En México, los estados con mayor incidencia en el periodo 2014-2018 fueron: Sinaloa, 27.6 casos por cada 100 mil habitantes; Colima, 23.5; y Durango, 20, expone Pavel Ernesto Rueda Orozco
Ciudad de México.- La enfermedad de Parkinson afecta principalmente a adultos mayores en el mundo; se estima que mientras más envejezca la población habrá mayor prevalencia de este padecimiento, asegura el investigador del Instituto de Neurobiología de la UNAM, Pavel Ernesto Rueda Orozco.
Actualmente más de seis millones de personas en el orbe la presentan; se calcula que para 2040 la cifra se duplique, señala el doctor en Ciencias Biomédicas al referir el artículo “Incidencia y distribución geográfica de la enfermedad de Parkinson en México”.
En nuestro país, agrega, la incidencia de este mal pasó de 8.2 por cada 100 mil habitantes en 2014, a 10.8 en 2018. Se incrementa de manera exponencial con la edad, pues en menores de 60 años fue de 3.5 por cada 100 mil habitantes; 26.9 en los de 60 a 64; y de 65.9 en mayores de 65 años.
Es muy claro que entre más aumenta la expectativa de vida, afecciones neurodegenerativas como Alzheimer y Parkinson son más prevalentes y comienzan a constituirse en problemas emergentes de salud pública, porque impactan a más personas. “En ese sentido, hay que ir atajando esos problemas a través de la investigación”, subraya.
Rueda Orozco explica que lesiona principalmente circuitos neuronales involucrados con el control de conductas motoras y el movimiento, en particular los circuitos de los ganglios basales. Se relaciona con la muerte de las neuronas dopaminergicas de la substantia nigra pars compacta.
“Es una región del cerebro con miles de neuronas que se encargan de liberar el neurotransmisor conocido como dopamina, hacia un grupo de núcleos denominados ganglios basales.
“Al morir las neuronas dopaminérgicas, los ganglios basales se quedan sin dopamina, lo que ocasiona una actividad neuronal anormal, con una ritmicidad patológica y que genera sintomatología motora muy clara: temblor, rigidez, dificultades para controlar la postura, la marcha, entre otras”, precisa el líder del Laboratorio de Neurofisiología de los Hábitos Motores.
Estos signos se presentan ya que ha muerto de 80 a 90 por ciento de las neuronas dopaminérgicas de la substantia nigra pars compacta, y el proceso degenerativo que les ocasiona el deceso no puede detenerse. “No se conoce cómo evitarlo”, remarca en entrevista con motivo del Día Mundial del Parkinson, que se conmemora este 11 de abril, fecha en que nació James Parkinson, quien descubrió esta enfermedad.
El también integrante del Sistema Nacional de Investigadores nivel II abunda que el problema fundamental es que la sintomatología motora llega a ser incapacitante y los pacientes requieren de tratamientos.
En la mayoría de los casos empiezan a funcionar estos procedimientos en alguna etapa del párkinson, y después se tienen que sustituir. Incluso, algunos llegan a ser demasiado invasivos, como los implantes de electrodos de estimulación cerebral profunda, para tratar de interrumpir las oscilaciones patológicas que se presentan, detalla Rueda Orozco.
De acuerdo con el especialista, parece ser más frecuente en los hombres, aunque no significa que la prevalencia en mujeres sea menos importante.
Los estados con mayor incidencia en México, en el periodo 2014-2018, fueron: Sinaloa, 27.6 casos por cada 100 mil habitantes; Colima, 23.5; y Durango, 20.
En tanto, los de menor prevalencia fueron: Querétaro, 4.6; Zacatecas, 3.8; y Guanajuato, 3.3 por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con el artículo citado, elaborado con base en el Sistema Único Automatizado para la Vigilancia Epidemiológica (SUAVE) de la Dirección General de Epidemiología de México.
El investigador de la UNAM subraya: además de concientizar sobre este mal, también se requiere insistir en que las personas tomadoras de decisiones y de implementar políticas públicas, apoyen la investigación en la materia.
Actualmente los estudios se enfocan en varios aspectos: se busca conocer cómo progresa, cuáles son los mecanismos moleculares neuronales relacionados en su avance, cómo van muriendo las neuronas, cuáles serían los sustratos que ocasionan su muerte, a fin de poder detener estos procesos.
Con otras investigaciones se trata de entender cómo funcionan los circuitos neuronales motores para producir conductas normales y cómo es que, en condiciones patológicas, como la enfermedad de Parkinson, se afecta su funcionalidad. “Es decir, aún sin poder entender la muerte de las neuronas, buscar algún tipo de estrategia para mantener la actividad neuronal adecuada y disminuir la sintomatología motora”, indica el académico.
Rueda Orozco refiere que su estudio es complicado porque en numerosas ocasiones se requieren intervenciones que no pueden realizarse directamente en humanos, por lo que deben probarse antes en modelos animales. En el Instituto de Neurobiología de la UNAM se realiza investigación básica en estos, principalmente en roedores, pero también en primates. (UNAM)
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