La ley complicada
En esta ocasión te platico la historia de una ley que se promulgó en esta hermosa ciudad de Saltillo, cuando aún no era ciudad, sino una villa, la Villa de Santiago del Saltillo.
Iniciaba el año de 1801, los habitantes del Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala y de la Villa de Santiago del Saltillo seguían maravillados, pues hacía pocos meses se había concluido con piedra sedentaria y cantera blanca la construcción de la Capilla del Santo Cristo y su Catedral, sin la torre principal.
La población contaba con nuevas autoridades, pues déjeme comentarle estimada y estimado Saltillense que cada 1 de enero, entraban en funciones dos alcaldes ordinarios, siendo en ese momento Francisco José Pereyra y Pedro José de la Peña. Además, teníamos un nuevo procurador de las leyes, quien se llamaba Juan José Dávila. El juez con el que contábamos los Saltillenses era Don Andrés Antonio de la Mata y Cos, hombre nacido en estas tierras, quien contaba con gran respeto entre los habitantes de la villa y del pueblo.
El señor juez era un ferviente católico, de hecho 14 años antes, en 1787, cuando Don Andrés Antonio formaba parte del Cabildo de la Villa de Santiago del Saltillo, fue el promotor principal para la construcción del templo de San Francisco, sobre nuestra actual calle de Juárez, casi esquina con General Cepeda, iglesia que se construyó sobre el cementerio oriental con el que contábamos. De hecho, la calle de Juárez, en ese tramo, en aquel momento era conocida como la calle del Camposanto.
Pero volvamos a la historia que sucedió en la Villa de Santiago del Saltillo el 3 de enero de 1801. Ese día, que pareciera muy lejano, el juez emitió un comunicado oficial, que era conocido como “bando”, en el cual se daban consejos, indicaciones y órdenes para que fueran acatadas por los pobladores. Pero la verdad es que ese día el juez abusó, pues dio a conocer una nueva ley, la cual cito textual: “no jurar en nombre de Dios en vano; no blasfemar; se castiguen alcahuetes amancebados y mal entretenidos, juegos prohibidos, ebrios, música en la calle y armas; dada la queda se cierren vinaterías y tabernas; no se hospeden forasteros, los viandantes menudeen efectos comestibles en las plazas 3 días; se encierren cachorros en la noche; tengan bien dispuesto el piso en frente de su casa; no se lave ropa ni se desbarranque el agua del ojo principal; y no se suelten los lechones”. Imagínese, si es difícil leerla, cuanto mayor sería la dificultad de cumplir esta ley en la cual casi casi era un delito haber nacido.
Estuve investigando cuantos habitantes de aquella población hoy llamada Saltillo fueron detenidos, sancionados o multados, pero la verdad no he encontrado la cantidad exacta, como tampoco el monto de las multas que seguramente muchas personas tuvieron que pagar. Seguiré investigando ese dato, mientras tanto los invito a que cumplamos las leyes y no traigan sueltos a sus lechones.
Autor
-
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
Otros artículos del mismo autor
- OPINIÓN18 noviembre, 2024CÁPSULAS SARAPERAS
- OPINIÓN14 noviembre, 2024CÁPSULAS SARAPERAS
- OPINIÓN4 noviembre, 2024LA “REGLA WASHINGTON” PRONOSTICA EL TRIUNFO DE KAMALA
- OPINIÓN3 noviembre, 2024CÁPSULAS SARAPERAS