Carlos Alberto Cadena Ortiz De Montellano: La Fundación Vinte genera ‘dividendos sociales’

Sí es posible detonar la rentabilidad, el progreso económico y el impacto social. Vinte, a través de su Fundación, impulsa una cultura en pro del tejido social, fortalece los lazos colectivos y, por añadidura, genera plusvalía, mejora la calidad de vida y multiplica los beneficios para sus grupos de interés

Rescatar un espacio público genera un valor inconmensurable. El beneficio, a simple vista, va para quienes viven a su alrededor. Sin embargo, su impacto provoca grandes dividendos para otros grupos de interés. Los vecinos pueden disfrutar de un parque, un campo deportivo, al tiempo que la sociedad en su conjunto gana algo trascendental: tejido social. La Fundación Vinte es un actor central en ello. 

Fundación Vinte nació como una organización corporativa de la sociedad civil iniciando actividades el 4 de febrero del 2020, bajo el propósito de crear micro sociedades sostenibles a partir de un Plan Maestro Comunitario. Así, gracias a su intervención en las ciudades donde Vinte opera, su Fundación logra generar comunidad y, entre otras cosas, contribuye a mejorar las expectativas de vida de las personas. 

Es decir, Vinte y su Fundación generan valor para varios stakeholders, de tal forma que operan bajo los principios de la filosofía de Valor Compartido, definida por Michael Porter, profesor de la Universidad de Harvard, que se enfoca en identificar y expandir las conexiones entre el progreso económico y el social; la generación de valor económico empresarial relacionada con la creación de valor para la sociedad.

“Siempre hemos tenido muy presente que las casas que vendemos generan, en un primer momento, valor económico al cliente materializado en la plusvalía, y buena calidad de vida. Pero, también, nuestros desarrollos cuidan el ambiente, promueven la sustentabilidad y, además, generan un valor directo a la comunidad y al país”, sostiene Carlos Alberto Cadena Ortiz de Montellano, presidente de la Fundación Vinte. 

Así, el Valor Compartido ha florecido en Vinte. “Desde la fundación de la compañía este concepto estuvo presente, para generar beneficios a todos los integrantes del modelo de generación de valor”, dice Carlos Cadena. 

¿Cómo es posible conjugar la rentabilidad, el progreso económico y el progreso social? La Fundación Vinte tiene una fórmula: impulsar una cultura en pro del tejido social, para fortalecer los lazos colectivos de una comunidad, que permitan transformar positivamente a una sociedad y, mejor aún, a un país. 

EL ESPÍRITU DE HACER EL BIEN PARA TODOS

Carlos Alberto Cadena Ortiz de Montellano tenía presente la teoría de Valor Compartido en sus clases de universidad, en las que Michael Porter era una referencia académica. Sus libros lo acompañaron en su proceso formativo y así, desde tiempo atrás, construyó su propósito de construir valor para muchas personas. Al paso del tiempo, los avatares de la vida le permitieron conocer a quienes después serían sus socios en Vinte, quienes también tenían claridad del poder que tenía materializar el Valor Compartido en los negocios. 

¿Cuál es tu definición de Valor Compartido? 

El Valor Compartido es que puedas entrar en una dinámica que genere valor para todas las partes, responde Carlos Alberto Cadena Ortíz de Montellano. 

“Es una espiral de valor de 360º. Y no nada más está presente en un entorno empresarial, también puede estar en un entorno social. Yo pensaría que un ejemplo natural de Valor Compartido debería ser la familia, donde se genera una dinámica en la que todos tienen un beneficio de pertenecer a ese ecosistema. Es donde hay varios actores y todos de alguna manera enriquecen la experiencia de ser parte”, agrega.  

¿De qué forma el Valor Compartido se manifiesta en la Fundación Vinte

 En la Fundación, hay un valor muy importante que es el de la participación, dice su Presidente, quien lo explica así: 

“Nosotros, primero, encontramos un área susceptible de nuestra intervención. Luego, hacemos un trabajo con los vecinos de invitarlos a unirse a estos esfuerzos para, posteriormente, lograr que Vinte y otras empresas ofrezcan donaciones para la causa. Entonces, cuando se alinea la parte económica con la social, y hay lugar para la cultura y el involucramiento de personas de la Fundación en la comunidad, se empieza a generar esta espiral de valor. Es una especie de rehilete social que termina generando el bien, ‘dividendos sociales’ para todos los que participan”. 

