CLAVE DE FA

Las intenciones detrás de la reforma electoral de AMLO

Al presidente López Obrador le encanta hacer campaña. Es su modus operandi aun como primer mandatario. Así escoge sus canchas. Y esta vez tocó el turno al INE. ¿Pero qué es lo que AMLO quiere reformar y cuáles son sus intenciones? Vamos por partes.

La reforma electoral abarca varios puntos que, en principio suenan razonables, pero en el fondo tienen la intención de aglutinar más poder en el oficialismo. Por ejemplo, ¿a quién no le gustaría que se redujeran el número de regidores, diputados federales y senadores plurinominales? El problema es que, si eso pasa, se limita la representación de las fuerzas políticas de minoría, es decir a la oposición, lo que le daría una mayoría más grande a Morena en el Congreso.

¿A quién no le gustaría que los partidos políticos gasten menos? Pero para Morena no es problema porque cuenta con la red clientelar que construyen los programas sociales del gobierno federal. O bien, está la propuesta de limitar el tiempo aire de los partidos. ¡Genial! Menos publicidad política. Pero de igual manera, Morena puede renunciar a ello porque el presidente adoctrina a su base a través de las mañaneras diariamente.

Y por otro lado, suena atractivo que los ciudadanos decidan quiénes integran el Consejo del INE, pero esto se presta a que los mismos partidos hagan la “cargada” a favor algún candidato afín, y voilá, tenemos consejeros a modo. El Instituto Nacional de Consultas y Elecciones, que es el nombre que se propone, podrá seguir siendo autónomo en papel, pero en la praxis tendría la mano del presidente y otros actores políticos bien metida.

En resumen, la reforma electoral de AMLO me recuerda a esa escena en Corazón Valiente cuando el rey le pide a su capitán que lancen flechas al campo de batalla. El capitán le dice: Disculpe Señor, ¿pero eso no le pegaría a nuestras tropas? El rey responde: Sí, pero también a las de ellos, y nosotros tenemos reservas. ¡Ataquen!

Claro que el INE y el sistema electoral son perfectibles. De hecho, la propuesta de implementar urnas electrónicas me parece muy sensata y aplicable al contexto mexicano. Lo que no es adecuado es atacar al árbitro, solamente porque no está de mi lado. Y menos con temas no técnicos sino propagandísticos, como decir que hay que reformar al INE porque hay clasismo.

Y para defender su narrativa, el presidente ha convocado a una contramarcha, lo cual creo que es meterse en camisa de once varas, porque si no supera la movilización de la marcha del INE, porque ha pedido que no haya carreo, se va a percibir como una merma en su fuerza política; y si llena (movilizando a su base clientelar) le van a tundir por usar las prácticas priistas. Pone en evidencia que ya no es David, sino Goliath.

Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael