COMO DECÍA MI ABUELA

«El sordo no oye»… 

Me encantaba comer gorditas de azúcar de mi abuelita, ella las preparaba con mantequilla y canela, perfumando la casa cuando las estaba cociendo en el comal. En ocasiones, me procuraba un par para que me las llevara de «lonche» a la escuela, así que un día que le dije que si podía tomarlas no me extrañó que su respuesta fuera, «ahí hay más» por lo que, después de comerlas me puse a buscar el resto. Para mi sorpresa, no las encontré y cuando fuí a preguntarle me dijo «no Mija, te dije, ya no hay más» le comenté que le había entendido otra cosa y sentenció «el sordo no oye, pero bien que compone» y ambas nos reímos de mi confusión.

En medio de la controversia acaecida por el plagio de la tesis de la ministra Yazmín Esquivel y de las declaraciones del ejecutivo aseverando que «el poder judicial está secuestrado», surgió como presidenta de la SCJN la ministra Norma Lucía Piña Hernández, convirtiéndose así, en la primera mujer en ocupar ese cargo en la historia de México, tal y cómo ella lo había deseado y declarado ante los medios de comunicación.

Aunque muchas mujeres se han precipitado a celebrar junto con Piña el ascenso de una de las nuestras a la presidencia del máximo tribunal de nuestro país, hay algunos sectores y colectivos que todavía se muestran recelosos respecto a la posición que tomará la ahora presidenta en relación a los temas que involucran la lucha por los derechos humanos de las mujeres y la agenda feminista, ya que, en su carrera judicial, ha tomado posturas que parecieran surgir de una visión «acomodada» más que de una escucha atenta a las demandas feministas.

Pareciera que como decía mi abuela «el sordo no oye, pero bien que compone» y constantemente, las políticas que ocupan cargos públicos y que ostentan el poder para efectuar verdaderos cambios que se materialicen en una vida libre de violencia para las mujeres, terminan dándole la espalda a quiénes las apoyaron y empujaron su carrera, convirtiéndose en esas que Margarita Pisano definió como «regalonas del patriarcado».

Quizás sea muy temprano para esperar un verdadero cambio al interior de las instituciones y en el reparto del poder entre hombres y mujeres, pero desgraciadamente no hay tiempo que perder cuando los derechos de las mujeres se ven amenazados ante intereses políticos y económicos, quizá es temprano para celebrar el acceso de una mujer al poder y muy tarde para que las mujeres en colectivo accedamos a este, pues internacionalmente, se está gestando una maniobra jurídica para borrar a las mujeres de las leyes, eliminando una realidad biológica y sustituyéndola por la autopercepción del género. De esta manera, se ha dado entrada a los hombres a las prisiones que antes eran exclusivas para mujeres, dónde las han violado y embarazado, en contra de todo derecho humano internacional, se da cabida a hombres para que accedan a los eventos deportivos de la rama femenil y para que accedan a los puestos que por cuotas paritarias de representación le corresponden a las mujeres.

Apenas un vistazo al panorama internacional basta para entender, que en México el tiempo se nos está agotando. Es por esto que, aunque no nos oigan gritaremos con fuerza, y cuando compongan a modo las exigencias derivadas de la lucha feminista, insistiremos y señalaremos los errores de interpretación y sus faltas.

Estaremos atentas a la postura de la ministra Norma Lucía Piña y cuándo sea necesario, estaremos ahí para ser escuchadas. Porque como decía mi abuela «el sordo no oye, pero bien que compone» y no hay peor sordo que la clase política de nuestro país.

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El Heraldo de Saltillo
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