«Más sabe el diablo «…
Tener a tus abuelos, es tener una fuente de sabiduría al alcance de una visita o una llamada, pero éramos muy jóvenes para apreciarlo. Constantemente echamos en saco roto los consejos que nos daba la abuela y luego, cuando venían las consecuencias, nos dábamos de topes en la pared. Mi abuela, en lugar del clásico «te lo dije» solía exclamar «más sabe el diablo por viejo, que por diablo» y abría sus brazos para consolarnos.
En Colombia, una mujer conoció a su prometido extranjero por medio de una app de citas, luego de mudarse al apartamento donde viviría con él, su cuerpo sin vida es hallado en una maleta. La esposa del feminicida se entera de la terrible noticia por medios de comunicación masiva.
En España, otra mujer denuncia que fue violada en el baño de un antro por un famoso deportista. Luego de que el caso se hiciera público, él perdió contratos y el apoyo de su esposa, pero la mujer renunció a la compensación económica a la que tiene derecho si su agresor es declarado culpable, para evitar que se alegue que todo es un montaje para obtener un beneficio económico.
Elegí estos ejemplos no sólo por la popularidad que adquirieron en esta última semana, sino porque en cada uno podemos observar cómo la opinión del público se encuentra dividida y contra toda lógica, hay quienes defienden a los agresores o trasladan la culpa a las víctimas, que no es lo mismo pero es igual.
John Poulos es el claro ejemplo del doble estándar que la sociedad establece para juzgar un mismo acto, dependiendo del sexo de quién lo comete. Según algunas versiones la colombiana le fue infiel al estadounidense y esto es suficiente causa para algunos para el fatal final que tuvo, omitiendo mencionar que él deba tener el mismo fin, considerando que tenía esposa e hijos en Estados Unidos, por lo tanto, le fue infiel a su esposa con Valentina Trespalacios. La mujer, se lo merecía, ella se lo buscó mientras que el hombre sólo atendía sus necesidades.
En el caso de Dani Alves podemos observar cómo operan el pacto patriarcal y la cultura de la violación. Hombres que no tienen nada que ver con el círculo de amistades del futbolista y que se encuentran del otro lado del continente, le muestran su apoyo y aseguran que es falso el hecho que se le imputa, puesto que el futbolista no tiene la necesidad de violar y que, por el contrario, las mujeres se le regalan o en todo caso, tiene el suficiente poder adquisitivo para emplear a una profesional. De lo anterior deducimos que existen dos categorías de hombres: aquéllos que tienen la necesidad de violar y los que no la tienen. Ante esto cabe hacerse la pregunta ¿qué características tienen los hombres con la necesidad de violar? Según los propios comentarios, son aquéllos a los que, o no se les regalan las mujeres, o no tienen el suficiente poder adquisitivo para comprarlas. Equiparan las relaciones sexuales y las violaciones como si fueran una misma cosa, pero no lo son. Mientras que en las relaciones sexuales el cuerpo es un instrumento para el placer, en las violaciones, el cuerpo es un instrumento para la humillación, el dolor y la dominación. Entonces, un hombre puede tener sexo a su disposición, pero su necesidad de humillar a quién le dijo que no, puede ser más grande que la fama que le precede.
En ambos ejemplos queda de manifiesto que estos hombres no ven a las mujeres como sus pares, más bien las degradan a la categoría de objetos, meros adornos para su acompañamiento, y cuando un adorno ya no les sirve, se tira y se reemplaza por otro.
Por esto es importante más que nunca escuchar a las autoras que hablan sobre la violencia feminicida. Mujeres como Marcela Lagarde y de los Ríos, antropóloga y precursora de la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, Patricia Olamendi, Jurista e impulsora de la 3 de 3 contra la violencia, pero también a las víctimas indirectas de feminicidio, como la señora Irinea Buendía madre de Mariana Lima o las supervivientes de violencia feminicida como la saxofonista Malena Ríos, quienes después de años de lucha aún no obtienen una sentencia condenatoria para sus agresores. Es importante escucharlas a ellas, porque como decía mi abuela “más sabe el diablo por viejo, que por diablo” y nadie mejor que las mujeres, para hablar y entender lo que la violencia contra las mujeres nos cuesta día con día, y sobre todo, nadie mejor que una superviviente, para describir los mecanismos mediante los que la justicia y la sociedad operan, bajo el manto del pacto patriarcal.
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