“Perdón y olvido…”
El fin de año, era un pretexto más para que mi abuela sacara a relucir su lado más supersticioso, también el más alegre. Solía colocar diferentes semillas y especias en recipientes que acomodaba de manera y en lugares estratégicos de la casa, encendía velas, barría hacia afuera y mi ritual favorito, sacaba las maletas para dar una vuelta y augurarnos un año de muchos viajes. Tampoco faltaban las doce uvas, las listas de propósitos y el brindis con sidra. En alguna ocasión después de brindar, me dio el abrazo y me deseo feliz año nuevo seguido de un sonoro eructo, producto quizá del espumoso trago o de la agitación luego de correr con las maletas por toda la cuadra, de inmediato comenzamos a reír mientras mi abuela exclamaba “perdón y olvido, que fue un descuido”.
Para muchas personas, el fin del año significa una época para cerrar ciclos o, como decía mi abuela, “perdonar y olvidar” dejando atrás experiencias saladas, tristes, amargas o incómodas que sucedieron durante el año, inclusive, las redes sociales y los medios de comunicación se llenan de este tipo de mensajes y rituales, generando un ambiente de presión social para alejarse de los rencores o las experiencias que nos ocasionaron daño, pero no toda la gente actúa de la misma manera.
Para las personas que sufren de alguna condición adversa para su salud mental, este tipo de mensajes puede tener un impacto y costo emocional más alto que para el resto, pues las experiencias traumáticas más que evocarse como recuerdos, se manifiestan como sensaciones físicas desagradables y difíciles de controlar. Como señala el psiquiatra Bessel Van der Kolk en su libro El Cuerpo Lleva La Cuenta -una persona es repentina e inesperadamente devastada por un evento atroz y nunca vuelve a ser la misma. El trauma puede haber terminado, pero se sigue repitiendo en recuerdos que se reciclan continuamente y en un sistema nervioso reorganizado- por lo que no basta simplemente pedir un deseo mientras comemos las doce uvas o encender velas para dejar ir el pasado, es necesario el acompañamiento de un experto en salud mental, que se ajuste a las necesidades de cada individuo.
Estos años de pandemia, resultaron para muchos en pérdidas de amistades, pareja, familias, trabajo e incluso salud a causa de las secuelas por padecer el COVID 19; en muchas ocasiones, se agregan a la lista afectaciones a la salud mental tales cómo ansiedad y depresión. Estos padecimientos afectan el rendimiento en las actividades, de manera que las cosas de la vida cotidiana pueden parecer más pesadas o cansadas de realizar que en situaciones normales.
Además, estas fechas suelen relacionarse con cambios radicales y propósitos muy ambiciosos que, por sí solos y sin la estructura y planificación adecuadas, pueden tornarse en causas de mayor ansiedad más que en soluciones o experiencias gratificantes.
Por esto, más que “perdón y olvido” como diría mi abuela, los invito a centrarnos en el presente. Está bien soltar y sanar si es lo que nos nace, pero si no es el caso, o si cuesta un poco más, es mejor acudir a terapia y dejar en manos del experto aquello que nos aqueja. Lo mismo sucede con la planeación de propósitos u objetivos, el acompañamiento psicológico nos ayudará a esclarecer los pasos y acciones que debemos realizar para alcanzar nuestras metas, si no, estas listas se convierten en meros deseos que tachamos con frustración el próximo diciembre.
Además, podemos recordar que la competencia no está fuera, sino en nuestro interior, y en todo caso, primero nos corresponde ser compasivos con nosotros mismos reconociendo que nuestros errores o fracasos son consecuencia de malas decisiones o quizá mala suerte, pero que sin duda nos brindan valiosas experiencias para afrontar la vida futura.
Quizá más que tiempo para un cambio radical, es tiempo para decirle a nuestro yo del pasado, con todo el amor que merecemos, como diría mi abuela “perdón y olvido, que fue un descuido” y buscar ayuda cuando estemos listos. Les envío a mis queridos lectores un fuerte abrazo y deseo que este 2024 sea para ustedes un año próspero, lleno de éxito y, sobre todo, salud mental.
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