CÁPSULAS SARAPERAS

Mario, el jinete de Rodeo

En esta ocasión te platico la historia de un Saltillense quien logró triunfar dentro y fuera de México en el rodeo, me refiero a Mario Galindo Figueroa, quien es bisnieto de Pedro Figueroa, cuyo nombre engalana un boulevard al norte de nuestra hermosa ciudad de Saltillo y de quien poco se sabe. Pero volvamos a la historia de los jinetes, becerros, montas, toros, rodeos y de Mario Galindo, quien tuvo el gusto por el rodeo desde niño, cuando le ayudaba a su abuelo en aquellos años, allá en el lejano rancho de Peña, lugar en el cual durante la revolución mexicana hubo un cuartel militar.

Su niñez transcurrió precisamente en el rancho, entre ganado, corrales, siembra y más. De hecho, en el patio de su casa tenía una caballeriza con tres caballos, bueno dos caballos y una yegua, la “Bonita”, el “Pájaro” y el “Alazán”. Durante los fines de semana y en las vacaciones, no perdía la oportunidad de ayudarle a su abuelo Rodolfo Figueroa a cortar nopales, dar pastura, sembrar, ordeñar vacas y otras actividades típicas del campo, para cuando terminara, dirigirse al corral de las vacas con sus primos y con ellos lazar becerros, montar tanto caballos como burros y jugar a que eran jinetes de rodeo.

Fue espectador del primer Campeonato Nacional de Rodeo que se realizó en México, el cual fue en el Lienzo Charro “El Rayito”, aquí en nuestra hermosa ciudad de Saltillo, mientras sus tíos Armando, Rodolfo y Arnoldo realizaban sus pininos en el rodeo.

Para la suerte de Mario, en el año de 1987 se anunció un nuevo Campeonato Nacional de Rodeo, con la novedad de una nueva categoría, la categoría juvenil. Al enterarse de esto, a Mario se le iluminarían los ojos, sabiendo que las puertas del rodeo y de sus sueños se empezaban a abrir.

Dos años después, en 1989, ganó el Campeonato Nacional Juvenil de Rodeo contra jinetes de Laredo, Nuevo León, Monclova y Chihuahua. En 1991 repetiría el triunfo, pero ahora sería en la Plaza de Toros Monterrey.

Fue testigo presencial, aquí en Saltillo, cuando tenía 12 años, de cuando destronaron al famoso toro Oscar, cuyas montas anunciaban en pizarrones ubicados principalmente sobre la emblemática calle de Victoria.

A los 16 años cumplidos dejó de montar en la juvenil, para iniciar en la categoría mayor, participando en distintos circuitos como lo fue el “Cuerno Quebrado”. Al cumplir 19 tuvo la oportunidad —y vaya que la aprovechó— de migrar a San Antonio, Texas, para convertirse en un jinete profesional.

Ya en los Estados Unidos empezó a participar en la organización PRCA, recorriendo toda la Unión Americana y ganando campeonatos en Amarillo, San Antonio, San Ángelo, Austin, Mission, Laredo, Mezquite, y hasta en Canadá.

Al inicio del año 2001, fue invitado por la Professional Bull Riders, PBR la cual es la organización internacional profesional más grande e importante de monta de toros en el mundo, para participar en el primer Mundial del Rodeo, donde compitió contra los mejores jinetes del mundo. En el 2006 fue finalista de la misma asociación, representado a México en Las Vegas, junto a los otros 44 mejores jinetes de rodeo del mundo.

Su andar en el rodeo no ha sido fácil, basta con recordar aquella monta en Oklahoma en la cual un toro le pegó en la cara, quebrándole el sóquet del ojo, el pómulo, la nariz y la mandíbula. Sin embargo, la pasión y el amor por los rodeos le ayudaron para que dos meses después del accidente, uno después de la operación, volviera a la monta de toros.

Mario, el jinete Saltillense, en el 2004 participó en el rodeo más grande del mundo que se realizó en Barretos, Brasil, representando a México. En ese mismo año ganó el 1er Campeonato Sudamericano de Rodeo, que se realizó en Guatemala.

Y si de sus patrocinadores hablamos, déjeme decirle estimada y estimado Saltillense que en el año 2001 la Resistol, una de las mejores marcas de sombreros, lo patrocinó convirtiéndose en el primer mexicano en formar parte del equipo Resistol. De hecho, los directivos de esta marca le dijeron: “Hay muchos latinos y gente de México que quieren camisas con tu estilo, y hemos decidido producir un sombrero Resistol llamado Mario Galindo”, llegando así a tener un sobrero con su nombre al igual que el cantante de música country George Strait.

Mario está casado con Bere, quien es hija de “Gonzalitos”, historiador y amigo de mi familia. Junto a su esposa ha procreado a tres hijos: Javier, Mario y María Paula.

Definitivamente la vida de Mario Galindo Figueroa y sus logros nacionales e internacionales en el rodeo, son algo que tenemos los Saltillenses y que vale la pena presumir.

Autor

Francisco Tobías
Francisco Tobías
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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Francisco Tobías
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona. Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas. *El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.