En cualquier país del mundo que se diga democrático, es muy importante ejercer la división de poderes. Ahora bien, la idea de dividir al poder político surge en Grecia. Aristóteles argumenta que la polis (que significa las ciudades-estados de la antigua Grecia) tiene entre sus actividades dividirse en tres funciones; las personas encargadas de ellas el senado, magisterio político y tribunales, es decir, el que legisla, el soberano y el juez. Recordemos que en ese momento en Grecia no existía una democracia representativa, sino era directa entre gobernados y gobernantes. Tiempo después quiénes se dedicaron a profundizar en este concepto son dos brillantes personajes John Locke y Montesquieu.
John Locke filósofo Ingles, conocido como el padre del Liberalismo Clásico proponía dos divisiones: el legislativo y ejecutivo. El Legislativo tenía que ocuparse de elaborar leyes, impartir justicia de manera autónoma. El ejecutivo tenía dos responsabilidades una interna a todo lo concerniente al pueblo y otra externa con personas o ciudades ajenas a la comunidad, para ejercer estas funciones estaban el rey y su consejo. Estas medidas eran fundamentales para evitar el absolutismo. El escritor francés Charles-Louis de Secondat Montesquieu es considerado el padre de la división de poderes, porque desarrolla con más fundamento el concepto. Afirma que es imprescindible garantizar un equilibrio entre los poderes, como los derechos y las libertades de las personas, limitando el poder y la voluntad del Rey. Montesquieu sostenía que el hombre es irracional, sus actos son con maldad, su comportamiento es egoísta y siempre está en búsqueda del poder (cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia). No puede un solo individuo dominar el legislativo y el ejecutivo, no se puede estar concentrado el poder en un solo individuo que gobierne a voluntad, sin ningún tipo de límites y muchos menos controles.
En nuestra primera Constitución Política, la que se formuló en 1824, se prohíbe que el ejercicio de los poderes Ejecutivo, Legislativo, y Judicial, se depositarán en una corporación o persona. En su artículo 6° “Se divide el Supremo Poder de la Federación para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial” El Legislativo compuesto por dos cámaras. El ejecutivo se depositaría en un solo individuo no reelegible de inmediato, que sería el presidente de la República, quien sería suplido por un vicepresidente. El poder Judicial lo ejercerá la Suprema Corte de Justicia, los tribunales de circuito y los juzgados de distrito. La Constitución Política actual tiene dos objetivos esenciales, uno es garantizar los derechos y el segundo dividir el poder para garantizar la libertad. Por ello, en su artículo 49, señala que “El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial”. Para garantizar la democracia se divide en: el poder Ejecutivo de la nación está en manos del presidente de la República y el de cada estado en un gobernador. El poder Legislativo es el Congreso de la Unión dividido en dos cámaras: Diputados y Senadores. El poder Judicial se compone de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el Consejo de la Judicatura Federal, los Juzgados de Distrito, Los Tribunales Colegiados de Circuito y los Tribunales Unitarios de Circuito.
Quiero resaltar que la existencia de la división de los poderes es esencial, porque la separación de ellos es determinante para el buen funcionamiento de las ramas de jerarquía similar que integran el Estado, sin que una interfiera con la otra, libre de cualquier tipo de control, obstrucciones o presiones intimidatorias de ningún tipo. Las personas que integran cada uno de los poderes deben ser personas con un alto grado de honorabilidad y ética profesional. Es inadmisible el comportamiento cínico, sin escrúpulos de este señor Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Primero sale a la luz la Ley Zaldívar, con la intención de ampliar de 4 a casi 6 años su periodo como ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), durante su estancia en este organismo demostró su servilismo al Ejecutivo, tratando a toda costa que los ministros se doblegarán ante el presidente, violando la leyes que juró defender y ahora “cuál fresca lechuga” renuncia a su cargo de ministro en la SCJN, por obviamente orden del máximo mandatario de la Nación, debido a que se incorporará al equipo de trabajo de Claudia Sheinbaum. Cuando está establecido que las renuncias de los ministros de la Suprema Corte de Justicia solamente procederán por causas graves; serán sometidas al Ejecutivo y, si éste las acepta, las enviará para su aprobación al Senado.
Estimado lector, usted cree que las causas de Saldívar para dejar la SCJN ¿son graves?, por su parte, con gran procacidad el ejecutivo declaró “…presentó su renuncia y hoy envío el oficio, Si, la acepto y envío el oficio al Senado de la República que es el que le corresponde decidir” enviará una terna “a ver si tengo suerte y le atino”. El máximo mandatario se ha caracterizado por tener total dominio de las cámaras, al tener su partido la mayoría de los diputados y senadores que lo obedecen ciegamente, a ellos no les importa poner en riesgo la democracia, lo importante es ser leal presidente sin importar las consecuencias, traicionar a la Nación para buscar intereses mezquinos. Vaya que está transformando al país este señor, seremos un país decrépito, sin esperanza alguna, nuestro deber ciudadano es impedir que continué la destrucción, la corrupción, la violencia, aún podemos iniciar acciones que cambien esta grave situación y rescatemos lo más preciado que es nuestra libertad.
Autor
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Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros.
Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.
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