AVISO DE CURVA

La economía de Coahuila: cuenta regresiva 

El estado de Coahuila podría experimentar un panorama económico complejo en lo que resta del sexenio. De acuerdo con los datos estimados por el INEGI, durante el último trimestre de 2021 y los dos primeros de 2022 la economía estatal entró en una recesión técnica o estancamiento al acumular tres periodos consecutivos de crecimiento negativo.

Luego de presentar tasas de crecimiento positivas en los primeros trimestres de 2021, al grado de recuperarse prácticamente de la crisis provocada por el COVID-19, el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE), correspondiente al cuarto trimestre de ese año, rompió la racha alcista al registrar una caída del (-2.5 %) respecto al mismo periodo de 2020.

En términos de los especialistas, podría decirse que la economía de Coahuila experimenta una clara desaceleración al continuar con dificultades durante los primeros trimestres de 2022. El ITAEE correspondiente, sumó sendas caídas de (-2.9 %) para el primer y segundo trimestre.

La incertidumbre sobre el desempeño económico se complementa con un menor dinamismo en la atracción de Inversión Extranjera Directa (IED), un lento crecimiento de los recursos destinados a la inversión pública en infraestructura, así como un fuerte incremento en las presiones sociales, producto de la acelerada urbanización, que demandan una mayor creación de empleos, seguridad y la dotación de mejores servicios públicos para el desarrollo.

Conforme a las cifras presentadas por la Comisión Nacional de Inversiones Extranjeras en su informe de junio de este año, la IED captada en el estado de Coahuila, correspondiente a 2021 y 2022, no ha retornado a los niveles registrados antes de la pandemia. Mientras que, en 2017, 2018 y 2019, se atrajeron 2,672.5, 3,290.2 y 1,491.1 millones de dólares, respectivamente, la suma de los dos últimos años, considerando el primer semestre de 2022, alcanza escasamente 1,606.4 millones de dólares.

Respecto a la inversión en infraestructura, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) en su Informe Estatal para el Ejercicio del Gasto 2015-2020, descubre que la inversión en obra pública en Coahuila se encuentra prácticamente estancada. De 2015 a 2019, el monto de los recursos destinados a obra por habitante se ubicó entre los más bajos a nivel nacional, promediando 566 mil pesos al año.

Si bien se presenta un interesante repunte en 2020, alcanzando una cifra de 1, 093 pesos por habitante, evidentemente no ha sido suficiente para ubicar a Coahuila entre las mejores a nivel nacional. Situación que no corresponde con las exigencias del desarrollo urbano e industrial que experimentan las principales ciudades del estado.

Habrá que tomar en cuenta que, como lo señala el IMCO, durante los años de estudio, el estado de Coahuila, junto a otras cuatro entidades federativas, no recibió grandes inversiones federales para fortalecer la infraestructura, siendo que sí sucedió en algunos estados del centro y sur del país.

Si al cuadro anterior se agrega la persistencia de un escenario internacional complejo, al cual el estado de Coahuila se encuentra atado debido a su vocación exportadora. Y, al mismo tiempo, se considera que el alza en las tasas de interés afectará necesariamente a las finanzas estatales, al igual que se estima que la federación no incluirá al estado dentro de sus favoritos para invertir en infraestructura, la compleja situación se traduce en grandes desafíos para la política económica y financiera de la presente administración y, sobre todo, para quien aspire a gobernar a partir de diciembre de 2023.

Desde mi punto de vista, el gobierno estatal deberá conciliar políticas que promuevan la atracción de inversiones con aquellas dirigidas a incrementar el gasto público en infraestructura y desarrollo social.

Teniendo en cuenta la premisa “en las crisis surge el talento para convertirlas en oportunidades”, las autoridades deberán considerar la innegable desaceleración del crecimiento para la comprensión y solución de la nueva realidad económica que experimenta el estado. “Tic-tac, tic-tac”.