Disfruta de la vida. Esto no es un ensayo
Friedrich Nietzsche
Mientras la psicología ha detectado y clasificado alrededor de 250 emociones y sentimientos, los seres humanos acostumbramos vivir a partir de 6 de las primeras, llamadas básicas: miedo, alegría, tristeza, enojo, asco y sorpresa; y fundamentalmente binomios de los segundos: amor-odio y rencor, seguridad-inseguridad, felicidad-infelicidad.
Empecemos por distinguir emoción de sentimiento: la primera es un proceso químico que va formando patrones de reacción a los estímulos externos, es espontánea, instintiva y generalmente breve; el segundo es una construcción mental tras adquirir conciencia de la emoción –lo cual no es tan frecuente como creemos–, conlleva un mínimo proceso de raciocinio, correcto o distorsionado, de acuerdo a la información que hay en nuestro subconsciente, y es más duradero.
Tanto las emociones como los sentimientos determinan preponderantemente nuestras percepciones y actitudes, e impactan constantemente nuestro cuerpo, sanándolo o enfermándolo. Vivimos mucho menos de lo que creemos del razonamiento, y más de lo que nos gustaría de lo que sentimos y ni siquiera reconocemos.
Del enojo y el asco podemos fabricar mentalmente odio y rencor, o no, si sabemos gestionar esas emociones. Igualmente, de la construcción llamada amor podemos derivar posesividad y control, debido a que estamos contaminados por el miedo sin percatarnos de ello. Es decir, no toda emoción negativa o positiva nos lleva elaborar sentimientos del mismo tipo; ambos interactúan en todo momento para transformarse entre sí y su dominio o la falta del mismo es la clave de cualquier tipo de cosa buena o mala que nos pasa.
No es la vida, olvídese ya de responsabilizarla. Cada uno de nosotros es dueño y artífice de su bienestar, incluso en las condiciones menos deseables, o de su malestar, aun en las mejores circunstancias.
Todos sabemos hacernos la vida pesada, porque no sabemos construir buenos sentimientos de malas emociones. Aprender a hacerlo nos cambia definitivamente. Lo primero que tenemos que hacer es detectar y descartar nuestras estrategias automáticas para negar, evadir o reprimir lo que no queremos sentir. Sin eso no podemos comenzar el aprendizaje para un manejo interior correcto de nuestro mundo emocional y sentimental. Siempre encontraremos pretexto, atajos y justificaciones para escapar de lo que nos sucede interiormente y, con ello, cederle nuestro poder a cualquier cosa que nos perturbe.
Son dos las vías que requerimos para adquirir dominio sobre nosotros mismos: inteligencia emocional, que nos enseña a gestionar las emociones, sobre todo las que nos producen malestar (no a eliminarlas necesariamente), y la reprogramación del subconsciente, indispensable para dejar de darle vueltas a las mismas gestiones toda la vida, es decir, para transformar profundamente nuestra manera de percibir el mundo y las relaciones, por tanto, de reaccionar, y para hacer elaboraciones mentales positivas, o sea, buenos sentimientos a partir de cualquier enredijo emocional.
Los primeros pasos son (se dice fácil, pero requieren mucho valor) sentir a todo lo que dan las emociones, positivas o negativas (hay quien, acostumbrado a sentir malestar, no puede con las buenas), para poder describirlas objetivamente y así desentrañarlas, antes de construir cualquier sentimiento respecto de ellas. Habremos de oír con atención, pero como escuchas ajenos a nosotros mismos, las voces internas ligadas a ellas, y anotar todo lo que nos dicen, sin creerles.
Nos asombrará todo lo que sucede en nuestro interior, todo el gentío que hay ahí, hablando constantemente, muchas veces a gritos y en sentido opuesto, y todo lo que experimentamos a partir de ello. Ya desde ese momento la vida cambia, porque reconocer que, tras una predominante, tenemos una gran variedad de emociones ignoradas que no podemos describir porque no estamos familiarizados con ellas, será un impacto transformador.
Después hay que aceptarlas, especialmente las negativas, porque resistirlas las vuelve más intensas y persistentes, de manera que su poder bloquea nuestra capacidad de elaborar buenos sentimientos.
El resto de las técnicas y métodos, para la semana que viene.
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