JINGLE BELLS

Cada país de cultura cristiana tiene diferentes formas y comidas para celebrar la Navidad y muchas de ellas como los adornitos que se ponen en puertas y ventanas, se originan en celebraciones paganas al dios de la agricultura.

En México desde 9 días antes del 24, hacemos “posadas” usadas por los primeros evangelizadores para atraer gente, a cambio de “aguinaldos” o regalitos.

En ellas niños disfrazados de San José y la Virgen y toda la fiesta tras ellos con velitas en las manos, que en mi niñez siempre dejaban trenzas y bucles quemados, cantan pidiendo posada para recordar que María y José viajaron desde Nazareth para empadronarse y al no encontrar sitio en algún mesón, Jesús nació en un pesebre.

Luego se rompen piñatas, ollas de barro cubiertas con papel lustroso o de china; preciosidades artesanales que se dice tienen origen chino y en uno de sus viajes Marco Polo vio que en Año Nuevo rompían la figura de un buey relleno de semillas y llevó la idea a Italia, de donde pasó a España y al Nuevo Mundo.

Otros sostienen que las heredamos de los mayas, que jugaban a romper con los ojos vendados una olla de barro llena de cacao y colgada de una cuerda; tal como hacemos con las piñatas.

Las tradicionales tienen siete picos que representan los siete pecados capitales a los que hay que apalear para desaparecerlos de nuestras vidas; y las frutas y dulces que se desparraman al quebrar la olla son, según decían desde hace 400 años los frailes del ex convento de San Agustín, en Acolman, nuestra recompensa por no pecar.

Pero los niños no están ni ahí con eso y los usan como cucuruchos donde colocar lo que logran atrapar entre los pedazos de barro.

Y actualmente se hacen de cualquier figura, hasta con las caras de presidentes odiosos como López Obrador, para desquitarse pegándoles.

Tradición muy curiosa, es la sueca: el 24 en la tarde la familia se reúne para ver la caricatura El Pato Donald y sus amigos le desean una feliz Navidad, que pasó por televisión por vez primera el 24 de diciembre de 1959.

La Navidad se festeja también, con comida especial; aunque por la desigualdad creciente no todos las disfrutan y millones, entre ellos los inmigrantes, deben acostarse sin cenar o con un simple té de hojas y un pancito.

En México según los recursos que se tengan, comemos romeritos, herencia de la cocina azteca que son yerbas cocinadas con mole, camarones secos y papitas; pavo que ya usaban los mexicas en ceremonias y tributos; pierna de cerdo, pozole, bacalao a la vizcaína, buñuelos, dulces de almendra, piñón y nuez.

Y bebemos ponche, hecho hirviendo juntos tejocote, manzana, caña, tamarindo y flores de Jamaica y servido bien caliente en jarritos y con “piquete”, alcohol, para los adultos.

Cenan pavo en Estados Unidos y otros países que han ido copiando.

En Chile, donde viví tantos años felices, celebran al aire libre con mariscos y carne asada, porque empieza el verano austral.

Una nota de El Universal afirma que los cristianos de Ghana sopa de okra, mezcla de camarones, carne de res, cebolla y aceite de palma; los franceses Coquilles de vieiras, conchitas con sus ostiones al horno, que en Chile sirven con crema y queso parmesano.

Los cristianos de la India cenan arroz biryani, pollo massala y pastel de frutas con caramelo y ralladura de coco.

En Italia, pasta horneada rellena de queso o carne y caldo de gallo capón; en Filipinas, arroz púrpura cocido al vapor con mantequilla y ralladura de coco.

En Japón casi no se celebra la Navidad, pero se ha puesto de moda cenar el 24, pollo en los restaurantes Kentucky.

Rusia se rige por el calendario ortodoxo y celebra Navidad hasta el 6 de enero, con pescados, carnes, ensaladas y pastas.

Y si costumbres y comidas son variadas, es común identificar las fiestas navideñas con la música de Jingle Bells, que según el portal Historyfacts no fue hecha para la Navidad.

La tonada fue compuesta en 1857 por James Pierpont con el título Un caballo tirando del trineo y en su casa paterna en Medford, Massachusetts, una placa dice que la compuso en una taberna.

Y no menciona el nacimiento de Cristo y ni siquiera el mes de diciembre, vean:

Suenan las campanas, suenan las campanas; suenan por todo el camino; oh, qué divertido es montar en un trineo de un caballo; suenan las campanas, suenan las campañas, vamos por la nieve en un trineo de un caballo; sobre los campos vamos riendo todo el camino; las campanas suenan sobre su cola de pelo corto, qué divertido es cantar en un trineo de un caballo.

La hizo famosa Bing Crosby como Blanca Navidad, se han vendido millones de copias y Pierpont entró por ella al Hall de la Fama.

Y cuando el 16 de diciembre de 1965, a bordo de la Gemini 6 los astronautas Wally Schirra y Tom Stafford la tocaron con una armónica, se convirtió en la primera melodía oída en el espacio.

Así son a veces las cosas.

Autor

Teresa Gurza