Quiero empezar este último artículo del año, felicitando al presidente López Obrador por haber sido nominado por la organización inglesa Index on Censorship, candidato a “Dictador del año 2022”.
Reconocimiento que ganó a pulso por sus ataques a instituciones democráticas y periodistas y comparte con tipejos como Putin, Daniel Ortega y Kim Jong Un.
Terminamos 2022 con el país polarizado, terrible inseguridad, más mexicanos pobres, aumento de crímenes y casos de Covid, desabasto de medicinas, alimentos caros, pensiones que no alcanzan, organizaciones desaparecidas o en riesgo de serlo, comunicadores asesinados o agredidos y legisladores que se proclaman honrados de su servilismo a López Obrador.
“Somos serviles al presidente y a mucha honra” dijo encabezando la caravana de diputados y senadores abyectos que salían de Palacio Nacional, la diputada Citlali Ibáñez que prefiere llamarse Yeidckol Polevnsky, exsecretaria general de Morena y acusada de malos manejos del dinero partidista.
Mi nana Natalia que era muy sabia, decía “A quien más se agacha, más la cola se le ve” y esta señora lo ratifica.
Vergonzoso presumir incondicionalidad hacía un infame que no contento con sus pleitos internos, la trae ahora contra países con los que teníamos buenas relaciones y ha llegado a la desmesura de comparar la destitución del mandatario peruano, con el golpe militar que costó la vida al presidente de Chile, Salvador Allende.
En estos días de amor y paz, AMLO se ha superado a sí mismo en odios y rencores.
Y su reacción a la balacera contra Ciro Gómez Leyva, al que dijo no mandó matar, “no me atrevo a hacerlo”, lo ha mostrado, una vez más, como irresponsable bocón.
El atentado ha dado tema a comunicadores y organizaciones dentro y fuera del país.
Y si bien la condena ha sido casi unánime, ha revelado también la división del gremio impulsada en furiosas Mañaneras que, si no estuviera en juego la vida de miles y la existencia democrática del país, podríamos ver como capítulos de una serie sobre malvados desquiciados.
México es el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo, pero López Obrador sigue atacándonos, dando alas a otros para agredirnos y diciendo con mofa, que varios de los colegas asesinados no eran famosos; como si por eso, sus crímenes no importaran.
Cansa escuchar que no le importa el dinero, pero seguramente lo envidia porque no deja de hablar de él y de lo que supone, o sabe porque los ha pagado, ganan los periodistas “vendidos”.
Y ha llegado a insinuar que la balacera contra la camioneta de Ciro fue autoatentado.
Cómo estará la cosa qué hasta los mismos narcos, como el abogado del Tucán a quien se achacaba el atentado, se quejó de la inseguridad y deslindó al narcotráfico de ese crimen.
Indigna que López Obrador, principal perpetrador de cientos de miles de muertos ya sea por sus pésimas políticas de seguridad o vínculos con el narcotráfico, se haga la víctima y declare que lo que ocurre, es para desestabilizar su gobierno o afectarlo personalmente.
¿Olvidó que horas antes del atentado contra Ciro, dijo que oírlo podía causar un tumor cerebral?
¿No ha pensado que escucharlo a él tres horas diarias durante 4 años, más repeticiones en noticieros, nos ocasiona corajes, dolores de cabeza, derramamiento de bilis, alza de presión, angustias, aburrimiento y ansiedades, para decir lo menos?
¿Qué gana México con ese cotidiano y carísimo desfile de mentiras, al que se ha documentado más de 94 mil falsedades?
¿En qué beneficia la presencia de funcionarios-loros, que repiten lo que dice su patrón y ni siquiera son capaces de explicar los datos de las gráficas que presentan?
No entiendo su empeño en denostar opositores, si se jacta que ganará sin problema las elecciones de 2024.
Y de eso presume también su achichincle Mario Delgado, que se atreve a salir en televisión con el rostro recién boxoteado, para decir que López Obrador es muy querido por los mexicanos porque “amor con amor se paga.”
No ha de ser tanto, porque en la marcha para satisfacer el ego presidencial se dilapidaron millones de pesos en acarreo y pago de asistentes y ni así lograron juntar más de medio millón de amorosos.
¿Pensará AMLO que es querido por familiares y amigos de los 37 periodistas asesinados durante su gobierno; de los 17 de este año?
La situación es tan grave que creo amerita interponer una denuncia penal en su contra y darle la ley del hielo.
Porque como no puede ser reconocido por su buen gobierno, inteligencia, cultura, honradez, amabilidad o decencia, provoca conflictos para fijar agenda y que se hable de él.
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