¿Cómo se conecta una sociedad exitosa en la generación de ganancias?  ¿De qué forma la Fundación Vinte genera beneficios para todos sus grupos de interés? 

Es un símil muy cercano al de una empresa: ésta hace un producto a través de una actividad que genera empleos, después se vende el producto que da paso a todo un ciclo de producción (sueldos, impuestos), para después generar dividendos a los accionistas. En el tema de la Fundación Vinte, el espíritu es generar un bien social y por eso me refiero a los ‘dividendos sociales’. La gran recompensa en la Fundación Vinte está en la construcción de tejido social a través de la recuperación de espacios públicos o de actividades que sean colectivas. En ese sentido, todos los beneficios que genera en términos sociales se pueden referir como ‘dividendos sociales’. Así, por ejemplo, alguien que hace deporte en un espacio público rescatado por la Fundación Vinte mejora su calidad de vida; alguien que interactúa con otras personas en un parque habilitado por la Fundación Vinte construye tejido social, dice Carlos Alberto Cadena Ortíz de Montellano. 

LA VIRTUOSA CADENA PRODUCTIVA 

En este momento, la Fundación Vinte arrancará un programa basado en proyecciones de cine al aire libre en diferentes parques de la Ciudad de México, que tiene como objetivo ocupar y utilizar el espacio público bajo el entendido de que la ocupación sana de un espacio público es una vacuna contra diferentes fenómenos sociales que pueden retar a una sociedad. 

“Realizaremos una prueba piloto en la Ciudad de México, aunque ya lo hemos hecho en varias ciudades y funciona muy bien porque es una especie de vitamina para familias, adultos mayores, jóvenes, niños, salir y ocupar el espacio público de una forma positiva. Una proyección de cine, que pudiese ser algo tan elemental, puede ser transformacional para una comunidad”, afirma Carlos Cadena Ortiz de Montellano.  

El círculo virtuoso empresa-sociedad no es fácil de lograr. Para ello, se requieren de líderes que desarrollen competencias y nuevas formas de conocimiento, así como una mayor consideración de las necesidades y desafíos de la sociedad misma. 

Bajo esos términos, toda empresa que se precie de aplicar el Valor Compartido debe, entre otras cosas, demostrar un comportamiento responsable, garantizando el cumplimiento y la sustentabilidad del proceso productivo, fortalecer las relaciones con la sociedad civil, examinar los canales de participación junto a la sociedad y realizar inversiones a largo plazo que beneficien tanto a las comunidades como a los accionistas de la compañía, preservar el medio ambiente como base del negocio en décadas venideras y entender que el futuro de cada empresa está estrechamente unido al futuro del planeta.

Al respecto, el Presidente de la Fundación Vinte sostiene que uno de los principios de su operación está en invitar a las comunidades a ser parte de sus proyectos, en este caso la recuperación de un espacio público, con lo que generan una empatía muy especial, un reconocimiento de la colectividad, junto con la identificación de liderazgos para así transformar las voluntades en una acción. 

De esta manera, añade: “A través de esa colaboración continua es como una sociedad puede tener un mejor entendimiento y empatía hacia los problemas que le aquejan. En la medida que somos comprensivos de las situaciones alrededor de una situación social, empiezan a desenvolverse soluciones naturales”, sostiene Carlos Alberto Cadena Ortiz de Montellano. 

En ese sentido, complementa, todos los grupos de interés de Vinte (colaboradores, clientes, proveedores, socios) operan pensando en la generación de un Valor Compartido. Todos, a través de la cadena productiva, logran desarrollar una herramienta de desarrollo, agrega. 

“En el caso de la Fundación Vinte trabajamos en proyectos de largo plazo que le generen beneficios a todos los que pertenecen al entorno. En una fundación no hay accionistas pero en la nuestra sí hay beneficiarios de una acción. En la medida que generamos un impacto positivo en el tejido social creamos valor para los interesados”, dice el Presidente de la Fundación Vinte. 

Por último, Carlos Alberto Cadena Ortiz de Montellano sostiene que uno de sus principios es generar negocios sin provocar un mal para el planeta. Un daño en términos ambientales o sustentables, asegura, no genera valor, sino todo lo contrario. En la Fundación Vinte, concluye su Presidente, no hay lugar para impulsar iniciativas que destruyan al planeta.

 

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El Heraldo de Saltillo
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