Un maestro alguna vez me dijo; “cada día es una oportunidad para hacer las cosas mejor.” Y otro día agregó “las oportunidades tocan la puerta muy despacito”.; ideas que me permiten pensar que la vida es como un juego de ajedrez.
Somos el resultado de las decisiones que tomamos; todo suma, resta, multiplica o divide. En cualquier campo; en lo físico, lo espiritual o lo mental.
Los juegos como el ajedrez, al igual que la lectura; son actividades que te permiten entrenar el campo de la lógica y la prolijidad. Así que es importante utilizarlos como una forma de entretenimiento saludable.
Por ello, y gracias a un amigo; me permito recordar el funcionamiento de las piezas de ajedrez. Para empezar, el tablero tiene 8 filas y 8 columnas; simbólicamente muy asociado a la infinidad del Universo. Por lo cual se constituyen 64 casillas iguales que llevan el nombre de escaques.
Hay escaques negros y blancos, así como en la vida hay cosas buenas y malas. El tablero es cuadrado y nos recuerda que siempre hay un límite en cada horizonte. Para empezar a jugar el tablero divide a los jugadores que están frente a frente, el escaque más próximo a la mano derecha del jugador debe ser blanco.
Cada jugador tiene 16 piezas; 8 peones, dos alfiles, dos caballos, dos torres, la reina y el rey. Los peones son los primeros en estar al frente y están limitados a moverse máximo dos casillas en el movimiento inicial, y una en el resto del juego; no pueden capturar de frente y lo tienen que hacer en diagonal. Representan el sacrificio, recordemos que comúnmente son utilizados para tomar el centro del tablero.
Cada alfil se mueve en diagonal tanto como lo deseé siempre y cuando no haya sido bloqueado por una pieza del mismo jugador. El caballo es la única pieza que puede saltar a otras y se mueven en forma de “L”; representan la valentía y la verdad. Las torres pueden moverse tanto como deseen a la izquierda o a la derecha; siempre y cuando lo hagan en línea recta.
La reina es la pieza más poderosa, representa la sabiduría y la prudencia. puede desplazarse en cualquier dirección y cuantas casillas se quieran; su desplazamiento es la suma del movimiento de las torres y los alfiles. El rey es la pieza más importante, pero tiene un movimiento muy limitado, se mueve una a la vez en cualquier dirección, ya que el objetivo del juego es darle “jaque mate” al del enemigo, es decir, hacer que se rinda.
Así, es que se conforma el juego, cuya práctica te obliga a tratar de pensar más allá de lo evidente, calculando el resultado de cada uno de tus movimientos, y tratando de adivinar las respuestas a éstos que dará el otro jugador.
Juan Manuel González Zapata, egresado de la Facultad de Jurisprudencia de la UAdeC.
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