LA BUENA CONEXIÓN

 

El vacío es una gran oportunidad para llenarte

Debasish Mridha

 Todos hemos llegado a sentir y pensar alguna vez que la vida carece de sentido. Le llamamos comúnmente sensación de vacío. Hay quienes le añaden el adjetivo emocional, pero es incorrecto, porque no hay ausencia de emociones, sino un desaliento generalizado, inmerso en una mezcla de profunda melancolía, desesperanza y aburrimiento.

Algunos no hacen nada al respecto, porque generalmente no saben que pueden hacerlo, de manera que el vacío se extiende e invade su cotidianidad; otros tratan de huirle desarrollando patrones de comportamiento distractor, como trabajar en exceso, ir de compras o viajar; algunos más caen en adicciones y buscan emociones fuertes. Ninguna de estas opciones es la solución, por supuesto. Solo un paliativo.

Es importante no confundir el vacío con la depresión, en la que generalmente existe tormento interior y se presenta con frecuencia la idea del suicidio, mientras que la vacuidad se caracteriza por una apatía envolvente.

La depresión es un estado mental muy complejo, pero una de las cosas que podría decirse es que surge cuando nuestro subconsciente reproduce o recrea, para sanar nuestras heridas de infancia, relaciones, experiencias y situaciones que en el momento en que se produjo el daño no supimos manejar. Sin embargo, nos encontramos con que seguimos sin poder hacerlo, y en vez de preguntarnos qué no estamos comprendiendo, nos damos por vencidos, vemos en la circunstancia un golpe del destino y nos hundimos emocionalmente.

El vacío es mucho más fácil de explicar: radica esencialmente en la desconexión con nosotros mismos. Y justo por esto, es mucho más difícil de remediar que la depresión. Los seres humanos nos desconectamos de nuestra esencia a temprana edad –principalmente por inducción de nuestros educadores–, para fijar la atención en el mundo que nos rodea: condiciones materiales, relaciones y formas de desempeño social.

De este entorno pretendemos obtener la satisfacción de requerimientos materiales y necesidades emocionales por igual, lo que no es posible, por supuesto. Mientras el mundo nos provee de las cosas que necesitamos para mantenernos vivos e incluso cómodos, no hay persona, por importante que sea para nosotros, que esté en posibilidades de hacernos ni felices ni infelices. Ambas formas de sentirnos son nuestra elección. No es cambiando a los demás como alcanzamos lo que queremos, sino transformándonos nosotros en la persona que necesitamos ser para estar satisfechos.

Pero en ese camino de tratar de arrancarle a la vida lo que no tiene para darnos, nos desconectamos de nosotros mismos. Así que el vacío casi siempre está allí, solo que en ocasiones nos avasalla.

Cuando finalmente nos damos cuenta de que hay alguien dentro de nosotros, siempre dispuesto a aceptarnos como somos, lo convertimos en nuestra mejor compañía. Entonces nos damos cuenta de qué tan vacíos habíamos estado.

Reestablecer la conexión con nuestro ser cesa toda búsqueda inútil y todo extravío. El verdadero hogar es nuestro centro, ahí, en algún lugar interior ilocalizable pero claramente perceptible. Va con nosotros a donde quiera que nos dirigimos.

Solo necesitamos enfocar la atención del cuerpo hacia adentro; no hacia afuera, como estamos acostumbrados, y podremos saber, primero, lo que estamos experimentando en ese momento, aceptarlo y mirar como se transforma. Ni siquiera tenemos que hacer nada para que eso suceda. La acción es solo observar.

En este estado de percepción plena de sí mismo, que puede practicar mientras maneja, camina, espera o incluso convive con otras personas, se dará cuenta de que usted no experimenta la vida en el mundo de afuera, sino ahí dentro. Desde ahí usted observa al observador.  Se llama conciencia.

Darse cuenta de que se está dando cuenta, o sea, ser consciente de la conciencia, llena por completo el vacío interior. Usted está ahí para usted, siempre deseoso de acompañarlo con amor, entusiasmo y comprensión en todas sus experiencias, y es la única persona verdaderamente responsable de su felicidad y bienestar. Contáctela.

 

delasfuentesopina@gmail.com