Enamorarse es mucho más que sentir el corazón palpitando a mil, mariposas en el estómago y ruborizarse.
Según el artículo de National Geographic ¿Qué le pasa a tu cerebro cuando te enamoras? que reprodujo este enero la BBC, cuando alguien nos gusta se ponen en marcha los circuitos cerebrales de la confianza y se silencian las áreas que crean distancias.
Natalia López-Moratalla, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Navarra, y cabeza de la investigación que eso sostiene, explicó que los diálogos y silencios que existen entre las neuronas atan a los enamorados por una doble vía.
Por un lado, les activan la recompensa emocional y por el otro, desactivan la desconfianza provocando que se sienta mayor atracción hacía la persona que interesa.
Bien lo dice el refrán, “el amor es ciego”, porque impulsa una serie de emociones positivas que nos llevan a empatizar y ajustar las respuestas, al mismo tiempo que la emoción oculta los defectos del otro.
La investigadora advirtió, sin embargo, que no en todas las culturas el enamoramiento se experimenta de la misma manera.
Un video realizado en esa Universidad de Navarra, muestra que “el gustar” y “el querer”, se procesan de forma separada en dos áreas del cerebro.
Y en las culturas orientales, por más enamoradas que las personas estén, sopesan la relación con más cuidado y toman en cuenta aspectos negativos más fácilmente que en nosotros los occidentales.
Eso porque, aunque las bases biológicas del enamoramiento son universales, las tradiciones como los matrimonios concertados por la familia, influyen en la evaluación que hace el cerebro.
Y también hay diferencias en cómo nos enamoramos las mujeres y cómo los hombres.
Las mujeres empleamos más la oxitocina, que es la hormona de la confianza que incrementa su nivel con las miradas y el contacto físico.
Y los hombres usan más la vasopresina, que potencia la testosterona produciendo empatías más racionalizadas y aumentándoles los estímulos eróticos.
Tampoco enfrentamos de la misma manera los celos.
Cuando el cerebro femenino capta que la relación puede estar en peligro muestra inseguridad y pánico, pero la oxitocina facilita una cierta tolerancia hacía la traición sexual y por eso las mujeres perdonamos más fácilmente.
Mientras que en los hombres se activan las áreas relacionadas con conductas agresivas y sexuales, porque la vasopresina tiene el efecto opuesto a la oxitocina: conecta las áreas del juicio y de la emoción negativa, rompiendo la confianza y fomentando el deseo de violencia física.
Esta y otras muchas investigaciones sobre el mismo tema, confirman la maravillosa sensación de plenitud y bienestar de cuando se está enamorado.
Y tal vez para pasar por ella, es que los adultos mayores chinos están yendo a Ikea a buscar pareja y según una nota de Karina Barrera aparecida este viernes 19 en el portal En Línea, les está funcionando.
A los encargados del almacén chino de esta cadena escandinava de muebles para armar y artículos para el hogar, que llegó a Beijing en 1998, les molestaba verse invadidos por personas que para aprovechar la refrigeración entraban en verano a dormir la siesta en sus sillones y camas en exhibición.
Y peor les caía la inundación de viejas y viejos que en invierno o en verano llegan semanalmente a la cafetería y se han apropiado a tal grado de las instalaciones, que llevan su propio té, bocadillos y bebidas y pasan horas dedicados a explorar si pueden conseguir pareja.
Intentaron correrlos acordonando el área, colocando carteles prohibiendo sentarse y aumentando la vigilancia, pero nada funcionó y tras diversos esfuerzos fallidos por boicotearlos, se resignaron.
De acuerdo con las estadísticas, una cuarta parte de los adultos mayores en China experimentan soledad.
Y cientos buscan disminuirla, acudiendo a Ikea a buscar pareja o simplemente socializar con gente de su misma edad.
Xu Yizhen, uno de los adultos mayores que acuden regularmente al lugar, expresó que carecen de recursos para ir a lugares más elegantes “y esta cafetería nos conviene”.
Como decía arriba, a los directivos no les hizo mucha gracia ver convertida su tienda en un club de corazones solitarios y tras algunos incidentes violentos entre chinos y guardias, a los que incluso aventaron café caliente desde sus termos, Ikea los aceptó y en lugar de acordonar los asientos, ahora se los ofrece.
Y están tan contentos, que algunos pasan las tardes de los martes en Ikea y el fin de semana van con las nuevas parejas, producto de su búsqueda de romance y convivencia en ese almacén, a lucirse en los parques cercanos.
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