos entrenamos juntas para hacer la Parisien, que consta de siete kilómetros y es de puras mujeres”.
“¡Y lo logramos! ¡Hicimos los siete kilómetros en una hora 15! Comenzamos con dos horas y cacho, y dije ¡lo hice! ¡Hice los 7 kilómetros!”.
Han pasado ya casi 10 años desde que Delia comenzó a darle un giro a su nueva vida e, incluso, en su trabajo tuvo participaciones en pláticas de empleados con discapacidad, pues, afirmó, «hay mucha gente que por vergüenza no lo habla, no acepta que tiene una discapacidad y, por lo tanto, no logran tener las condiciones adecuadas para realizar bien su trabajo».
Esta motivación por apoyar a más personas en la misma condición la llevaron a abrir su página Delicourage, donde busca mostrar cómo vive una persona con discapacidad, pero sobre todo sensibilizar acerca del tema.
“Empecé a hablar con la gente de mi discapacidad, porque no lo hablaba ni siquiera, no me gustaba hablarlo, eso me cambió mucho y por eso abrí una página en Facebook para mostrarle a la gente cómo vive una persona con discapacidad y sensibilizarlos”.
“Creo que esa es una gran ayuda para la gente, me gusta ayudarlos porque cuando no tienes las herramientas para hacer las cosas es muy difícil levantarse y yo no tuve eso, no existía Instagram, Facebook no era tan popular, no era tan accesible el internet”, expuso.
Mostrarse al mundo ha sido parte de un trabajo duro, pero haber sido elegida como portadora de la antorcha olímpica le ha hecho saber que su esfuerzo sigue dando frutos y, añadió, gracias a esa oportunidad se han sumado más proyectos a su vida.
“Llevar la antorcha es una experiencia única, quién sabe si la vuelva a hacer en este tiempo, me causa mucha felicidad Cuando estoy triste recuerdo que voy a llevar la antorcha olímpica y platicarlo me pone muy feliz”. (AGENCIA REFORMA)
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