COMO DECIA MI ABUELA

“Ser mujer”…

Tomo prestado el espacio de mi abuela para hacer una denuncia de todos aquellos que participaron en esta elección como candidatos hombres; presentando su candidatura y sus propuestas desde la perspectiva masculina, pero identificándose ante el INE como mujeres, y porqué esta permisividad de las autoridades debe preocuparnos y ocuparnos.

Los espacios de las mujeres corren más peligro que nunca ya que, el patriarcado, ha sabido cómo aprovechar las lagunas que existen en la ley pero también, se ha valido del miedo que enfrentan ahora las instituciones a ser llamadas “discriminatorias” de los derechos humanos en nombre de una ideología que no se encuentra sustentada científicamente.

No solo nos quitan los espacios que por años hemos peleado sino que además se nos retiran los derechos que sustentan la lucha feminista desde sus inicios: el derecho a una voz.

Antes no podíamos opinar, no podíamos votar, no podíamos ser votadas. Me dirán que hoy podemos ser votadas, pero dentro de las cuotas de paridad se incluye también a los hombres que se identifican como mujeres ¿por qué? Si su experiencia frente al mundo desde el momento de nacer fue masculina, ¿por qué se piensa que hombres que se perciben así mismos como mujeres pueden representarnos?

Tenemos derecho a votar pero, ¿por quién? ¿Candidatas puestas por el dedo del patriarca?

Y si se trata de nuestro derecho a opinar, diré que nuestra opinión se encuentra ahora coptada por las masas, de tal manera que debe estar acorde a la ideología de género, de lo contrario, se nos tacha de odiantes, o como se nos llama discriminativamente «TERFAS».

Es curioso, decir que un hombre que nació hombre biológicamente sigue siendo hombre aunque intente con mecanismos artificiales y hormonales cambiar su sexo, es considerado discriminación y odio y cuando se nos llama “TERFAS” eso no es discriminación ni odio y es llamado “libertad de expresión”. ¡Qué curioso!

Hoy en día vemos hombres transformados en mujeres que son reconocidos como tales y que en virtud de esto tienen la facultad de ocupar nuestros espacios, pero también vemos tristemente como hombres sin ninguna intención de cambiar, sin ninguna identidad de género que se pueda apreciar, sin cumplir ningún requisito más que su dicho, simplemente se valieron del decir sentirse mujeres para poderse registrar como tales y de esa manera llenar las cuotas de paridad. Qué despreciable, triste y qué perverso, decir que ser mujer se reduce a un sentimiento cuando desde siempre la primera razón de discriminación hacia las mujeres es su sexo, justamente eso que ahora nos quieren arrebatar y que ahora quieren negar.

No solamente el INE y los OPLES nos fallaron, nos fallan también las universidades cuando permiten que este tipo de ideologías permeen dentro de aulas y por medio de éstas, se cancele a quienes estudian y desmienten ideologías sin sentido.

Necesitamos que se reconozca a las académicas que están luchando por nombrar a este fenómeno como lo que es, un aparato construido para borrar a las mujeres y los derechos por los que hemos luchado durante tantos años.

Aun así, a pesar de las evidencias, el INE y sus funcionarios, insisten en defender este tipo de prácticas, señalando que ellos no tienen autoridad para cuestionar la identidad “sentida” por quienes se registran para ocupar los cargos públicos. ¿Si la autoridad electoral no los cuestiona, entonces quién?

“Ser mujer no es un sentimiento” señalan los colectivos feministas que denuncian a quienes resultaron ganadores dentro de las cuotas de paridad, señalando el Fraude a la ley electoral y la violencia política contra las mujeres, ejercida al interior de los partidos al momento de designar a sus candidatos, pero también a futuro, ya que nada garantiza que en los siguientes procesos no se repita esta práctica o más aún, aumente.

La omisión de la autoridad no es solo por este momento, sino que será clave para definir el futuro comportamiento de los partidos. ¿Será que teniendo la clave para retirar los espacios a las mujeres los partidos se abstengan de estas prácticas? ¿Será que a partir de ahora nos tendremos que esperar a que los hombres se sientan hombres para poder pertenecer y acceder a los espacios que por ley nos corresponden?

 

Autor

Leonor Rangel