En esta ocasión te platico la historia de un Saltillense que dedicó su vida a la música, me refiero a don Ismael Fuente Ramos. Nacido en la comunidad de Agua Nueva, aquí en nuestra hermosa ciudad de Saltillo, el día 15 de julio del año de 1886, fue hijo de Telesforo Fuentes Juárez y de doña Ildefonsa Ramos. Su infancia transcurrió entre instrumentos musicales. De hecho, sus primeras notas musicales fueron enseñadas por su propio padre, quien además de tener una orquesta, era el director de la banda musical del gobierno de Coahuila. Incluso cuando sólo tenía tan sólo 9 años, ya colaboraba como músico en ambas agrupaciones musicales.
En 1906 el gobierno del lic. Miguel Cárdenas organizó un reconocimiento a don Julián Carrillo, quien además de ser el inventor del Sonido 13 era el director del Conservatorio Nacional de Música y Declamación. Déjeme explicarle estimada y estimado Saltillense, que el Sonido 13 es el intervalo de 1/16 de tono, y no me pregunte más pues no tengo la menor idea de lo que significa. Durante ese evento, el niño Ismael, de tan sólo 10 años, tocó el violín. El maestro Julián quedó asombrado de la habilidad musical con la que contaba el Saltillense. Ese mismo día, el director del Conservatorio Nacional platicó con el entonces gobernador, pidiéndole una beca para Ismael.
Ismael Fuentes partió rumbo a la Ciudad de México para cursar sus estudios de música en el conservatorio, y vaya que logró perfeccionar sus notas musicales, pues llegó a ser el primer violín de la Orquesta Sinfónica Nacional. Testigo de ello es el diploma firmado por el mismísimo Presidente de la República, general Porfiio Diaz, y por el secretario de educación y cultura, el profesor Justo Sierra.
Para el año de 1916, después de casi 11 años ininterrumpidos, concluyó sus estudios, casándose en 1917 con la señorita Irene Pérez y Pérez, para regresar a Saltillo incorporándose a actividades magisteriales y de composición musical.
Don Ismael Fuentes fue maestro de música de muchos jóvenes Saltillenses, ya sea del alumnado del Ateneo Fuente, de la escuela femenil, del Tec de Coahuila y hasta del internado Vicente Suárez, siendo pionero en la organización de estudiantinas en Saltillo.
Fue galardonado en 1980 con el reconocimiento más alta que ofrece el Ayuntamiento de esta ciudad, la presea Saltillo. Asimismo, fue autor de valses como “Carlota”, “Violeta a un artista”, “Reconciliación y “Adiós, adiós”, además del himno del Ateneo Fuente.
Anécdotas hay muchas, pero la más famosa, conocida por su familia y alumnos, es la del ataúd. Don Ismael, mucho antes de su partida, diseñó su ataúd, el cual fue elaborado por Canuto Hernández, quien además de ser maestro ebanista, tocaba el violoncelo. El ataúd cuenta con adornos musicales, como un violín con un racimo de uvas en la tapa. La gente decía que el músico resguardaba dicho féretro debajo de su cama, lo cual era totalmente falso, pues se lo tenían resguardado en la funeraria Martínez.
El día 29 de mayo de 1986 casi a la edad de 100 años, el Creador requería de un violinista que tocara las notas celestiales en el paraíso, encontrando al mejor aquí en Saltillo, partiendo así don Ismael Fuentes, quien por cierto está enterrado en el panteón del Santo Cristo, en el féretro que tanto se decía que tenia resguardada bajo su cama.
Definitivamente, la historia de don Ismael Fuentes Ramos es algo muy Saltillo y que vale la pena presumir.
Autor
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Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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