DOS CLASES DE JARDINES… 

En una visita guiada en Potsdam Alemania, el guía de turistas al explicar la historia del palacio de Sanssouci, comentó algo muy interesante acerca de los jardines, dijo que para los alemanes la belleza de un jardín residía en dejar que la naturaleza siguiera con libertad su acción, en cambio para los franceses la belleza del jardín dependía de como el ser humano interviniera en ella. Dos clases de jardines, dos conceptos opuestos: uno con la mínima intervención humana, y otro modelado a la imaginación e intervención del jardinero.

¿Cuál de los dos jardines sería más bello? ¿Cuál jardín sería digno de ser tomado en una foto o en un selfie? Bueno cada quien tiene su opinión y su gusto particular. Pero algo en algo estamos de acuerdo, todo jardín exige un mínimo de cuidado, si no queremos que la maleza y todo tipo de hierba termine por ocuparlo todo.

Esta comparación del jardín, era muy usada por los antiguos para expresar que lo mismo pasa con el corazón y la mentalidad de una persona, la expresión de “un hombre cultivado” que ya no se usa, hacía referencia al hombre culto, de ahí su relación con la cultura. Si al ser humano se le deja o se deja a sí mismo seguir ciegamente los impulsos de su naturaleza, para empezar ni siquiera aprendería ya no digo a escribir, ni si quiera hablar.

Según Isócrates «El hombre verdaderamente cultivado, es aquel que tiene el don de dar con la buena solución o, por lo menos, con el mal menor; con la solución más adecuada a la coyuntura, y todo ello porque sustenta una opinión justa.» El ser humano cuando no se cultiva, se descuida, y si lo hace intencionalmente es una persona, decimos comúnmente, “dejada”; el jardín de una casa que esté descuidado, es reflejo de que las personas que viven ahí son “dejadas”, y dicho jardín deja de serlo, aunque sólo tenga el nombre, y se convierte en un baldío donde los roedores hacen sus nidos. ¿Cuánto tiempo pasas cultivando y cuidando tu jardín que sería tu educación y desarrollo personal?

Solo en un terreno cultivado se pueden sembrar semillas de calidad, que se debe limpiar y regar, esto exige disciplina, método. Esto no es una pérdida de tiempo, al contrario, es la mejor inversión del tiempo, nuestra propia formación intelectual y moral, que se verá reflejada en nuestras conductas y relaciones personales y sociales. Todo jardín bien cultivado da buen fruto. Un hombre o una sociedad que no tengan deseos de cultivarse, terminaran por ser salvajes, como lo es la selva, donde impera la ley del más fuerte, y donde el grande se come al pequeño.

Para los antiguos de todas las culturas, la educación y la instrucción no era reprimir la naturaleza del hombre, era ennoblecerla. Un ser humano cultivado, es aquel que, colaborando con su propia naturaleza, la encausa para una finalidad más noble, más bella, más duradera, más provechosa, más fructífera, más feliz y plena.

 

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El Heraldo de Saltillo
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