México e Israel: de populistas e inseguridad
Los paralelismos entre lo que sucede en Israel con lo que vivimos en México son considerables. La polarización política israelí ha traído consecuencias graves para su seguridad, algo que también sucede en nuestro país. En medio de las incontables historias de sufrimiento y dolor, sus liderazgos políticos tienen una responsabilidad significativa.
Liderazgos de corte populista han llegado al poder tanto en la nación judía como en la mexicana. Benjamín Netanyahu se ve como el irremplazable líder, aunque arrastra cargos por corrupción, lo que lo ha llevado a formar una alianza con partidos de extrema derecha para asaltar el Poder Judicial. Andrés Manuel López Obrador se ve como el líder de una Cuarta Transformación, aborreciendo todo contrapeso político. En repetidas ocasiones ha intentado tomar el Poder Judicial, aunque con relativo éxito. De los cuatro ministros que ha nominado a la Suprema Corte, dos han mostrado independencia, dos completa sumisión. Sobre los primeros, declaró: “Me equivoqué, porque hice propuestas, pero una vez que propuse, ya por el cargo o porque cambiaron de parecer, (los ministros) ya no están pensando en el proyecto de transformación y en hacer justicia, ya actúan más en función de los mecanismos jurídicos”.
Si ambos líderes han coincidido en sus políticas de dinamitar el Poder Judicial, ambos también han perseguido políticas de seguridad desastrosas. El líder judío, en su intento por controlar el Poder Judicial, ha polarizado excesivamente a la sociedad israelí: “nunca he visto nuestra seguridad nacional en peor estado” declaró el director general del Ministerio de Defensa Israelí en un mitin por la democracia, días antes de los ataques de Hamas. En México, el presidente López Obrador ha politizado a las Fuerzas Armadas al destruir el proyecto institucional que significaba la Policía Federal, poner en manos de un general los servicios de inteligencia civil, crear un cuerpo de seguridad civil (Guardia Nacional) que en realidad es un brazo más del Ejército, y conferirle mayores responsabilidades públicas a una institución que poco se encuentra supeditada a los órganos de transparencia y rendición de cuentas. Peor aún, los resultados en seguridad han sido desastrosos: se han disparado las extorsiones y el número de desaparecidos, los homicidios se mantienen sumamente elevados, y se espía a activistas y periodistas sin mayores repercusiones.
«En este momento hay muchos países en la región que tienen jóvenes descontentos, malas economías y gente en dificultades en general que ven esto como una fuente de dignidad», dice Mohammed Alyahya, un analista saudí de la Universidad de Harvard al hablar sobre la situación palestina. Y he ahí la clave: a pesar de que los mexicanos reprueban al presidente en casi cualquier política pública –incluyendo seguridad–, su popularidad sigue elevada. Con López Obrador, al menos, las clases populares le pueden picar los ojos a los pudientes.
Todos los populistas siguen recetas parecidas para debilitar la democracia liberal, y un ingrediente fundamental es la cooptación del Poder Judicial. En Israel, ocasionó una calamidad. En México, también.
fnge1@hotmail.com @FernandoNGE
Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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