Me encantan los juegos de mesa así que estoy contentísima de saber que según recientes investigaciones, jugarlos ha sido clave para el desarrollo humano.
Un artículo sobre este tema que escribió Dalia Ventura y publicó BBC Mundo este pasado 26 de mayo, empieza por mencionar los nombres que nos hemos dado como humanidad para diferenciarnos de las otras especies animales.
En otras épocas, indica la periodista citando al historiador neerlandés Johan Huizinga sobre el término que en 1758 usó por vez primera Carl von Linné, nos atrevimos a llamar a nuestra especie homo sapiens, hombre sabio.
Con el paso del tiempo caímos en cuenta que no somos tan razonables como presumíamos y se adoptó homo faber, hombre que hace.
Pero como tampoco le parece muy adecuado a Huizinga, propuso homo ludens, hombre que juega, “porque sin el juego ninguna cultura es posible”.
Coincide con su tesis el matemático y profesor de la Universidad de Oxford Marcus du Sautoy, para quien la capacidad de jugar y no la de estudiar ha sido crucial en nuestro desarrollo; porque el juego, siempre ha estado relacionado con las matemáticas y el entorno de los diferentes pueblos que los inventaron.
Y a eso dedica su libro La vuelta al mundo en 80 juegos, cuyo título se inspiró en la novela de Julio Verne La Vuelta al Mundo en 80 días y en el que recorre los muchos juegos “locos, fantásticos o adictivos” que han sido parte integrante de nuestra civilización desde sus inicios.
Y deja fuera a los deportes, con una excepción: el juego de pelota mesoamericano Pitz.
Como no conocía la palabra, la busqué en Wikipedia y leí que da nombre a un juego practicado en Mesoamérica desde el siglo XIV antes de Cristo, hasta la fecha.
Y que los mayas lo jugaban en equipos de 7 participantes con una pelota de caucho, tanto en la vida diaria como en celebraciones religiosas por sus implicaciones rituales y bélicas.
Por eso dice Du Sautoy que los juegos nos sirven como pasaportes a sitios geográficos y a tiempos pasados.
“Es extraordinario que hoy podamos jugar el juego que entretenía a los babilonios hace 5 mil años y también el videojuego de Wordle, que se convirtió en fenómeno viral y en 2023 fue jugado 4 mil 800 millones de veces”
Explica que los juegos son herramientas agradables y seguras que nos ayudan a explorar el Universo y nuestras mentes.
Y que al entender que las personas que están jugando frente a nosotros tienen mentes diferentes a la nuestra, sabemos que tomarán decisiones distintas y pensamos ‘si hago esto, ¿qué harán ellos? ‘, obligándonos a pensar y diseñar estrategias
“Jugar, es enfrentar el reto de resolver un problema, superar los obstáculos que nos ponen sus reglas y tener la satisfacción de la victoria”.
Los mejores juegos, precisa, son los que generan incertidumbre.
Aquellos en los que hasta el último momento existe la posibilidad de que cualquiera gane, los de reglas simples que dan lugar a resultados complejos, ricos y variados.
Menciona entre ellos, Serpientes y Escaleras, Backgammon y Los colonos de Catán, ideado en 1995 por Klaus Teuber un técnico dental alemán, “Alemania es la Meca moderna de los juegos”, del que se han vendido decenas de millones.
Otra de las características de un buen juego, es que todos estén involucrados todo el tiempo y no se aburran teniendo que esperar que los otros hagan sus movimientos.
Finalmente, la BBC pidió al entrevistado dar una vuelta al mundo ya no en 80 juegos como en su libro, sino en 5; sin contar los de Europa y Estados Unidos.
Y eligió:
El Ajedrez, inventado en la India; país que tiene maravillosos juegos de estrategia.
El Go de China, que se juega en un tablero de 19×19 y poco a poco los contendientes van obteniendo territorio.
El Mancala, del continente africano que existe desde hace unos 6 mil años y consiste en sacar de pequeños pozos piedras, semillas y canicas, para irlos sembrando en otros.
El Adugo, de América del Sur, cuyo nombre significa jaguar en la lengua de la tribu Bororo que viven en la región pantanal de Brasil y se parece a las Damas, con la diferencia, que sólo la pieza que representa al jaguar es negra y puede moverse por todo el tablero huyendo o matando a los perros blancos que lo persiguen.
Su quinto y último juego de estrategia fue el Mu Torere, de origen maorí; que se juega sobre un tablero con forma de estrella.
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