RODOLFO MORENO CRUZ
Sucedió que, durante el examen profesional, el profesor preguntó un tema complejo. El alumno no sabía que responder y después de varios minutos –con una vista notablemente llorosa– reconoció que no sabía la respuesta. El profesor cargado de vanidad sustrajo del escritorio una enorme compilación de más de dos mil hojas. Abrió la monstruosidad y dijo: – “aquí en la página 245 está la posición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”. Lo que mostró era una tesis aislada.
Platico lo anterior, porque los que estudiaron y ejercieron la carrera de derecho en el periodo de los 80´ les tocó sufrir lo angustioso que era encontrar las tesis y jurisprudencias de la Suprema Corte, así que cuando, en diciembre de 1988, la Suprema Corte de Justicia aprobó el uso del disco compacto CD-ROM-IUS, no sólo se trató de un acontecimiento novedoso, sino que casi rozaba en el concepto de milagro. El profesor Rolando Tamayo Salmaran escribió el artículo “El Disco Compacto CD-ROM-US” y ahí explicaba que, el entonces reciente programa, “contienen un poderoso software que permite al usuario interrogar a la maquina sobre la jurisprudencia y tesis aislada”.
Comento esto porque –quien ha seguido en los últimos meses las notas sobre Inteligencia Artificial (IA)—se habrá encontrado con notas exageradas que anuncian la muerte de la abogacía como profesión humana.
No estoy tan convencido que sea así. La IA siempre ha sido aliada de los profesionales del derecho. Por ejemplo, tengo en mente dos sistemas expertos legales que han facilitado mucho el trabajo legal. El primer ejemplo es LEX, un sistema de razonamiento basado en casos, desarrollado en los 80’s en la universidad de Edimburgo. Se centraba en el análisis de casos judiciales y en la identificación de patrones para hacer predicciones sobre cómo un caso determinado podría ser resuelto. Para ver el funcionamiento de este tipo de sistema es recomendable leer el artículo escrito por Anibal Bregón y otras personas bajo el título “Un sistema de razonamiento basado en casos para la clasificación de fallos en sistemas dinámicos. Otro ejemplo es el de ROSS, desarrollado por la Facultad de Derecho de la Universidad de Toronto. ROSS ayuda a los abogados a realizar investigaciones más rápidas y efectivas, proporcionándoles respuestas precisas y relevantes a sus preguntas legales. ROSS al igual que ChatGPT hace uso del lenguaje natural.
Por todo ello, sugiero no empezar a cavar la fosa de la abogacía como labor humana. Yo creo que la IA no eliminará, sino que fortalecerá el trabajo de la abogacía, y en consecuencia la vitalidad de sus operadores.
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