Explotación responsable de ecoturismo

Se calcula que cada año mueren cerca de mil millones de aves por colisión, tan solo en los Estados Unidos, aseguró Rose Marie Menacho Odio

 

Ciudad de México.- El turismo de naturaleza daña a la fauna silvestre, razón por la cual se deben implementar medidas para reducir las afectaciones a las especies de animales por construcciones e infraestructura desarrolladas por el ser humano, señaló Rose Marie Menacho Odio, investigadora del Programa de Manejo de Recursos Naturales de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica.

Invitada a la UNAM para participar con la conferencia “Riesgos de la urbanización para la fauna silvestre en los espacios de turismo sostenible y ecoturismo”, organizada por el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad Nacional, la bióloga con posgrado en Manejo y Conservación de la Vida Silvestre actualmente estudia las colisiones de aves con ventanas en esa nación de América central.

Ante Gino Jafet Quintero Venegas, investigador del IIS; y Álvaro López López, académico del Instituto de Geografía, ambos integrantes del Seminario de Estudios Críticos del Tuismo de la UNAM; Menacho Odio destacó:

De acuerdo con la Secretaría de Turismo de México, el llamado turismo de naturaleza son los viajes que tienen como fin realizar actividades recreativas en contacto directo con esta y las expresiones culturales, con la actitud y compromiso de conocer, respetar, disfrutar y participar en su conservación.

En tanto, la Sociedad Internacional de Ecoturismo indica que este concepto “es un viaje responsable a espacios naturales que conserva el ambiente, mantiene el bienestar de las personas locales e involucra interpretación y educación”.

Menacho Odio detalló que Costa Rica, debido a su gran biodiversidad, es uno de los países que más explota el turismo de naturaleza y el ecoturismo, pero aún en esa nación existen graves afectaciones a la fauna silvestre.

Por ejemplo, en la zona de Monteverde se estilan las casas con grandes ventanales para admirar la naturaleza. “Pero las aves tienen graves colisiones con ellas. Debido a que los vidrios reflejan el paisaje, los colibríes, jilgueros, pericos, tucanes y quetzales se acercan a gran velocidad y chocan con los vidrios por lo que mueren instantáneamente”, relató.

Para evitar estos incidentes fatales, la especialista recomendó poner en las ventanas barrotes, cuerdas, adhesivos, mallas y cedazos. Aunque reducen la estética para los visitantes, avisan a los animales de la existencia de un obstáculo.

Otra afectación son las carreteras, las cuales siendo necesarias para transportar personas y alimentos son infraestructuras que fragmentan el hábitat; algunos no las cruzan y esto propicia la extinción, apuntó.

Especies como monos, tlacuaches, osos hormigueros, manigordos (felinos salvajes), osos perezosos, serpientes y hasta cangrejos son, con frecuencia, atropellados por los autos; tan solo de 2013 a 2021 hubo más de 300 animales arrollados en Monteverde, Costa Rica, informó.

Para abatir este problema, Menacho Odio mencionó algunas iniciativas de ciencia ciudadana, por ejemplo, los fotografían accidentados para crear conciencia, y la edificación de pasajes subterráneos y puentes aéreos, a fin de que los ejemplares crucen sin pasar por la carretera.

Otros daños frecuentes se propician con las redes de distribución eléctrica, cuyos cables quedan tendidos entre los árboles y postes que trepan algunos animales, como los monos, los cuales se electrocutan.

Normalmente se mueven por los árboles, pero cuando los humanos destruimos el bosque para construir, ellos usan los cables de electricidad. “Muchas mamás mono mueren dejando a sus crías huérfanas, pues las traen en su espalda, y otros primates y osos perezosos quedan heridos de sus patas, a veces sin poderse reinsertar a su ambiente”, resaltó.

Ante este problema, recomendó la poda preventiva y continua de las ramas, aislamiento de líneas eléctricas y transformadores, instalación de pasos aéreos e identificación de sitios prioritarios donde abunda la fauna silvestre.

Como medida general, incrementar las reservas y zonas protegidas donde se prohíban construcciones e infraestructura humana que destruya el hábitat.

 

Millones de aves muertas

Más adelante, la experta también ofreció la conferencia Colisión de aves en instalaciones turísticas de Costa Rica: Repensar el ecoturismo, en el auditorio Francisco Díaz Covarrubias, del Instituto de Geografía de la UNAM, donde puntualizó:

Se calcula que cada año mueren cerca de mil millones de aves por colisión, tan sólo en los Estados Unidos; otras estimaciones indican que son de 165 millones a 988 millones.

Menacho Odio apuntó que una conducta común entre las aves es el boxeo de sombra, cuando se ven relejadas en un vidrio y se “pelean”. Parece que ignoran que no se trata de un enemigo; no golpean con la cabeza, sino con las patas, es un comportamiento territorial.

Otra situación que sucede es que vuelan a gran velocidad y al golpear puede suceder que se rompan el cuello. “Lo que ocurre también tiene que ver con un problema a nivel cerebral. Al impactar, el cerebro choca con el cráneo y rebota, y al hacerlo se rompen vasos sanguíneos que provocan una hemorragia intracraneal”, puntualizó.

Algunas sobreviven, pero quedan paralíticas; ya no se pueden poner de pie. En otros casos, la gente genera ruido para avivarlas o les sopla: el ave vuela, esas personas creen haberlas salvado. Sin embargo, no es así.

“Cuando un motociclista choca, nadie le dice que inmediatamente después se monte de nuevo en su vehículo y se vaya; por el contrario, se le da tiempo. En este caso igual: hay que dejar al ave descansando, libre de estímulos, hasta que se recupere”.

Rose Marie Menacho estudió el fenómeno en Monteverde, una reserva protegida de Costa Rica. Se trata de un bosque nuboso donde se han identificado más de 400 especies de aves, entre ellas jilgueros, tucancillos verdes, quetzales, colibríes, pinzones cafetaleros, etcétera. (UNAM)

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El Heraldo de Saltillo
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