A LA BÁSCULA

Y el dolor de Andrés ¿cuál es?

Decía mi abuelita cuando a alguien todo le parecía mal, a todo le encontraba sólo el lado negativo, aunque no tuviera que ver con él, pero sobre todo no digería el éxito en nadie de enfrente, no podía ver sonrisas en otros rostros: a este hasta lo que no come le hace daño.

Técnica, científica o médicamente no sé cómo se debe llamar a ese trastorno, pero de que es una enfermedad, es una enfermedad. Muchas personas la padecen, pero en medio de la gran masa, suelen irse quedando aislados porque nadie quiere estar en su rededor; pero cuando el que la padece es un presidente, el problema, dirían en mi pueblo ‘varea y cambea’, porque todo lo que haga o deje de hacer, diga o deje de decir el líder de un país, tiene consecuencias y repercusiones, positivas o negativas según sea el caso, en toda la población, o al menos en las mayorías entre los que están los más vulnerables y desprotegidos.

En las semanas recientes de distintas maneras y con diferentes motivos, hemos venido comentando usted y yo en este espacio, que en lo que va del año las cosas no le han salido nada bien al principal inquilino de Palacio Nacional, lo que lo tiene irritado, molesto y, para decirlo muy clara y coloquialmente: está encabronado. Y cada vez lo está más, porque influido por ese estado de ánimo ha venido tomando decisiones que, como consecuencia de ello, se le vuelven a revertir, y en ese sentido se ha venido metiendo él solito en un círculo vicioso.

Luego que la Corte invalidó la primera parte del plan B por violaciones graves al proceso legislativo, el Presidente inició una nueva embestida en contra de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nació, particularmente contra la Magistrada Presidenta Norma Piña, aunque la votación fue de 11-2 con los votos en contra -ya se sabía-, de Loreta Ortiz y Yasmín Esquivel, ésta última sobre quien pesa la acusación de haber plagiado sus tesis de licenciatura y maestría, y cobijada siempre por el Presidente.

Algo así como al equivalente de lo que en futbol americano se le dice ‘rudeza innecesaria’, es la estrategia que ha enderezado el principal inquilino de Palacio, tras que se diera a conocer que la Asociación Internacional de Mujeres Jueces (IAWJ) le habían concedido a la ministra Piña Hernández el premio de Derechos Humanos 2023. López Obrador no solo se burló del reconocimiento al decir que esos se pueden conseguir en la Plaza de Santo Domingo –un sitio en la Ciudad de México famoso por la venta de documentos falsos: títulos, cédulas, actas de nacimiento, de matrimonio, de defunción-; no podía reaccionar de otra manera después de la virulenta campaña que ha montado en contra de la ministra, por el simple hecho de no ponerse de tapete y a las órdenes de sus caprichos, sino respetando el mandato de la Constitución.

Aunque una parte de sus discursos favoritos el Presidente dice que la venganza no es su fuerte, que no es lo suyo, siempre demuestra que reacciona con el hígado más que con el cerebro, y como sabe que la segunda parte de su plan B seguirá el mismo camino de la discusión de la primera parte, anticipa que en septiembre del año del año entrante, poco antes de dejar el cargo, volverá a presentar iniciativas, dando por un hecho que en la elección del año entrante su partido logrará en la Cámara de Diputados la mayoría absoluta, y de esa forma quedará todo aprobado.

Por la premura de que al reinicio del próximo periodo ordinario de sesiones en la Cámara de Diputados habrá rotación en los puestos directivos, y que su partido ya no tendrá más el control de la Junta de Coordinación Política ni de la Mesa Directiva, se instruyó desde Palacio a los legisladores morenistas de ambas cámaras, la aprobación ‘fast track’ de las iniciativas que enviaría el Ejecutivo; en San Lázaro se sesionó por más de 24 horas consecutivas, se dispensaron trámites y las iniciativas no pasaron por comisiones y se aprobaron sin leerse ni discutirse todos los documentos en el pleno; en el Senado todavía peor, la bancada morenista realizó la sesión en una sede alterna –previa visita a Palacio Nacional para recibir la línea-, y sin presencia de la oposición, aprobaron de igual forma todo en fast track.

El ministro en retiro José Ramón Cossío ha dicho que es altamente predecible que entre junio y julio se resuelvan las cuatro leyes incluidas en la segunda parte del plan B, y que éstas sean invalidadas también, pero va un poco más allá porque advierte que es muy probable que corran la misma suerte las leyes aprobadas en la llamada ‘noche negra’ del Senado.

Pero todavía hay más en ese ‘mazacote’ del que en una entrega previa llamábamos demasiadas cazuelas en la lumbre, porque –aunque sabemos que la premisa del presidente es que no le salgan con que la ley es la ley-, una jueza ha ratificado la orden al Senado de la República para que nombre de inmediato al comisionado que sustituirá a Francisco Javier Acuña en el INAI, para que el Instituto esté en condiciones de reanudar sus sesiones. El único ‘pero’ es que es justamente a esta institución a la que el presidente ordenó a sus legisladores desaparecerla sin ninguna consideración.

Mucho lo hemos dicho en este mismo espacio, el presidente está enojado y cada día lo demuestra más ya no solo en sus discursos y en su lenguaje corporal, sino también en los hechos. Ya hasta lo que no come le hace daño, pero al final del día uno se pregunta: Y el dolor de Andrés ¿Cuál es?

¿Por qué está tan enojado el presidente?

 

laotraplana@gmail.com

@JulianParraIba

 

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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