La soledad y el radicalismo político
Los movimientos populistas ascienden en el mundo, impulsados por una base social fundamental: los solitarios. Conformada predominantemente por adultos mayores, la soledad del mundo moderno –exacerbada por la pandemia– ha provocado en una medida importante el apoyo irrestricto, fanático, a los políticos populistas. Sin embargo, el fenómeno no resulta nuevo en la historia.
“La principal característica del hombre masa no es la brutalidad y el atraso, sino su aislamiento y falta de relaciones sociales normales” nos dice la gran estudiosa del totalitarismo, Hannah Arendt, en su clásico “Los orígenes del totalitarismo”. La soledad inevitablemente viene acompañada de intolerancia: “Es a través de la entrega de su yo individual a la ideología que redescubren su propósito y autoestima”, continúa la autora que huyó de la Alemania Nazi. Asimismo, la relación entre soledad y aislamiento, por una parte, y la creencia en teorías de la conspiración, por la otra, es un fenómeno bien estudiado. En muchas regiones del mundo, la globalización no ayudó.
La soledad se ha incrementado en un mundo globalizado. De acuerdo con un estudio publicado en el prestigioso Psychological Bulletin, de 1976 a 2019 aumentaron proporcionalmente el número de personas que se sienten solas tanto en Estados Unidos como Europa y Asia (numerosos estudios arrojan los mismos resultados). Aunado a lo anterior, la globalización trajo consigo la pérdida de la planta industrial en numerosos países desarrollados, provocando despidos masivos, desempleo y comunidades rotas. A raíz de esto, surgió un crudo fenómeno: las “muertes de desesperación”, donde a través de drogas como el tabaco, el alcohol y los opiáceos la gente se suicida, lentamente. Mientras todo esto sucedía, los partidos políticos volteaban a otro lado, aplaudiendo la globalización sin ver sus desventajas para millones de personas. Y por ello, inevitablemente surgieron los movimientos populistas con fuertes dosis de nacionalismo, ascendiendo a través de nuevos partidos o apropiándose de los ya existentes, y haciendo uso de barbacoas y mítines masivos donde la gente puede sentirse parte de una comunidad, de algo más grande que ellos mismos.
En México, no hemos visto precisamente esta historia ya que, a diferencia de lo que sucede en otras regiones del mundo, los mexicanos tenemos en alta estima la cultura de la familia. Sin embargo, como claramente señalan las encuestas de Alejandro Moreno en El Financiero, el grueso del apoyo a López Obrador proviene del segmento de 50 años o más de la población, con alrededor del 35% de respaldo. Asimismo, es el segmento donde menos apoyo ha perdido el presidente a lo largo de su sexenio. Cabe destacar que algo similar sucede con la base electoral de Trump, quienes, de acuerdo con el reportero Michael C. Bender de The Wall Street Journal, tenían como común denominador la soledad: “Muchos se jubilaron recientemente y tenían tiempo libre y poco para atarlos a casa”. ¿Los adultos mexicanos que apoyan a AMLO comparten este rasgo con aquellos que apoyan a Trump? Queda la pregunta.
Resulta difícil que las clases altas caigan en esta desesperación porque tienen los recursos económicos que les otorgan seguridad individual, además de ayudar a mantener la cohesión y unidad familiar (otro fenómeno bien estudiado). Por otra parte, mientras que el capital es global, la clase trabajadora es nacional: por ello, el populismo asciende ante el abismo existente entre élites altamente movibles y poblaciones arraigadas en sus tierras. La soledad, finalmente, trae autodestrucción, como bien lo plasmó Martin Scorsese en su obra maestra Taxi Driver. Algo similar sucede hoy en día, pero a escalas nacionales.
@FernandoNGE
Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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