Reciben impactos agudos, algunos causados por la naturaleza como erupciones volcánicas y, otros, por la sociedad, entre ellos shock económico y fallas en la energía
Ciudad de México.- Las ciudades ocupan solamente el dos por ciento de la superficie terrestre, pero en ellas habita la mitad de la población mundial y concentran el 70 por ciento de la economía, de las emisiones de gas y de la producción de basura global, afirmó Eugene Zapata Garesché, integrante de la Red de Ciudades Resilientes.
Sin embargo, las urbes altamente concentradas en población e infraestructura son dependientes de los gobiernos federales para allegarse de recursos económicos y plantear soluciones y políticas públicas independientes, señaló.
Invitado a la UNAM como conferencista magistral del Seminario “Ciudades y colapso climático”, organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la Universidad Nacional, Zapata Garesché explicó que la Red de Ciudades Resilientes agrupa a 100 urbes de 40 países del mundo, y propone a estos territorios como espacios de autoridad y de generación de políticas públicas inclusivas para impulsar soluciones que partan de lo local y lo colectivo para lograr soluciones globales.
“Si los seres humanos en las ciudades somos responsables de actividades críticas como el mal manejo del agua, la energía, la movilidad y la basura, también podemos ser parte de la solución”, destacó.
Ante John Saxe-Fernández, investigador del CEIICH, y Omar Ernesto Cano Ramírez, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, ambos coordinadores del Seminario, el invitado comentó que en los últimos 50 años el número de estados-nación se duplicó, hasta sumar 195 que existen actualmente.
“En el mismo periodo, las ciudades de más de 100 mil habitantes se multiplicaron por 10, y hoy existen más de 400. Además, se calcula que en 2050 habrá 538 ciudades de más de un millón de habitantes”, alertó en el auditorio del CEIICH.
El especialista dijo que en el orbe existen 200 mil nuevos urbanitas (persona que ha nacido o vive en una metrópoli) por día, cifra equivalente a un nuevo Iztapalapa cada 10 días. “En estos espacios, la urbanización ha tenido resultados contrastantes y se ha caracterizado por una enorme segregación espacial, donde los grupos marginados viven en la periferia en sitios especialmente vulnerables”.
América Latina es la región más urbanizada del mundo y sólo en la Ciudad de México y su zona conurbada vivimos 21.8 millones de habitantes, acotó Zapata Garesché, quien es licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM; maestro en Estudios sobre la Unión Europea por The London School of Economics and Political Science; y maestro en Desarrollo y Cooperación Internacional por la Université Paris-Sorbonne.
El especialista apuntó que las urbes son cada vez más vulnerables y las afectan impactos agudos, algunos causados por la naturaleza como huracanes, terremotos, inundaciones y erupciones volcánicas; y otros ocasionados por la sociedad como explosiones, fallas en energía, shock económico o accidentes industriales.
“También existen tensiones crónicas, presiones continuas o recurrentes que ponen en riesgo el futuro de la ciudad, como envejecimiento de la población, deterioro de la infraestructura, falta de diversificación económica, desigualdad social, inseguridad y desempleo”, anotó.
Comentó que en las urbes actuales hay cada vez más vulnerabilidad hídrica (sequía e inundaciones), olas de calor con islas urbanas, incendios forestales, deslaves, derrumbes, mala gestión de los residuos, una movilidad colapsada (pues están hechas para los automóviles), asentamientos informales, mala calidad del aire y contaminación de ríos, lagos y efluentes de agua.
El especialista propuso impulsar las resilientes, es decir, con la capacidad para sobrevivir, adaptarse y crecer independientemente del tipo de tensiones crónicas o impactos agudos que sufren. Estas y los gobiernos locales son uno de los principales espacios de innovación en políticas públicas para enfrentar el colapso climático.
La anticipación de riesgos ha sido poco prioritaria y suele ser sacrificada para atender asuntos de inmediato o corto plazo. “Los gobiernos nacionales son menos ágiles a la velocidad de los cambios”, sostuvo.
“El peso específico de las ciudades en el mundo aún no se ha dimensionado y su importancia crecerá en el corto, mediano y largo plazos”, advirtió.
Turismo de masas y sus consecuencias
Durante el seminario La Ciudad y sus Patrimonios, organizado por Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM, Lilia Rivero Weber, investigadora de esta entidad académica propuso:
Es necesario normar y regular el turismo de masas, así como retomar la memoria colectiva y la reapropiación patrimonial, a fin de encontrar un equilibrio entre esta actividad económica y los beneficios sociales que puede generar para las comunidades anfitrionas de estos espacios considerados patrimonio mundial de la humanidad.
Enfatizó que en el proceso de desarrollo turístico ha sido fundamental el tema de la inmediatez y de información a través de las redes sociales, al propiciar un turismo prácticamente instantáneo que motiva al de masas, además de las problemáticas y fenómenos novedosos como Airbnb, la cual ha venido a desplazar a los pobladores originarios de sus espacios de vivienda creando un conflicto de falta de habitación en el propio centro histórico.
En tanto, el especialista de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, Adrián Hernández Cordero, identificó algunos de los principales problemas: proliferación de vivienda para turismo, encarecimiento de los predios en las zonas céntricas, desplazamiento de las poblaciones originarias hacia las periferias y saturación de servicios e infraestructura pública.
En este contexto, abundó, hay que considerar que en la designación de los recintos históricos como patrimonio mundial de la humanidad existen intereses de grupos de poder, lo cual es cuestionado por los movimientos sociales que crean sus mecanismos de patrimonialización.
“Por eso resulta importante retomar, discutir y analizar las propuestas que hacen movimientos sociales como la Asamblea de Barrios de Barcelona, a favor de un turismo sostenible a través de nuevos modelos alternativos que vuelvan a instituir el equilibrio entre habitantes y turistas. Hacer un turismo diferente que no sea tan dañino para las ciudades ni para sus habitantes”, concluyó. (UNAM)
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