FELIZ Y SANO 2024

 

Quiero empezar este nuevo año deseándoles salud, amor y tranquilidad.

Y por la importancia de los amigos para nuestra vida emocional, voy a desmenuzar una muy curiosa información que sostiene que los elegimos, porque huelen igual que nosotros.

Con lo que no estoy muy de acuerdo, porque he llegado hasta a cambiarme de perfume cuando alguna amiga me lo copiaba.

Pero seguramente soy la única a la que no le gusta oler igual que otra, porque de acuerdo con lo publicado en el portal Israel21c los investigadores Inbal Ravreby, Kobi Snitz y Noam Sobel, del Instituto Weizmann de Ciencias de ese país, están convencidos que los amigos se escogen porque despiden olores parecidos.

Los humanos, dicen, no somos tan descarados como los perros que saludan a otros perros oliéndoles, principalmente, la cola.

Pero de que los olfateamos, los olfateamos; y de ahí, el que la industria del perfume gane millonadas.

Añaden que el olor puede reducir estados emocionales o irritarnos y descubrir parentescos y enfermedades.

Recuerdo que mis papás decían que el doctor que nos atendía de chicos sabía si teníamos tos ferina o sarampión antes de subir a vernos, solo por el olor.

Bueno pues los científicos israelíes, contrataron a dos equipos de “olfateadores” humanos para que analizaran los olores de dos grupos formados por 20 parejas del mismo sexo sin ligas familiares o románticas; uno integrado por amigos, el otro por desconocidos.

Uno de los equipos debía calificar la intensidad, atractivo, atracción sexual, competencia y calidez en los olores de las camisetas y los pantalones del grupo de amigos; y el segundo hacer lo mismo, con las prendas de quienes no eran amigos.

Los resultados coincidieron en que las cosas de los amigos olían más parecido que las de los extraños.

Y los investigadores concluyeron que hacer clic con los olores ajenos, determinados por la genética y por tanto relacionados con la evolución de la humanidad, suele ser la base de las amistades.

Pero advirtieron que seguirán investigando, porque las razones para la amistad, en las que se incluyen edades, apariencia, educación, religión y raza similares, siguen siendo obscuras.

De otra investigación también sobre amigos, pero sin nada que ver con olores como la anterior, informa El País en un artículo del pasado 18 de diciembre firmado por Miguel Ángel Criado, que establece que los animales mantienen vínculos amistosos perdurables.

Y chimpancés y bonobos tienen elevada memoria social, que les permite recordar a sus amigos décadas después de estar separados; abrazarlos y besarlos al encontrarse y mostrar júbilo si los ven en fotografía.

Primatólogos, antropólogos y psicólogos de varios países, se unieron para diseñar un experimento que mostraba durante dos segundos, dos diferentes fotografías a 26 chimpancés y bonobos de zoológicos de Edimburgo, Reino Unido, Planckendael, Países Bajos) y el santuario de Kumamoto, Japón, mientras un monitor medía las reacciones de sus ojos.

Y se asombraron de que tras 26 años sin ver a su hermana Loretta y su sobrino Erin, la bonoba Louise los reconociera en fotografías; y otros bonobos y chimpancés, recordaron a compañeros del grupo al que habían pertenecido tiempo atrás.

Esta capacidad de recuerdo, que comparten con los humanos, es la base de las sociedades complejas y la idea de investigarla, surgió cuando los científicos captaron que los animales con los que interactuaban los reconocían, luego de años sin verlos.

Lo que nos consta a quienes, sin ser sabios investigadores, hemos tenido perros o caballos de los que nos hemos separado y al reencontrarnos demuestran su alegría de mil formas.

Pero volviendo a los científicos, el primatólogo de la Universidad de Saint Andrews Josep Call, precisó que chimpancés y bonobos, son los parientes más cercanos de los humanos y aunque hace entre seis y nueve millones de años que los linajes se separaron, compartimos el 98 punto siete del genoma.

Agregó que reconocer es básico para la evolución de las especies, porque permite recordar aquel lugar donde abundaba la comida o que esa serpiente es peligrosa.

Y que los humanos no solo recordamos eventos y lugares, sino que conservamos en la memoria las emociones asociadas a ellos.

“Nos gusta pensar que todo lo que hacemos es único y no lo es, otras especies como los delfines son capaces de distinguir vocalizaciones de otros delfines a los que hace tiempo no oían”, asentó.

La llamada curva del olvido, explicó, es muy pronunciada en los seres humanos los primeros 15 años que pasan si ver a alguien querido; después lo que queda, permanece para siempre.

Y las especies animales que cultivan lazos sociales se reproducen más, lo que daría una ventaja evolutiva a la amistad.

 

Autor

Teresa Gurza