Se nota lo que comes también en el ánimo

Foto: Agencia Reforma

Monterrey, NL.- No es sólo comida, ¿sabes que tu alimentación tiene un gran impacto en cómo te sientes emocionalmente? ¿Has pensado que una nutrición deficiente aumenta potencialmente el riesgo de que desarrolles un trastorno mental?

En Estados Unidos abordan un reciente campo de investigación conocido como psiquiatría nutricional que estudia cómo los alimentos influyen en la salud mental.

La evidencia es clara: existe una conexión cerebro-intestino.

“En los últimos años ha quedado claro que la microbiota intestinal está en comunicación con el cerebro, a través del eje intestino-cerebro”, escribió un equipo de científicos en la Harvard Review of Psychiatry.

“Un creciente cuerpo de literatura muestra que la microbiota intestinal desempeña un papel determinante en una variedad de trastornos psiquiátricos, incluido el trastorno depresivo mayor”.

Especialistas en medicina funcional, psiquiatría y nutrición coinciden en que sus consultorios están llenos de pacientes que llegan con una alimentación pobre nutricionalmente y arrastran trastornos, principalmente, de ansiedad y depresión.

Los síntomas que las personas tienen a diario son fatiga, dolor de cabeza, insomnio, tristeza, irritabilidad, falta de concentración, baja productividad en trabajo o escuela.

“El 100 por ciento de los pacientes trae una malnutrición”, dice Alejandra Ibarra, psiquiatra con maestría en nutrición y quien aborda el impacto de la alimentación en los trastornos mentales.

“Con desnutrición son cerca de un 30 por ciento, que están más graves, pero todos llegan malnutridos, lamentablemente”.

La especialista explica que la conducta alimentaria de una persona está relacionada con su crianza, hábitos, compañías, amistades, forma de ser.

“Algo que vemos en los síntomas graves de los trastornos mentales es que las personas dejan de comer, que es lo más común”, indica Ibarra.

“Y eso desemboca a síntomas cada vez más severos, como la privación o la inanición o la anorexia Toma un papel sumamente relevante el hecho de conectar las conductas alimentarias en la ansiedad y en la depresión”.

Ibarra es también directora del Observatorio Nacional del Suicidio y sostiene que se han enfocado en incluir tratamientos nutricionales para los pacientes, sin embargo, resulta muy complejo un cambio de hábitos alimenticios sin el apoyo de la familia.

“Es difícil para los pacientes, por no decir imposible, que puedan hacerlo ellos solos cuando están muy muy graves”, señala la psiquiatra.

Drew Ramsey, psiquiatra y profesor clínico asistente en el Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia en Nueva York, aborda la psiquiatría nutricional y argumenta que una dieta deficiente ha sido uno de los factores principales para la actual epidemia de depresión.

Ha escrito libros como Alimenta tu salud mental y Comer para vencer la depresión y ansiedad.

Especialistas recalcan constantemente que los alimentos procesados, con alto contenido de grasa y cargados de azúcares (que son los que una persona suele comer cuando se siente triste o estresado) son los más dañinos para la salud mental.

Y por el contrario, lo más benéfico es consumir frutas, verduras, legumbres, nueces, semillas, pescado.

¿Por qué hay una conexión entre el intestino y el cerebro?

Michelle Palau, médica con posgrado en nutrición clínica y quien trabaja la medicina funcional, explica que la microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos que viven en el intestino.

Lo que sucede, añade, es que en el intestino se producen neurotransmisores como la serotonina (reguladora del estado de ánimo) y la dopamina (reguladora de la felicidad, placer).

Por lo tanto, cuando hay una deficiencia, esto impacta también en el otro lado.

“Es bidireccional la comunicación”, indica Palau, “esto significa que si yo tengo una alteración de mi estado de ánimo, por ejemplo, estrés, esto va a alterar, lesionar, modificar, mi microbiota intestinal.

“Y si a nivel intestinal yo tengo alguna modificación o alteración, se puede modificar la liberación de neurotransmisores y entonces me va a afectar a nivel cerebral”.

En su experiencia, la nutrióloga clínica comparte que el ánimo de los pacientes mejora y aumentan notablemente su energía cuando inician una alimentación diversa y colorida (frutas y verduras de diversos colores).

“Una buena calidad de alimentación es como un protector contra trastornos mentales”, recalca.

“Si me como un día un dulce o me tomo un refresco, pues claro que no me va a pasar nada, aquí es la constancia de lo que hagamos lo que realmente influye en esto”.

La nutrióloga Andrea Chávez trabaja en el Departamento de Formación para el Bienestar del Tec de Monterrey y atiende en su mayoría a estudiantes de entre 17 y 26 años.

Comparte que es frecuente recibir a pacientes jóvenes con una alimentación baja en nutrientes y con condiciones como trastorno límite de la personalidad, depresión y ansiedad.

Entre las principales problemáticas en los universitarios, agrega, es el bajo desempeño académico, dificultad para concentrarse, desmotivación y padecimientos gastrointestinales.

“Una mala nutrición va detonando que esto esté sucediendo», dice la especialista Chávez, “y con situaciones mentales emocionales en las que el paciente está muy estresado, sus niveles de cortisol, que es la hormona del estrés, están muy altos, entonces empieza a haber más inflamación.

“Y esto sumado a alimentos que son proinflamatorios, sumado a malestares, entonces entro en un círculo vicioso en el que es muy difícil salir. La alimentación sí te ayuda a ir cambiando la respuesta que va teniendo nuestro cuerpo a nivel cerebral”.

La nutrióloga del Tec de Monterrey ejemplifica que alimentos que contienen ácidos grasos Omega 3 y aminoácidos esenciales son muy importantes porque ayudan al funcionamiento y estructura de neurotransmisores del sistema nervioso.

“Una alimentación que está desequilibrada o que es deficiente o que nos lleva a una descompensación, sí puede generar que vayamos perdiendo nuestra concentración, nuestra capacidad de toma de decisiones” indica Chávez.

“Entonces sí tiene un impacto muy significativo y sí es común que por una mala alimentación se desarrolle un trastorno mental”. (AGENCIA REFORMA)