De plano: militantes de Morena a la Corte
Toda democracia necesita reglas escritas para funcionar. También, necesita reglas no escritas. Lo que intenta hacer el presidente Andrés Manuel López Obrador al proponer a cercanísimas suyas como ministras de la Corte no violará las reglas escritas, pero ciertamente viola las no escritas. Y eso tendrá consecuencias trascendentales sobre la viabilidad democrática del país.
“Las democracias tienen reglas escritas (constituciones) y árbitros (los tribunales). Pero estos funcionan mejor y sobreviven más tiempo, en países donde las constituciones escritas se ven reforzadas por sus propias reglas no escritas del juego. Estas reglas o normas sirven como barandas suaves de la democracia, evitando que la competencia política cotidiana se convierta en un conflicto sin restricciones”, nos dicen los politólogos de la Universidad de Harvard, Steven Levistky y Daniel Ziblatt, en su libro Cómo mueren las democracias. De entre todas las reglas no escritas que sostienen la democracia, dos destacan: toleración mutua y autolimitación institucional.
Tolerancia mutua “se refiere a la idea de que mientras nuestros rivales sigan las reglas constitucionales, aceptamos que tienen el mismo derecho a existir, competir por el poder y gobernar”, nos dicen. Sin embargo, el presidente López Obrador se encuentra alejado de esta regla crucial, al quitarle todo valor moral a la oposición, vituperar constantemente contra ella y no haberse reunido en ninguna ocasión con sus liderazgos políticos. La Corte no ha sido la excepción: López Obrador ha acusado que lo “traicionaron” los ministros Ríos-Farjat y González Alcántara, y que “no tienen convicciones, no tienen principios”, además de llamar a los ministros “vulgares corruptos”. Ante las calumnias, el presidente ha actuado en consecuencia. La falta de tolerancia mutua lo ha llevado a violar un segundo principio democrático fundamental: el de la autolimitación institucional.
Autolimitación institucional es “evitar acciones que, respetando la letra de la ley, obviamente violen su espíritu.” Todos los presidentes inclusive violan la ley, pero no de manera tan flagrante como el actual presidente: la revelación del secreto fiscal para afectar a la candidata Xóchitl Gálvez, el adelanto de los procesos electorales y las innumerables reformas que son inconstitucionales y que se encuentran en litigio, son solo algunos ejemplos. Nuevamente, la Corte no ha sido la excepción: el presidente envió ternas con ministros cercanos a él pero que finalmente demostraron su independencia (Ríos-Farjat y González Alcántara), por lo que en las siguientes ternas nominó y se eligieron a ministras que han demostrado completa sumisión (Ortiz Ahlf y Esquivel Mossa). Ante una nueva oportunidad de nominar a otra ministra, la apuesta se ha redoblado: las tres son perfiles militantes de Morena. ¿Prohíbe la Constitución esos perfiles? No. Pero ciertamente van en contra del “espíritu” de la ley, de las reglas no escritas de la democracia.
Ningún presidente del México democrático había demostrado tan poca tolerancia a los contrapesos propios de toda democracia. Ningún presidente había mostrado tan poca autolimitación institucional. Las advertencias están ahí: si esto no es una clara amenaza a la democracia mexicana, ¿qué es?
@FernandoNGE
Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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