A LA BÁSCULA

 

BUZOS ‘CAPERUZOS’

 Aunque resulte un lugar común, qué rápido se nos fue este 2023. Ya unos días más estaremos en derredor de la mesa en la cena navideña y una semana más en la de año nuevo, y el año se nos termina, aunque como en cada uno que pasa nos deja experiencias y aprendizajes, momentos de tristeza, pero también de mucha alegría. Pero, además –también como cada que finaliza un año- nos trae la esperanza e ilusión del que está por llegar de que este va a ‘ser el bueno’, que nos va a ir mejor a todos, y uno espera que esto se convierta en una realidad para todos.

Este año que vive sus últimas horas, ha dejado como regalo para los coahuilenses, una elección en la que se renovó la gubernatura en un proceso maduro, responsable y en paz, pese a que los agoreros del desastre vaticinaban que incluso la violencia podría hacer acto de presencia. Por fortuna ni a lo largo del proceso, ni el día de los comicios, ni tampoco en el momento del traspaso de poderes, ocurrieron esos vaticinios fatalistas.

Coahuila no sólo se sigue manteniendo fuerte y firme, sino que ha dado al país una muestra de civilidad, de responsabilidad para elegir a su nuevo gobernador bajo un clima de gran estabilidad.

Atrás quedo el sexenio del torreonense Miguel Ángel Riquelme Solís, y me parece que los laguneros podemos estar tranquilos de que estuvimos muy bien representados. Llega Manolo Jiménez Salinas con el gran empuje que le da su juventud, con una visión diferente, moderna, proactiva, que hace abrigar esperanzas de que, como consecuencia de decisiones bien tomadas en junio frente a las urnas, Coahuila tiene un futuro promisorio. Y como ciudadanos, uno espera que el nuevo mandatario lleve a la entidad como lo dice su slogan ‘A pasos de gigante’.

En Coahuila se vive y respira hoy en día un ambiente de esperanza, y de confianza.

Este 2023 que ya casi termina nos dejó también en el ámbito de lo nacional, una ‘probadita’ de lo que nos espera el año entrante que será electoral, y que viviremos la elección más grande en la historia de nuestro país. Los mexicanos decidiremos en las urnas el primer domingo de junio, a quien será la primera presidenta en nuestro país, pero también se elegirán senadores, diputados federales; en ocho entidades estará en juego la gubernatura, y en todos los estados diputados locales –a excepción de Coahuila-; en algunos, presidencias municipales como es el caso de Coahuila.

De cara a la renovación de la presidencia de la república, desde el oficialismo se viene tratando de modificar la realidad, a fin de vender la idea de que este es un gobierno ‘puro y santo’ –como diría la negrita-. En el tema de las personas desaparecidas, Karla Quintana, quien fuera titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, renunció presuntamente por no aceptar la voluntad presidencial de maquillar las cifras de desaparecidos en nuestro país, porque para al presidente no puede ser posible que el suyo sea el sexenio en que más personas han sido desaparecidas.

Luego Quintana, anticipó lo que terminó de suceder, que el gobierno planeaba que fuera la secretaría del Bienestar y los ‘Servidores de la nación’, los encargados de aplicar una encuesta –casa por casa, aseguro el principal inquilino de Palacio Nacional-,  con la que se pretendía reducir la cifra de reportes de personas desaparecidas, y con ello disminuir la gravedad del problema.

Resulta que de las 110 mil 964 personas reportadas como desaparecidas en este sexenio –aseguró la secretaria de Gobernación-, 16 mil 681 han sido localizadas- algunas en prisiones, y 17 mil 834 han sido ubicadas por el simple hecho de que su nombre aparece en algún recibo de luz, agua, teléfono, peor sin ninguna prueba de que estén vivos. Es decir, están en el mismo status que antes: desaparecidos, no hay ninguna evidencia de que estén vivos. Y de las localizadas, los especialistas sostienen que esa cifra no es solamente de este sexenio, sino histórica desde que se lleva el registro de desaparecidos en el país, 1961.

Aunque la terca realidad tiene otros datos, el presidente trata a través de su narrativa, de hacer creer que en México ya no hay masacres –aunque una semana sí y otra también se registre una como la de este fin de semana en Salvatierra, Guanajuato-. Según la secretaria de Seguridad, se ha logrado revertir la espiral de violencia, pero hasta el pasado domingo en este sexenio se tienen registradas 174 mil 542 muertes violentas, la cifra más alta en la historia del país.

En las campañas nos van a bombardear de datos, de cifras, de estadísticas, pero habrá que estar atentos y corroborar cada una de ellas, porque en su mayoría y sobre todo viniendo de políticos, candidatos o partidos, buscan ‘llevar agua a su molino’ y tratar de denostar a sus ‘adversarios’, así carezcan de cualquier sustento.

Hay que mantener bien abiertos los ojos, los oídos. Ponernos bien ‘buzos’ como ciudadanos.

 

laotraplana@gmail.com

X= @JulianParraIba

 

 

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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