COMO DECÍA MI ABUELA

«El muerto al pozo»…

Aunque no recuerdo que pusiera altar de muertos, mi abuela era muy devota y siempre honraba a sus difuntos, no sólo en estas fechas. Cada día al rezar el rosario a la virgen de Guadalupe, pedía por las almas del purgatorio y por todas las personas que habían fallecido dentro de nuestra familia. Ella tenía en el altar a la virgen las fotografías de todos nuestros familiares que ya no estaban con nosotros. Sin embargo, mi abuela era una mujer muy alegre, le gustaba la música, las flores, la comida, disfrutaba de la vida y siempre nos decía «el muerto al pozo, y el vivo al gozo», mas no como una falta de respeto, sino como una lección de que la vida sigue a pesar de la pérdida de nuestros seres queridos.

Esta semana, se colocaron en distintos puntos de la ciudad, ofrendas o altares, para conservar una de las tradiciones más coloridas y emblemáticas de nuestro país, el Día de Muertos, considerado por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Entre las ofrendas, quisiera destacar dos, una realizada en la biblioteca Carlos Monsiváis y la otra en la explanada de la plaza Manuel Acuña, ambas en el centro histórico de nuestra ciudad y en memoria de las víctimas de feminicidio de nuestra localidad.

En la sala principal de la librería Carlos Monsiváis, se puede visitar desde las 10 de la mañana el altar y «Memorial por ellas» que cuenta con ilustraciones de Leticia Espinoza, donde se retrata a las víctimas de feminicidio de Coahuila desde 2019. A pesar de la tragedia que rodea cada uno de éstos casos, es importante recordarlos, ya que gracias a este tipo de acciones es cómo se puede generar consciencia acerca de que la violencia feminicida sigue permeando en nuestra sociedad.

La ofrenda colocada en la plaza Manuel Acuña, busca tener un doble significado; por un lado, honrar y recordar a nuestras hermanas víctimas de feminicidio, por otro, resignificar un espacio público en el que las mujeres de cualquier edad, hemos recibido agresiones machistas siendo el acoso callejero la más común de éstas. El día primero de noviembre se colocaron los elementos en el altar y para el día dos de noviembre después del medio día, quedaba muy poco de éste. La falta de respeto, no sólo hacia nuestras tradiciones, sino hacia las familias de las víctimas para quiénes se erigió el altar, es algo que no debemos pasar por alto.

Ambos altares fueron realizados por mujeres de nuestra ciudad pertenecientes al «Proyecto Mujeres» y al «Frente Feminista de Saltillo» con el apoyo de otras colectivas, cada una con sus propios recursos, movidas únicamente por la convicción de que las víctimas de feminicidio, no son sólo un número o una carpeta para archivar, sino evidencia de que, a pesar de los derechos ganados, las mujeres seguimos siendo consideradas ciudadanas de segunda, tanto para nuestras autoridades como para la sociedad.

Aún así, seguimos invitando a la ciudadanía a visitar nuestros altares, a conmemorar a esas mujeres que fueron madres, hermanas, hijas de alguna familia saltillense, mujeres que pudieran ser cualquiera de nosotras, porque la violencia feminicida no distingue edades, clases sociales, color de piel, grado de estudios, raza o etnia.

Vivamos el colorido de nuestras tradiciones, honremos a nuestros difuntos, y valoremos el esfuerzo que realizaron estas mujeres para honrar la memoria de las hermanas que hoy nos hacen falta y de los familiares que siguen luchando por obtener justicia en estos casos, porque, cómo decía mi abuela, «el muerto al pozo, y el vivo al gozo» pero siempre conscientes de que, los actos políticos de las mujeres son tan válidos cómo los de cualquier ciudadano.