Elecciones 2024: la gran droga
Todo mundo habla de las elecciones, y no sin cierta razón. Porque lo que está en juego es mucho, y la competencia electoral resulta excitante y adictiva. Eso lo sabe el presidente de la República, y esa es la droga que le da todos los días a la población para esconder el caos existente en salud, educación, seguridad, y un largo etcétera.
El populismo es la politización de todo. Como bien comenta Peter Greene, destacado colaborador de la revista Forbes, la politización de todo significa “que ya no vemos los problemas como problemas que deben resolverse, sino como eventos que se deben girar para adquirir poder”. Y eso es precisamente lo que hace es el líder populista: no distinguir entre política electoral y política pública. Siempre está en campaña, y nunca deja a la población respirar de la natural polarización que toda campaña política produce. Una vez en el poder, el líder populista politiza el aparato burocrático para hacer política pública con el fin de acrecentar su poder, tirando por la borda los procesos técnicos, racionales, de toma de decisiones.
Ejemplos de la politización de las políticas públicas, y de su muy nocivo efecto en el país, sobran. En salud, destruyeron el Seguro Popular, provocando que el número de mexicanos con carencia a servicios de salud pasara de 20 a 50 millones. En seguridad, eliminaron la Policía Federal, dándole el control a las Fuerzas Armadas para encaminarnos al sexenio más sangriento en la historia reciente del país. En medio ambiente, desaparecieron innumerables institutos públicos, y redujeron presupuestos de manera notable (por ejemplo, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, PROFEPA, tiene el mismo presupuesto que en 2005). En educación, suprimieron la reforma educativa de 2016 y al Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) y, con el mal manejo durante la pandemia, provocaron un rezago educativo de dos años de escolaridad. Ni hablemos en materia de energía, infraestructura o democracia. Ni hablemos de los 800 mil mexicanos fallecidos en la pandemia por vil negligencia.
Ante este escenario, atole con el dedo. El dedo es el del presidente, y el atole son las elecciones de 2024. Todos los días, el presidente utiliza las mañaneras para hablar de las elecciones y excitarnos a todos, tapando con el dedo el enorme sol que representa el caos en política pública. Viola con total desvergüenza la ley electoral que él apoyó, convirtiéndose en el Vicente Fox al cubo de la verborrea pública, las amenazas políticas y las interferencias ilegítimas. Destapa a las llamadas corcholatas para, así, menos hablar de política pública al cierre de su sexenio. Y ahí estamos todos, imaginando quién ganará qué, en ese cautivador juego que es adivinar el futuro.
Las elecciones son la gran droga que le administra el presidente de la República a la población. Que no se hable de salud, seguridad, educación. Solo de elecciones, donde todo es más fácil: ellos son los buenos, y los demás los malos. Y solo uno ganará.
@FernandoNGE
fnge1@hotmail.com
Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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