Dos tipos de populismo: con cuidado
En menos de un año se va el populismo lopezobradorista, aunque no las causas más profundas que ocasionaron su llegada al poder. No sorprendería entonces que, además del muy posible cuasi-Maximato que se aproxima, fuese solo cuestión de tiempo para que otro movimiento populista asomase la cabeza en el país. Y aquí es donde entra en escena el importante estado de Nuevo León con Samuel García Sepúlveda a la cabeza, la imprescindible ficha política del presidente López Obrador en 2024.
Ante las diferencias regionales del país, de esperarse que sus liderazgos políticos tengan ciertas diferencias idiosincráticas. Lo anterior resulta positivo y sucede en básicamente todos los modernos Estados-nación: pensemos en los estados del norte y sur de Estados Unidos, así como en los regionalismos de Alemania, España e Italia. Sin embargo, también resulta de esperarse que, si surgiesen populistas en esas regiones, fuesen un tanto diferentes a pesar de compartir un común denominador. En México, lo podemos observar claramente con el populismo sureño de López Obrador y el naciente populismo norteño de García Sepúlveda.
Las semejanzas entre ambos personajes son evidentes. Comencemos con el talante autoritario, notable en el discurso polarizador y la pelea constante con los Poderes Legislativo y Judicial, sin asomo alguno de buena voluntad y disposición a negociar. Por otra parte, el tufo a nepotismo –un tipo de corrupción– se hace igualmente presente, al tener los hijos de López Obrador una presencia importante en la vida política de Morena (con los conocidos tratos turbios), y por otra parte el “destape” de la esposa del gobernador para ocupar una curul en el Senado de la República, sin ninguna experiencia pública de por medio. Ni hablar de la falta de ideología y carencia de ideas políticas, del uso del aparato estatal para perseguir a enemigos políticos (en Nuevo León es especialmente preocupante), y del despliegue constante de una actitud soberbia y prepotente.
Sin embargo, también hay diferencias notables. Si López Obrador proviene del sur mexicano y hace hincapié en la humildad económica, el origen norteño de García Sepúlveda lo impulsa a presumir y alardear de su riqueza material. El presidente de la República, por consiguiente, denigra a la iniciativa privada, viéndola como usurera desmoralizante. Samuel García, empero, la ensalza, y su carrera política sería impensable sin tener detrás de sí a un poderoso grupo de empresarios nuevoleonenses con fuertes vínculos a Palacio Nacional. López Obrador es profundamente parroquial, con cierta sensibilidad social y perspectiva de la historia nacional. García Sepúlveda exhibe sus viajes al extranjero, y tiene nada del resto.
Si el presidente de la República tiene semejanzas importantes con Hugo Chávez, García Sepúlveda las tiene con Donald Trump. Tenemos la clara advertencia de la experiencia en Venezuela, Estados Unidos y, ahora, México. Que todos aquellos que se oponen a las políticas del presidente de la República, que son muchos, no se dejen llevar por el carisma sin contenido proveniente del norte. Lo hizo Nuevo León, y lo está pagando caro.
@FernandoNGE
Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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